Los millennials tienen fama de todo menos buena, pero a diferencia de lo que la gente cree, son la generación más sana y aburrida de las últimas décadas. Salen menos, beben menos y les preocupa más el futuro que a generaciones pasadas. Vamos, que son los nietos que toda abuela querría tener.
Cada vez es más corriente escuchar a jóvenes que prefieren quedarse un sábado por la noche en su casa viendo una maratón de Netflix antes que salir. Es tan común que cada vez haya más gente que se pase el fin de semana sin que le dé la luz del sol (o de los leds de la discoteca), que incluso se han acuñado nuevos términos como nesting, la forma moderna de quedarse en casa sin ningún plan, o binge watching, que es verse una serie de una sentada. Si es que ya no hace falta ni salir para ligar.
Esto no es solo una apreciación, los datos lo demuestran: según la Fundación Alcohol y Sociedad (FAS), los jóvenes de ahora consumen alcohol un 30% menos que hace 30 años, suman en total un 60% menos de fumadores y salen con una asiduidad un 30% menor que hace 10 años, hasta el punto de que tan solo el 38% dice salir comúnmente de fiesta.
Estos datos no hacen sino empeorar cuando se trata de Navarra. Al menos así lo afirma Nacho Calvo, secretario general de la Asociación de Hostelería y Turismo de Navarra. Según él, “la noche en Navarra está completamente muerta, solo hay que ver cómo las calles de San Juan, que tenían más de cien bares, ahora apenas mantienen diez abiertos”. Y añade que ahora “la demanda ha mutado hasta el punto de que es impensable abrir un bar sin cocina”. En cuanto a los jóvenes de entre 18 y 30 años, explica que “ya no salen hasta las 6 de la mañana como antes, sino que prefieren quedar por la tarde, salir a tomarse unos pinchos y unos botellines”. Además, “se exige una mayor calidad del producto, que se nota hasta en San Fermín. Antes se servían las cosas en vasos de plástico y rápido mientras que ahora la gente prefiere pagar un poco más para tener mayor calidad”.
UN CAMBIO DE HÁBITOS
“No hace falta beber para divertirse” era una frase que antes pronunciaban los padres, pero que ahora, la dicen cada vez más los hijos, más concienciados respecto de su salud hasta el punto de que, en todas las encuestas de prioridades para la juventud, se encuentra en los primeros puestos.
Pero ese no es el único motivo para que los millennials cada vez salgan menos, y es que cada vez es más común ocuparse las mañanas con un partido de pádel o una competición en la montaña (y la resaca no casa con el deporte). Esta forma de ocuparse los fines de semana empieza a ser cada vez más común entre los jóvenes. Así lo confirma Rafael Elorza, del Club Vasco de camping Elkartea de San Sebastián, uno de los clubes de montaña más grandes de España. Según su testimonio, en los últimos años los socios del club se han renovado completamente y cada vez entra más gente joven a practicar actividades como el esquí de forma competitiva. Lo que antes era una actividad de nicho, durante los últimos años se ha copado de gente joven que pasa allí sus fines de semana por la mañana.
Pero las actividades de montaña no son las únicas que han experimentado una explosión de participantes, y es que en la actualidad, las carreras populares se incrementan entre un 15 y 20% al año según datos de la página web carreraspopulares, un dominio especializada en este tipo de certámenes. Las causas que ellos aportan para explicar la es, en primer lugar, el aumento del número de corredores, el cual se ha duplicado en los últimos años. Por otra parte, también destacan la incorporación de la mujer, que ha pasado de ser el 5% del total de corredores a suponer el 50%. Todo ello contrasta con una cifra de carreras astronómicas, llegando a celebrarse una media de 10 carreras diarias y 75 cada fin de semana solo en España.
RETOMANDO EL RELEVO
Con todo esto uno puede pensar que la noche ha muerto, pero no, tan solo ha cambiado a sus protagonistas, o mejor dicho, los ha recuperado. Si los jóvenes salen menos, los de generaciones anteriores lo hacen cada vez más. Y es que, si antes los 30 eran los nuevos 20, ahora lo son los 50.
Mientras que un 35% de jóvenes de entre 20 y 24 años reconoció haber salido de fiesta y haberse emborrachado en el último mes (según la Encuesta sobre Alcohol y Drogas en España), un nada despreciable 20% la de gente entre 40 y 44 años admitió haberlo hecho también. Las cifras se vuelven aún más impactantes cuando se llega a la franja de edad de los 50 a los 60, donde un 16% (un 3% más que de los 45 a los 49) también dice haber salido y beber ‘con alegría’.
Ya no es solo cuestión de que en la actualidad los años pesan mucho menos, sino que muchos de los problemas que tienen los jóvenes (como la falta de dinero o la ansiedad por el futuro) desaparecen para muchos a esta edad. En consecuencia ahora hay locales que orientan su oferta hacia un público más adulto, como es el caso de Indara, que aparte de tener una restricción de edad a los menores de 21 años, ofrece dos espacios: un restaurante y una sala de baile. “La mayoría de la gente viene, cena y después se queda a bailar un rato tomándose una copa”, explican desde Indara.
Estos cambios en la noche han hecho que el panorama mute hacia una oferta más diversificada. Obviamente, siempre quedarán los bares del casco viejo y las discotecas que marcan el otro ritmo de la noche. En definitiva la noche se ha vuelto un lugar con ‘menos encanto’ para algunos, pero con más diversidad y salud. Queda a juicio de cada uno si eso es algo bueno o malo.