El presente es incierto. El futuro, aún más. Corren tiempos oscuros para los empresarios, que deberán adaptarse al actual contexto económico provocado por la pandemia del coronavirus; reinventarse una vez más, como ya hicieron muchos tras la crisis de 2008; y capear la tormenta con toda la templanza y creatividad que sean capaces de atesorar en estos momentos.
Solo en el mes de marzo, Navarra vio cómo se destruían más de 460 empresas. Y aunque sea necesario mantener la esperanza para encontrar la motivación necesaria que permita afrontar la reconstrucción económica, a nadie se le escapa que, en las próximas semanas, habrá una oleada de incumplimientos de pagos.
“El frenazo en seco de la mayor parte de la actividad económica ha producido un efecto inmediato en cancelaciones de pedidos, pérdidas de ingresos, supresión de inversiones, rescisión de contratos bajo el argumento de la concurrencia de la causa de fuerza mayor, etcétera. A diferencia de la anterior crisis financiera, en la que los efectos económicos se espaciaron más o menos en el tiempo, en esta ocasión el parón ha sido de golpe (tan solo se han librado empresas vinculadas al sector sanitario y la alimentación)”, analiza Ignacio del Burgo, socio de Del Burgo-Rández Asociados.
Ignacio del Burgo: “El frenazo en seco de la mayor parte de la actividad económica ha producido un efecto inmediato en pedidos, ingresos, inversiones, contratos…”.
Por eso, la caída de los ingresos va a impedir que muchas empresas puedan hacer frente a las obligaciones de pago asumidas en el anterior contexto económico, caracterizado por un notable crecimiento. “Las líneas de financiación facilitadas por el ICO son limitadas, al igual que los fondos propios con los que puedan contar las empresas. Es cierto que ayudarán a mitigar la situación en el corto plazo, pero todo dependerá de lo que tarde el mercado en reactivarse”, añade del Burgo.
Ante esta tesitura, es previsible que en las próximas semanas se acumulen las reclamaciones por impagos y se produzca un “efecto dominó”, que obligará a los empresarios a tomar decisiones rápidas para proteger su negocio. Las deudas arrastrarán a muchas compañías a una falta de liquidez, de ahí que tanto el Gobierno central como los autonómicos centren parte de sus medidas económicas en tratar de evitar ese escenario, al mismo tiempo que las patronales y organizaciones profesionales reclaman más iniciativas en este sentido.
EL MIEDO Y LA REPUTACIÓN
Quienes no sean capaces de hacer frente a sus obligaciones se verán abocados a declarar el correspondiente concurso. No se puede obviar la realidad. Pero un concurso no tiene por qué convertirse en el fin de una compañía.
Por ese motivo, NavarraCapital.es pone a disposición de sus lectores y suscriptores una completa y divulgativa guía que, bajo el título ‘El concurso y sus alternativas. Guía para la supervivencia empresarial en tiempos de coronavirus’, pretende apoyar a los empresarios en este ámbito para que puedan hacer un diagnóstico preciso de su negocio, visualizar todas las alternativas posibles y tomar las decisiones más acertadas (los interesados pueden descargarla gratis en este enlace). El documento ha sido elaborado en colaboración con el prestigioso bufete Del Burgo-Rández Abogados, una firma independiente especializada en Derecho Mercantil que busca la excelencia empresarial a través de un servicio jurídico de la máxima calidad.
A veces, cuando los problemas se acumulan, es necesario observar el bosque desde la distancia para tener una perspectiva de conjunto, en lugar de fijarse únicamente en los árboles que, uno a uno, van saliendo a nuestro paso.
El objetivo de NavarraCapital.es es ayudar a evitar la destrucción de tejido empresarial, como sucedió tras la última crisis. Con ese fin nace esta herramienta, que plantea cien preguntas clave en torno a la insolvencia y la figura de los concursos, a las que da respuesta de manera sencilla y clara. Cuestiones todas ellas que se centran en seis áreas temáticas: la explicación en sí del concurso, sus efectos, el convenio como escenario ideal, el preconcurso y las alternativas al concurso, el concurso culpable o fortuito y, finalmente, la segunda oportunidad.
Quienes deseen descargar la guía pueden hacerlo de forma gratuita en este enlace.
“Suele decirse que en España, a diferencia de otros países, no hay cultura concursal. El problema no solo es la pérdida de crédito reputacional de las empresas declaradas en concurso, sino también la tardanza en la tramitación de los procedimientos. Nuestra ley es excesivamente procesalista. Pone en manos de los jueces decisiones que bien podrían encomendarse a los administradores concursales. Se ganaría, al menos, en agilidad”, resalta Amaya Rández, socia también del bufete que ha elaborado la guía.
Rández destaca que en una situación de estrés concursal y con los escasos medios de los juzgados españoles, el proceso pueda resultar “eterno y desesperante” para el empresario. De ahí que abogue por la transposición al ordenamiento jurídico nacional de la Directiva europea 2019/1023 sobre marcos de reestructuración preventiva, exoneración de deudas e inhabilitaciones y sobre medidas para aumentar la eficiencia de los procedimientos de reestructuración, insolvencia y exoneración de deudas. “La finalidad de esta directiva es salvar empresas viables, a través de procesos de reestructuración que les permitan continuar con su actividad. Su transposición podría ser una oportunidad para eliminar ese miedo al concurso”, agrega.
LA FIGURA DEL CONCURSO
Del Burgo recuerda que la utilidad del concurso depende de las circunstancias de cada compañía y de la clase de deuda que esta arrastre. Aunque en teoría el procedimiento concursal parte de la idea de igualdad de trato de todos los acreedores, “en la práctica eso es una quimera, pues no es lo mismo deber a los proveedores que al banco o a Hacienda”. Por eso, cada caso es diferente.
Amaya Rández: “Suele decirse que en España no hay cultura concursal. El problema no solo es la pérdida de crédito reputacional, sino también la tardanza en la tramitación”.
“Hay empresas que han sabido aprovechar el concurso y han solventado su situación con convenios construidos sobre planes de viabilidad. Las empresas que vayan al concurso no lo harán por gusto, sino forzadas por unas circunstancias extraordinarias e imprevisibles como las de la pandemia. Los administradores concursales, ahora más que nunca, deben empatizar con esa situación y ayudar a la salvación de las empresas en la medida de sus posibilidades”, indica.
La formación, la profesionalidad y la capacidad de los administradores concursales, por tanto, resultarán claves. También habrá que “hacer pedagogía” con clientes, proveedores, entidades financieras y trabajadores. “Sería de gran ayuda que Hacienda y la Seguridad Social se mostraran más proclives a renunciar a sus privilegios para facilitar la aprobación de convenios. En todo caso, para que el concurso tenga utilidad es importante, una vez analizada la situación concreta y con una estrategia definida, no retrasar injustificadamente su solicitud por doloroso que resulte. La experiencia de la anterior crisis demuestra que, en muchas ocasiones, las empresas llegaban en situación terminal al concurso. Para cuando entraba en acción el administrador concursal, no había más que telarañas”, advierte Rández.
CONCEPTOS FUNDAMENTALES
La guía también pretende servir para que los empresarios se familiaricen con algunos conceptos que, de una u otra manera, marcarán parte de la agenda económica en los próximos meses. Y nace con el ánimo de ayudarles a encontrar alternativas que puedan serles de utilidad. “De la anterior crisis financiera debimos aprender algo. La buena gestión no se puede castigar por una situación nueva, en la que todos pasamos a ser víctimas. Nuestra voluntad es que esa experiencia anterior acumulada sirva para anticiparnos a los problemas y buscarles solución”, rematan los autores del documento.