Cada cuerpo humano es genuino y único. No solo en sus formas o apariencias, sino también en lo relacionado con su organismo. ¿Por qué un alimento sienta mejor a una persona que a otra cuando, a priori, le aporta los mismos nutrientes o las mismas cualidades saludables? Es una pregunta que está más cerca de ser respondida con precisión y apoyada en la base científica gracias a las ciencias ómicas. ¿Por qué? Como explica María José Sáiz, responsable de Nuevas Aplicaciones Analíticas de I+D en el Centro Nacional de Tecnología y Seguridad Alimentaria (CNTA), las ómicas son una serie de disciplinas científicas que permiten desmenuzar hasta el nivel molecular los ingredientes de cualquier producto. Y ese conocimiento preciso y al detalle es la llave para entender mejor determinados efectos en diferentes individuos.
Las ómicas, que progresivamente se están aplicando en los desarrollos de la industria agroalimentaria, facilitan el estudio de forma profunda de la relación existente entre la ingesta de un determinado alimento y sus efectos en el organismo. Así, al albor de este avance, surgen disciplinas como la proteómica (centrada en el estudio de la función de los genes a nivel de proteína), la lipidómica (relacionada con los perfiles de lípidos y grasas) o la metabolómica (dedicada a los metabolitos o moléculas más pequeñas), entre otras.
María José Sáiz (CNTA): “Hemos encontrado la llave que explica de forma científica por qué un mismo alimento sienta bien a determinadas personas y a otras no”.
Y no solo eso, María José Sáiz destaca que las ciencias ómicas, aplicadas al ámbito agroalimentario, están llamadas a desempeñar un papel crucial “en el cribado y búsqueda de nuevos ingredientes que, incorporados a alimentos funcionales, pueden reforzar el efecto positivo de su consumo sobre nuestra salud”.
“Estaríamos, por tanto, más cerca de una nutrición personalizada más efectiva, ya que permitiría a los productores enfocarse hacia perfiles específicos de la población como mujeres embarazadas, tercera edad o público infantil en una fase concreta de desarrollo”, señala.
Al mismo tiempo, otra ventaja adicional es que ayudaría a la industria a hacer la evaluación funcional de los elementos que componen sus elaborados “de una forma más rápida y orientada”. Esto último simplificaría enormemente el proceso de estudio y validación de nuevos productos y desarrollos ante la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) o la aprobación de determinadas declaraciones saludables que deben someterse a un arduo proceso regulatorio.
DIVULGAR PARA ABRIR OPORTUNIDADES
A la vista de estas oportunidades, la cuestión que se plantea es clara. ¿Qué necesita el sector agroindustrial de Navarra para poder aprovechar las posibilidades que le ofrecen las ciencias ómicas? Según la responsable de Nuevas Aplicaciones Analíticas de I+D en CNTA, alcanzar dicho hito está condicionado a tres factores. “El primero, que la industria conozca y entienda las ventajas y el valor añadido que le puede aportar el uso de estas técnicas”, afirma María José Sáiz
Un segundo aspecto es “que haya centros de vanguardia que vayan acumulando una experiencia contrastada” en el trabajo y la gestión de estas herramientas. “Cuando hablamos de la aplicación de estas ciencias a la industria agroalimentaria, debemos tener en cuenta la implementación de una serie de tecnologías en las que ya se está trabajando, aunque no resulten familiares para el sector”. Por ello, y vinculado con este último punto, resulta clave que esas tecnologías sean asequibles. A este respecto, Sáiz recuerda que “las ciencias ómicas no sirven para nada si no están ligadas a herramientas avanzadas de tratamiento de datos para extraer y traducir la información que de las propias técnicas instrumentales se obtiene”.
“La aplicación y extensión de las ciencias ómicas es un salto hacia un nuevo concepto de alimentación individualizada”.
Este factor también es crítico. Para gestionar todo ese volumen de información, se antoja indispensable la implementación de determinadas tecnologías de la información de tratamiento de datos, como la Inteligencia Artificial, el Big Data o el Machine Learning. Se trata de tecnologías que están ligadas al concepto de la industria 4.0, a la automatización y optimización de procesos y que, en este caso concreto, se complementan a la perfección con las técnicas analíticas utilizadas en los experimentos ómicos. Cuanto más ágil, precisa e inmediata sea la traducción de todos los datos obtenidos en torno a la relación de los ingredientes y los alimentos con el organismo humano, más ágil será la obtención de conclusiones con base científica sólida y, por tanto, su futura aplicación real.
RED TECNOMIFOOD EN FOOD 4 FUTURE
Las ómicas están atrayendo cada vez más la atención de los medios y de los principales actores de la cadena agroalimentaria, algo que se puede palpar en los eventos que reúnen a profesionales del sector. La reciente celebración de la feria Food 4 Future permitió a los responsables de CNTA explicar los últimos desarrollos y tendencias en los que está trabajando dentro del cribado de ingredientes. Sobre todo, dieron cuenta del proyecto Tecnomifood, una red en la que también intervienen otros cuatro centros tecnológicos (Eurecat, Anfaco-Cecopesca, AINIA y Azti).
El objetivo final de la Red Tecnomifood es poner a disposición de potenciales clientes de la industria agroalimentaria las capacidades, el equipamiento, el conocimiento y los expertos necesarios para, a través de la integración de diferentes ómicas, asegurarles una caracterización completa del ingrediente o del alimento que soliciten. Como señala Sáiz, la aplicación y extensión de las ciencias ómicas ya está suponiendo “un salto hacia un nuevo concepto de nutrición individualizada”. Si duda, un paso más cerca de la alimentación del futuro.
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