Mujeres y hombres escribimos la Historia en mayúsculas. Pero la realidad es que hubo un tiempo en el que las escritoras se vieron abocadas a la oscuridad de sus escribanías y a publicar sus textos bajo pseudónimos masculinos. Maquillaban sus vidas de costura, cocina, cuidado de niños y tertulias banas; mientras en sus entrañas bullían las vidas de otros, que plasmaban en letras sin firmar.
Son muchos los ejemplos de mujeres sin nombre en sus comienzos que salpican nuestra memoria. Las hermanas Charlotte, Ann y Emily Brontë, auténticas prodigios de la literatura inglesa del siglo XIX, tuvieron que firmar en sus inicios como Currer Bell, Ellis Bell y Acton Bell. En nuestras estanterías siguen siendo releídas sus míticas ‘Jane Eyre‘, ‘Agnes Grey‘ o ‘Cumbres Borrascosas‘.
En España tenemos las obras anónimas ‘El lazarillo de Tormes’ o ‘El cantar del mío Cid’, que se presuponen fueron escritas por mujeres que no pudieron firmarlas. Otras escritoras que luego se reconocieron fueron Cecilia Böhl y Larrea, Matilde Cherner o María Lejárraga; que firmaron bajo los nombres de Fernán Caballero, Rafael Luna y Gregorio Martínez Serra, respectivamente.
Volviendo a salir de nuestras fronteras, recordamos a Karen Blixen, la danesa que tantos años vivió en Kenya entre nativos, tuvo que firmar bajo el seudónimo de Isak Dinesen su recordadísima ‘Memorias de África’. Y tantas mujeres más: Laura Albert, Mary Ann Evans, Aurore Dupin… incluso la mismísima Joanne Rowling fue convencida por su editor en 1997 para que enmascarara su nombre bajo las iniciales J.K., porque no tenía mucha confianza en que tuviera éxito su ‘Harry Potter‘ si aparecía bajo un nombre femenino. Curioso cuando hoy es una de las escritoras que más ha vendido en la historia de la literatura.
Quizá por todo ese esfuerzo, «la voz de las mujeres suele exhalar un aliento esforzado, una conciencia constante de que la vida siempre ha de exigirles más que a los hombres”, escribía Elvira Lindo, comisaria de la V edición del Día de las Escritoras, que se celebrará en la Biblioteca Nacional de España el próximo lunes 19 de octubre.
Bien se podría decir que la literatura escrita por mujeres está a menudo espoleada por una conciencia esencial del esfuerzo. Para la periodista y escritora Lindo, «las mujeres expresan cuánto trabajo precisa el acto de amar, de tener hijos o de desear la soledad, cuán férrea voluntad hay que reunir para defender una vocación al tiempo que se cumple con las tareas que ha acarreado tradicionalmente la condición femenina”.
Para homenajearlas, la Biblioteca Nacional de España; la Federación Española de Mujeres Directivas, Ejecutivas, Profesionales y Empresarias (FEDEPE); y la Asociación Clásicas y Modernas (CyM) participan en la organización del V Día de las Escritoras con la idea de difundir el legado cultural de las escritoras hispanas e hispanoamericanas, recordar las dificultades a las que se enfrentaron y destacar el valor de sus obras.
A la iniciativa se suman numerosas instituciones nacionales, públicas y privadas; y su acto consiste en la lectura (en el Salón de Actos de la BNE) de veinte breves fragmentos de textos escritos por autoras a cargo de personalidades de reconocido prestigio social y cultural y con una especial representación de creadoras en activo.
En esta edición, la comisaria Elvira Lindo ha querido incidir en el cansancio, el esfuerzo y el tesón de “Teresa de Jesús, Idea Vilariño, Luisa Carnés o Alfonsina Storni; pasando por Elena Fortún, Luz Pozo, Concha Méndez, Mercé Rodoreda, Circe Maia, Gabriela Mistral y tantas otras en cuya escritura se refleja el esfuerzo de vivir la vida trabajada, el cansancio y la voluntad de cumplir, a pesar de las trampas del camino, con una vocación tozuda e intensa”.