Sus manos son reflejo del paso del tiempo. Unas manos que han sabido expresar y dar vida artística mediante el color y diferentes texturas. Patxi Buldain es un hombre sencillo y sabio que vive en Huarte y que, a sus 92 años, ha dejado una huella imborrable en la cultura de Navarra. Su obra habla del ser humano, de las relaciones familiares, de mujeres y muchachos. Habla de los que miran al universo, de las que salen del bosque, de las apariencias, de los pensadores… Habla con su pintura y transita transversalmente por las vanguardias, sin impostar su mirada para satisfacer las necesidades pasajeras de otros. La obra de Patxi refleja el arte en esencia, ese arte que narra y describe la historia y que, muchas veces, es un oasis en un mundo que no entiende siempre de justicia, de belleza o de talento.
Las trece obras que se presentan en el Hotel Maisonnave hasta el 15 de enero, dentro del ciclo Arte Nuevo, nos adentran en el universo inédito y reciente de una leyenda sencilla. Una obra que contiene toda la esencia y la verdad de este artista que ha logrado dar su visión del mundo en el que le ha tocado vivir. Y ese mundo es un mundo expresionista, surrealista, onírico, anarquista, libertario, pero ante todo genial en su sencillez.
Para Mikel Belascoain, artista y comisario de Arte Nuevo, tener a Patxi Buldain es muy importante. “Patxi me dio la primera oportunidad para exponer, cuando no te abría nadie las puertas. Recuerdo que vino a la inauguración y que, en su actitud, solo podía percibir magia y frescura. Esa es la influencia que ha dejado Patxi en mi obra y supongo que lo será en la de tantos artistas navarros que, como yo, hemos bebido de Patxi. Ya va siendo hora de que reconozcamos la inmensa labor y la genial mirada de este artista, de este hombre sencillo y sabio que vive en Huarte y que está dejando una huella imborrable en la cultura de esta comunidad”.
Con 92 años, Patxi Buldain ha realizado más de cien exposiciones individuales y es referente de varias generaciones de artistas.
DE CORNETA A ARTISTA
En España, se acababa la guerra civil, y un jovencísimo Patxi Buldain se alistaba voluntario al servicio militar con el fin de que se le destinase a Montejurra para estar cerca de la frontera. Era el corneta de la banda y una madrugada, en vez de tocarla para que todos se levantasen, se fue monte a través para cruzar la frontera y escapar a Francia. Esta anécdota describe el carácter de un artista marcado por su obra y por la libertad.
Durante más de 20 años, vivió y trabajó en París, logrando gran reconocimiento. “Pero mi esposa y yo preferíamos tener un poco de algo en nuestra tierra que mucho de todo en el extranjero”. La vuelta a España no fue sencilla. Era un perfecto desconocido en su patria, mientras las grandes galerías europeas se disputaban el honor de colgar sus óleos y mostrar sus esculturas.
A lo largo del tiempo, Patxi logró conformar su propio universo pictórico y artístico, sencillo y comprometido, poniendo su base en Huarte, localidad donde durante un tiempo le dedicaron recursos para establecer una fundación que llevaba su nombre. Una entidad que cerró durante la crisis económica de 2008 por falta de presupuesto.
ARTE NUEVO
El Hotel Mainssonave ha apostado por realizar exposiciones, donde los artistas pueden presentar sus obras, integrando la cultura en el hotel. Y este ciclo Arte Nuevo de Buldain es un ejemplo. Según explica Belascoain, la principal característica de la obra pictórica reciente de Patxi Buldain es su completa libertad creativa: “El artista siente que domina la técnica. A pesar de que la obra de Buldain evidencia el constante cambio de técnicas y estilos a lo largo de toda su trayectoria, en esta etapa creativa puede advertirse la convivencia simultánea de numerosos estilos y lenguajes, diversificando su expresión artística”.
En cuanto al grabado, realiza el proceso, no estampa la imagen en papel, sino que utiliza la matriz como obra única, pintando sobre ella. Según señala Patxi, esta técnica “está entre la escultura y la pintura, pues aquí se trabaja el volumen y el color al mismo tiempo”.
Durante la década de los noventa lleva a cabo los primeros experimentos con la técnica de puntos. Esta se materializa desarrollando la técnica de acrílico con jeringuilla, atendiendo a una única construcción formal: los puntos, los cuales siempre han estado presentes en su obra, aplicándolos de forma cautelosa.
En los años 2000 y 2001, el somier estuvo presente en la obra, pero de forma oculta, como bastidor de la tela. En 2008, Buldain eligió definitivamente el somier como tema, símbolo y materia. Recicló la retícula del somier hasta construir de forma tridimensional las figuras humanas. Pero son huecas, transparentes, ligeras, dan la sensación de ser un esqueleto porque son la huella, la sombra que se esfuma en cuanto se despierta la persona de su sueño. Patxi también es pintor y no deja los somieres tal como son, oxidados por el tiempo. Él los pinta, pinta la red, las láminas y los personajes, con colores metálicos.
En 2010, se dio una evolución estilística. Patxi desarrolló su propio lenguaje, ligado al color y a las figuras humanas, no tan anónimas ni tan abstractas. Tenían un rostro definido, lo que parecía dotarles de una identidad individual.
Es una mirada a su creatividad, a una intensa vida dedicada al arte, a una fusión entre creatividad e imaginación con la propia realidad del mundo. Una mirada honesta de la que ya es una leyenda en el arte navarro.