Hace dos décadas, se alzó en Pamplona un proyecto que supondría un gran paso para Navarra en el campo de la investigación científica. El Centro de Investigación Médica Aplicada de la Universidad de Navarra (CIMA) nació con una meta clara: afrontar problemas clínicos actuales y plantear el tratamiento más eficaz para cada paciente. «La investigación científica es como un castillo de naipes. Tal vez hoy no obtengas resultados, pero quizá mañana sí. Poco a poco, investigando podemos conocer el funcionamiento del mundo», expresa Lucía Vanrell, directora de la Unidad de Traslación e Innovación de la entidad mientras se abre camino entre los infinitos laboratorios que aúna el edificio.
A la hora de detallar la misión del centro, que forma parte del Sistema Navarro de I+D+i (SINAI) coordinado por ADItech, hace especial hincapié en la palabra «traslación»: «Los proyectos que desarrollamos se tienen que traducir en un beneficio para el paciente. Aquí todo está pensado para eso».
Uruguaya de nacimiento, realizó en el CIMA su tesis doctoral, en la que abordó la inmunoterapia génica del cáncer. Cuando regresó a su país natal, continuó investigando en colaboración con el centro desde el otro lado del charco, y más tarde fundó Nanogrow, una startup biotecnológica especializada en el desarrollo de nanoanticuerpos para la industria farmacéutica humana y animal, que hoy cuenta con sede en Estados Unidos y Pamplona. Precisamente a raíz de este proyecto, hace un año el CIMA decidió ficharla para liderar su área de Traslación e Innovación. En concreto, este departamento se enfoca en atender las necesidades e inquietudes del personal investigador, así como de guiarlo.
«Esta unidad ha existido desde los inicios del CIMA», subraya para acto seguido recalcar la importancia de que toda persona investigadora piense en el impacto de sus iniciativas sobre los posibles pacientes y, también, en las herramientas que necesita para emprender. «Analizamos si una propuesta es atractiva para un fondo de inversión o para una empresa farmacéutica, por ejemplo. Hay que encontrar cuál es el mejor camino para que esa iniciativa llegue a buen puerto», incide.
INVESTIGAR PARA AVANZAR
Con 467 profesionales y 42 grupos de investigación, el CIMA tiene actualmente en marcha seis spin offs que considera prometedoras. Satisfecha, Vanrell alude en primer lugar a Handl Therapeutics, especializada en el desarrollo de terapia génica para el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas. La firma ha establecido con el CIMA un acuerdo de colaboración y licencia exclusiva sobre sus resultados de investigación para el tratamiento del párkinson, que permitirá desarrollar un «vector de terapia» capaz de atenuar y detener la muerte celular de las neuronas cerebrales productoras de dopamina. Constituida en 2019, fue adquirida por la multinacional biofarmacéutica UCB un año después de su creación.
«Aunque puede haber impactos ahora, en veinte años o nunca, la investigación científica es fundamental para avanzar»
Por su parte, Vivet Therapeutics se centra en la terapia génica para el tratamiento de enfermedades hepáticas raras. «CIMA tiene experiencia en la investigación de la terapia génica y, concretamente, en su aplicación a la enfermedad de Wilson», especifica esta experta de 42 años tras explicar que dicha patología provoca que el cuerpo acumule demasiado cobre, particularmente en el hígado y en el cerebro. Con importantes inversores como la gigante Pfizer, la firma ya realiza ensayos clínicos de fase I en el Yale University Hospital, en Estados Unidos.
Otra de las spin offs que lleva a cabo ensayos clínicos de fase I es Hemostatics. Especializada en el desarrollo de un nuevo «agente antifibrinolítico» para reducir el sangrado en condiciones hemorrágicas potencialmente mortales e incapacitantes, se encuentra en marcha en la Clínica Universidad de Navarra (CUN). «Aunque puede haber impactos ahora, en veinte años o nunca, la investigación científica es fundamental para avanzar y buscar solución a diferentes problemas de salud», apostilla Vanrell segundos antes de nombrar a la compañía Sortcell Analytica, que fue fundada hace más de un año y actualmente se encuentra en busca de financiación. «Si se consigue detectar unas células tumorales a tiempo, con nuestra tecnología podemos aislarlas para poder ejecutar un diagnóstico y un pronóstico con una muestra de sangre periférica», resalta.
Invertir en ciencia conlleva apostar por una sociedad más sana y con mayor calidad de vida. De hecho, al hilo de esta afirmación, Vanrell nos invita a viajar al pasado e imaginar aquellos tiempos en los que enfermedades como la peste provocaron tragedias. Siglos después, gracias a realidades como las vacunas o los antibióticos, esas catástrofes se pueden prevenir y tratar. «Por eso es necesario destinar tiempo y recursos a la investigación», asegura justo antes de hablar sobre la compañía Mimo, que se encuentra en proceso de «estructurar» su primera ronda de inversión. «Para los ensayos clínicos hay que armar un paquete regulatorio con ciertas medidas de seguridad. La farmacéutica interesada quiere saber si ese producto será eficaz en el paciente. Para eso se necesitan modelos de animales que mimeticen lo que va a pasar en el humano», apunta. Así, el objetivo de la firma consiste en analizar animales con distintos tipos de cánceres hematológicos, como el mieloma múltiple o el linfoma, para encontrar así un tratamiento más dirigido y efectivo.
Finalmente, otra de las spin offs que está estructurando su primera ronda de inversión es Qimer Bio Therapeutics, empresa centrada en las terapias celulares avanzadas (CARTs) para el tratamiento de neoplasias hematológicas: «Esas terapias toman células del paciente y tratan de matar al tumor de manera más efectiva».
UN BALANCE «MUY POSITIVO»
Orgullosa de estos seis proyectos de emprendimiento que han despegado con fuerza desde el CIMA, Vanrell pone en valor la «ubicación privilegiada» del centro. «Estamos en un campus biomédico, con la CUN en la acera de enfrente, la facultad de Ciencias de la Universidad de Navarra al lado, el Hospital Universitario de Navarra…En pocos metros cuadrados tenemos muchas instituciones que trabajan sinérgicamente entre sí», constata para añadir que, gracias en parte a ese «entorno científico», el CIMA se ha posicionado como un centro de investigación «excelente» y «de referencia» a nivel nacional y europeo.
Así, a la hora de hacer balance, califica como «muy positivas» las dos décadas de andadura de la entidad: «Hemos cumplido la mayoría de edad. Somos jóvenes, pero tenemos recursos y reconocimiento internacional, un muy alto índice de impacto promedio en revistas internacionales arbitradas… Desde el CIMA se puede generar ciencia de alto impacto, disruptiva y traslacional».