viernes, 11 octubre 2024

Los artistas vetados en las Olimpiadas del 92

Era el 25 de julio de 1992 y el mundo entero tenía los ojos puestos en Barcelona: se inauguraban los Juegos Olímpicos en la ciudad condal y, por primera vez, el país acogía un evento deportivo de tal magnitud. La preparación de aquel acontecimiento incluyó la realización de 58 carteles, diez de los cuales se encargaron a distintos pintores. Entre ellos se encontraban los que Julian Schnabel y Penck realizaron. El atrevimiento de ambos artistas, sin embargo, les acarreó la censura por parte del Comité Olímpico Español (COE), que encontró inadecuado el alto voltaje erótico que desprendían sus obras. Finalmente descartadas por la posible controversia que podría haber suscitado su publicación, ambas piezas han vuelto a ver la luz décadas más tarde en una subasta de arte.


10 septiembre, 2022 - 00:09

Fue el crítico Daniel Giralt-Miracle quien propuso a los artistas encargados de publicitar la marca Barcelona. (Fotos: cedidas)

Coincidiendo con el 30º aniversario de las Olimpiadas de Barcelona del 92, la casa de subastas Setdart licitará dos obras inéditas de Julian Schnabel y A.R Penck. En su día, ambos artistas participaron en un proyecto organizado en el marco del mayor evento deportivo del mundo.

Era el 25 de julio de 1992 y el mundo entero tenía los ojos puestos en la capital catalana: se inauguraban los Juegos Olímpicos en la ciudad condal y, por primera vez, España acogía un evento deportivo de tal magnitud. El éxito y repercusión de este acontecimiento fue, sin duda, uno de los grandes hitos que cambió la historia de la ciudad. Incluso podría decirse que las Olimpiadas se convirtieron en la chispa que encendió el espíritu innovador y vanguardista de Barcelona.

En este sentido, la historia que se esconde tras estas dos obras que la casa de subastas Setdart licita da al lector una idea de la envergadura de este hito. Una de las partes que conformó el proyecto patrocinado por Telefónica se basó en la realización de 58 carteles, cuya función era promocionar la imagen de los Juegos Olímpicos de Barcelona. Dicha iniciativa, la más ambiciosa de la historia de los Juegos, se agrupó en cuatro ámbitos o colecciones: la de carteles olímpicos oficiales, la de carteles deportivos fotográficos, la de diseñadores, y la de pintores. En esta última y mediante la colaboración del crítico e historiador del arte Daniel Giralt-Miracle, se propusieron diez artistas para publicitar la marca Barcelona. Y entre ellos se encontraban los que Julian Schnabel y Penck realizaron.

Sin embargo, el atrevimiento de ambos artistas a la hora de realizar sus respectivos carteles les acarreó la censura por parte del Comité Olímpico Español (COE), que encontró inadecuado el alto voltaje erótico que desprendían sus obras. Finalmente descartadas por la posible controversia que podría haber suscitado su publicación, la licitación de estas piezas es, por tanto, una ocasión inédita hasta el momento de adquirir una pequeña parte del legado cultural que las Olimpiadas brindaron.

TRAYECTORIA

Nacido en Brooklyn, Nueva York, en el seno de una familia de origen judío, Julian Schnabel cursó un Bachelor en Fine Arts en la Universidad de Houston y posteriormente fue admitido en un programa especializado del Museo Whitney de Arte Estadounidense. Su obra pictórica se ha enmarcado en la corriente Bad Painting, un movimiento dentro de la pintura figurativa y el neoexpresionismo nacido en los años 70. Al margen de su faceta como pintor, Schnabel ha sido internacionalmente reconocido como director de cine. En concreto, algunas de sus películas como Basquiat, Antes que anochezca y La escafandra y la mariposa le valieron nominaciones y galardones en Cannes, los Globos de Oro, en los BAFTA, en los César y en el Festival Internacional de Cine de Venecia.

También A.R. Penck -nombre artístico de Ralf Winkler– tenía un perfil multifacético. El alemán, que falleció en Zúrich (Suiza) en 2017, era baterista y percusionista además de pintor y escultor. Criado bajo el régimen comunista de la extinta República Democrática Alemana (RDA), bebió de la tradición de artistas occidentales y desarrolló la mayor parte de su labor profesional en las ciudades de Berlín, Düsseldorf, Dublín y Nueva York.

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