sábado, 4 mayo 2024

Los hogares con todos sus miembros en paro se duplican desde 2008

Además, el envejecimiento de la población activa, la precariedad laboral, la desigualdad de género y la siniestralidad han aumentado notablemente tras la crisis, según el último diagnóstico del empleo en la Comunidad foral, elaborado por el Gobierno autonómico.


Pamplona - 7 febrero, 2020 - 14:31

Los jóvenes y las mujeres se ven seriamente afectados por el actual mercado laboral. (Foto: cedida)

Navarra ha incrementado en más de 43.000 personas (un 17,8 %) las afiliaciones a la Seguridad Social desde 2014, cuando se alcanzaron los niveles más bajos desde el estallido de la crisis (243.505). Pero aún no ha disminuido los datos del paro hasta los ratios anteriores a 2008. De hecho, en enero de 2020 se contabilizaron 10.107 personas desempleadas más que entonces. La subida, por tanto, es del 42 %.

Estos y otros datos se recogen en el informe que este viernes presentaron la consejera de Derechos Sociales, Carmen Maeztu; el consejero de Desarrollo Económico, Manu Ayerdi, y el director del Observatorio de la Realidad Social, Luis Campos, bajo el título ‘Transformaciones del empleo en Navarra y principales focos de atención. Orientaciones para el Plan de Empleo de Navarra’. En este sentido, el documento pretende servir de elemento de apoyo para elaborar el Plan de Empleo de Navarra.

Del total de personas desempleadas en Navarra, el 59,6 % son mujeres, casi once puntos más que en 2009.

El paro registrado en enero de 2020 se situó en 33.872 personas, 10.107 más que en enero de 2008. Pero, al mismo tiempo, los representantes del Gobierno foral también destacaron que actualmente hay 22.652 personas paradas menos que en febrero de 2013 (cuando se registró la cota máxima, con 56.524 desempleados). En ese sentido, el propio diagnóstico advierte de los efectos «de una cierta desaceleración económica y laboral, más evidente a partir de la segunda mitad del año».

DESEMPLEO POR GÉNERO Y DURACIÓN

Durante el periodo de recuperación postcrisis, se han vuelto a incrementar las desigualdades, especialmente con las mujeres y las personas inmigrantes. Así, del total de personas desempleadas en 2019, el 59,6 % eran mujeres, frente al 49 % de 2009. Y, además, la tasa de paro de la población extranjera se fijó en el 19,4 %, frente al 6,7 % de la española (datos EPA 2019).

El análisis constata un problema que ya se puede catalogar «como crónico» en el mercado laboral: la existencia de un mayor desempleo estructural, consecuencia en gran medida «de la fuerte crisis» económica sufrida en Navarra y en España en general. De hecho, 2019 cerró con una cifra preocupante: el desempleo de larga duración ya supone el 33 % del total. Y aunque «está mejorando en los últimos años», lo cierto es que en 2008 era ocho puntos más bajo.

El desempleo de larga duración se ha incrementado en ocho puntos, al pasar del 25 % en 2008 al 33 % en 2019.

Esta subida se agrava especialmente en determinados segmentos de población: el 40 % de las mujeres en paro, el 40 % de los mayores de 55 años y el 39 % de los que solo poseen estudios primarios son desempleados de larga duración.

MÁS PRECARIEDAD

Por otra parte, el número de contratos ha alcanzado «una cifra histórica», con casi 400.000 registrados en 2019 (desde 2013, esta cifra ha ido aumentando). De modo que la suma de las dos variables, crecimiento de la contratación y permanencia de las cifras de desempleo, «nos hablan de una contratación en la que una parte de la misma es sustancialmente más en precario».

En los últimos cinco años, el peso de los contratos temporales de corta duración «ha rondado el 40 %».

Aunque la tasa de temporalidad se mantiene en cifras similares a las de antes de la crisis y se constata un importante crecimiento de la contratación indefinida entre 2013 y 2019 (+12,1 %), este último año el porcentaje de contratos temporales de corta duración, de una semana o menos sobre el total, ha sido del 39,2 %. Es más, «se trata de un fenómeno consolidado». En los últimos cinco años, el peso de este tipo de contratación «ha rondado el 40 %» y el porcentaje de personas que solo ha tenido contratos temporales durante este periodo «ha sido del 82,8 %».

Simultáneamente, se incrementan los empleos a jornada parcial, del 13 % en 2008 al 17 % actual (datos anuales EPA). Y la tasa de parcialidad de las mujeres ocupadas es del 27,6 % frente al 7,4 % de los hombres. Las personas con contratos a jornada parcial durante este último año han sido el 35,4 %.

AUMENTO DE LA SINIESTRALIDAD LABORAL

De manera pareja a la flexibilidad, hay otro aspecto fundamental del mercado de trabajo que ha manifestado «un ascenso relevante»: la siniestralidad laboral. Navarra, una comunidad autónoma «que ha mostrado tradicionalmente índices de accidentalidad por debajo de la media estatal», ha sufrido en los últimos años un incremento importante, que ha roto con esta tendencia. Así, de 2017 a 2018 el índice de accidentes de trabajo con baja subió un 5,8 %, el porcentaje más elevado a nivel estatal, si bien muy inferior al registrado en los años previos a la crisis.

De 2017 a 2018, el índice de accidentes de trabajo con baja subió un 5,8 %, el porcentaje más elevado a nivel estatal.

Por el contrario, en términos salariales, Navarra sigue manteniendo niveles claramente por encima de la media estatal. Los últimos datos muestran cómo el coste salarial, por persona trabajadora y mes, ha ascendido de manera significativa desde finales de 2016, muy por encima de la media estatal.

De hecho, la diferencia entre el coste salarial de Navarra y el Estado alcanzó, en el tercer trimestre de 2019, los 166,38 Euros. No obstante, si tenemos en cuenta la evolución del IPC y la de los salarios (según el coste salarial ordinario) se produce también en Navarra un importante descenso del poder adquisitivo, sobre todo en el periodo 2011 a 2013.

La tendencia se rompe en 2014 para volver a caer, aunque de manera más leve, en 2015 y 2016. Es a partir de 2017 cuando el poder adquisitivo vuelve a la senda del crecimiento. Sin embargo, dado el importante impacto de la crisis, esa recuperación del poder adquisitivo resulta positiva aunque todavía insuficiente, según el estudio.

DESCENSO DE LA POBLACIÓN ACTIVA

Uno de los desafíos más importantes es el reto demográfico. Navarra es una comunidad longeva y la evolución del índice de envejecimiento, aumentando 9,8 puntos desde 2008 hasta 2018, así lo constata. En el marco laboral, la primera consecuencia observable de esta realidad es la «importante reducción en la última década del volumen de personas en disponibilidad de trabajar». Concretamente la tasa de actividad ha disminuido, pasando del 61,5 % en 2008, al 58,6 % en 2019.

En 2008 se contabilizaron 33.823 afiliados a la Seguridad Social de 55 años o más, mientras que en 2019 esta cifra fue de 55.215 (+ 63,2 %).

El envejecimiento demográfico se refleja también en la población ocupada. Mientras en 2008 se contabilizaron 33.823 afiliados a la Seguridad Social de 55 años o más (que suponían el 12,3 % del total), en 2019 esta cifra fue de 55.215 (el 19 % del total). El incremento es muy llamativo, ya que se situó en un 63,2 %. Y por tanto, el reemplazo de la población activa no va a ser sencillo con un índice, en 2019, casi 20 puntos por debajo del registrado en 2008.

Estos procesos se ven acentuados por el incremento constante de la población navarra residente en el extranjero, cifrado en un 48,69 % desde 2008. Además, «conviene añadir que se trata mayoritariamente de población joven (20 a 34 años)». Como contrapartida, el aumento de la población extranjera residente en Navarra ha sido constante a pesar del leve descenso vivido en los años centrales de la crisis. De hecho, con respecto a 2008, esta población ha aumentado en 22.000 personas (de 76.176 en 2008 a 99.211 en 2019) y su peso sobre el conjunto de residentes supone actualmente el 15 %, frente al 12 % de 2008. Según los datos del padrón continuo, ocho de cada diez extranjeros empadronados en Navarra tienen entre 20 y 59 años.

CRISIS Y POBREZA

Los niveles de pobreza y exclusión social de Navarra se sitúan «por debajo de las medias estatales». Conforme a los datos más recientes (de 2017, publicados en 2018), la tasa de pobreza severa con umbral estatal se encuentra en el 2,6 % y la relativa, en el 8,9. Con umbral autonómico, en el 14,9 y, según AROPE, en el 12,6 (2018). Es decir, se trata de una diferencia de 5,3 a 13,5 puntos por debajo de la media estatal. De hecho, «en 2017 14.000 personas dejaron de sufrir pobreza severa».

Sin embargo, la crisis ha conllevado «un aumento de los hogares con todos sus miembros en situación de desempleo, a pesar de la mejora de los últimos años»: en 2019, esta cifra alcanzó aproximadamente los 8.900 hogares (650 menos que en 2018). Pero en comparación con 2008, se ha duplicado esa tipología de hogar (entonces eran 4.178). De esta forma, actualmente los hogares en los que todos sus miembros activos se encuentran en situación de desempleo suponen el 4,4 % del total con personas activas (llegaron a suponer el 10,6 % en 2013 y el 2,4 % en 2008).

En 2008, había 4.178 hogares en Navarra con todos sus integrantes en paro; en 2019, un total de 8.900.

Así, el porcentaje de personas con salarios bajos en Navarra es del 5,4 % (aunque en el año 2011 llegó al 11 % y este mismo porcentaje, a nivel estatal, se sitúa en el 16,2 %). De hecho, los salarios del 17,3 % de los trabajadores se encuentran por debajo de los 1.000 euros mensuales (este porcentaje a nivel estatal es el 31,5 %, según la EPA).

La crisis ha supuesto también una transformación de los sistemas de protección frente al desempleo y a la exclusión social en Navarra. La tasa de cobertura por desempleo en Navarra ha descendido considerablemente y se encuentra por debajo de la estatal (54,2 % frente a 61,8 %). Igualmente, se ha dado un incremento del peso de las prestaciones no contributivas.

Desde 2008 hasta 2019 se ha producido una importante transformación en este sentido, pasando de un 72 % de prestaciones contributivas a un 59,4 % tomando, como consecuencia, un mayor peso los subsidios. En este contexto se produce un incremento de las personas beneficiarias de Renta Garantizada (RG) hasta 2018, con un ligero descenso en 2019, que sitúa la tasa de cobertura de esta prestación alrededor del 5 %.

TENDENCIAS DEL EMPLEO EN 2030

En cuanto a las tendencias de la demanda de empleo, el análisis se hace eco de la herramienta del Observatorio de Realidad Social para la prospectiva del empleo y tendencias ocupacionales en Navarra, denominada NAVARLAN. Esta web cuenta con proyecciones del empleo en sectores económicos y ocupaciones y de la oferta potencial de personas trabajadoras en Navarra hasta el año 2030.

El proceso de convergencia en las tasas de actividad por género «continuará avanzando en los próximos años, disminuyendo ligeramente las tasas masculinas y aumentando las femeninas». Conjuntamente se registraría «un aumento medio de unas 2.500 personas por año, llegando a 2030 con unas 30.000 personas activas más que en la actualidad».

Por otro lado, el PIB de Navarra crecería a un ritmo medio en torno al 1,5 % en los próximos años, con un aumento de la productividad alrededor del 0,6 %, lo que dejaría un margen de expansión de la demanda de empleo cercana al 1 % anual. Eso supone unos 2.800 nuevos empleos por año desde 2018 hasta 2030.

Según las estimaciones del informe, el PIB de Navarra crecerá a un ritmo medio de en torno al 1,5 % en los próximos años.

Con las proyecciones realizadas por el Centro de Predicción Económica (CEPREDE), se estima que la tasa de paro en Navarra oscile en los próximos diez años entre el 8 % y el 10 %.

En términos generales, se registraría un aumento neto (variación neta de la demanda de 2018 a 2030) de unos 37.000 empleos que, mayoritariamente, se ubicarían en las actividades de servicios, para las que «se adelantan aumentos moderados de actividad, pero pocos avances en productividad». En el extremo contrario, las mayores reducciones se concentrarían en el sector primario y la metalurgia, que registrarían «escasos avances de producción y altas tasas de productividad», y en la industria agroalimentaria, donde las perspectivas de aumentos de producción son más favorables, pero para las que esperan «grandes avances de productividad por efecto de la robotización y mecanización».

Por otra parte, las demandas totales por reemplazo irían aumentando progresivamente hasta superar los 10.000 empleos por año.

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