La década de los años 80 transformó la vida del joven veterinario Adrián González. ¿La razón? Descubrió la importancia del cuidado podal en las vacas lecheras. Una labor que tradicionalmente ha pasado bastante desapercibida, pero que en los últimos años ha generado un ‘boom’ de contenidos en las redes sociales y que se ha convertido en crucial para los ganaderos. Y es que la cojera, junto con los problemas de fertilidad y la mamitis, es uno de los tres principales motivos que provocan pérdidas económicas en las ganaderías de vacuno lechero.
En aquella época, países como Dinamarca lideraban la profesionalización de estos procedimientos que en España eran realizados de forma artesanal por herreros. Precisamente, el país nórdico acogió durante unos cuantos años al veterinario pamplonés y le ofreció formación en el cuidado podal vacuno y en la última tecnología que existía en este ámbito.
“Mi padre estuvo un tiempo aprendiendo y, cuando volvió, trajo consigo un potro, una máquina que le ayudaba a hacer un trabajo más limpio. Fue teniendo más demanda en Navarra y ampliando el servicio hasta que llegó un punto en el que gente interesada le pedía formación”, relata su hijo, Eki González, a Navarra Capital. Incluso, su antecesor vislumbró la oportunidad de incorporar mejoras técnicas al diseño del potro para “aumentar la ligereza y la bioseguridad, así como la ergonomía del animal y el usuario”.
En la actualidad, Grupo Anka está formado por las empresas Ankapodol, Arbandieta Manufacturas, Digitrim, Patasur y Smart Cattle Vision
De esta forma, la empresa Ankapodol creció orgánica y lentamente por la inquietud de su fundador, quien también llegó a ser socio minoritario de otras dos firmas centradas en este mismo ámbito: la catalana Digitrim y la andaluza Patasur.
Por su parte y tras graduarse como ingeniero por la Universidad Pública de Navarra (UPNA), Eki dedicó los primeros compases de su trayectoria profesional a un segmento distinto del sector agroalimentario. De hecho, llegó a liderar importantes proyectos de biogás para la multinacional Bigadan en Dinamarca, Estados Unidos, Inglaterra y Alemania.
Pero en 2018 y tras nueve años ejerciendo esos cargos, Eki volvió su mirada hacia la empresa familiar: “Yo manejaba presupuestos mucho más altos que los de Ankapodol, de 15 o 20 millones, pero mi responsabilidad se acababa con las iniciativas. Así que empezó a motivarme el desafío de coger el relevo en la empresa de mi padre y tener la libertad de decidir a dónde ir en el futuro”.
Eki se incorporó así en la sección de Ingeniería de la firma, ubicada en Orkoien, y trazó junto a su padre un plan de futuro. En concreto, se trataba de potenciar dos líneas integradas en el ADN de la empresa: la I+D y la internacionalización. La propiedad de la compañía puso rápidamente en marcha su apuesta: “Tan pronto como me incorporé, quisimos crear una línea de trabajo para entrar en el sector industrial. Por eso, a finales de ese mismo año, ya teníamos estructurada una nueva empresa: Arbandieta Manufacturas“.
Para potenciar la segunda línea, Eki no tardó en contactar con Daniel Zalduendo, primo suyo y veterinario especializado en vacuno de leche. Hasta entonces, este último trabajaba en la española Hipra como responsable de una vacuna para bovinos. “La empresa se ha hecho famosa en los últimos años por crear la primera vacuna española para el Covid-19, pero en los siete años que estuve ahí nos dedicábamos a la salud animal”, añade Daniel entre risas, mientras relata que aceptó la propuesta de Ankapodol para liderar su expansión internacional como responsable Veterinario y de Ventas.
NUEVA FÁBRICA EN ORKOIEN
Así, el Grupo Anka, hasta ahora integrado por Arbandieta Manufacturas, Ankapodol, Digitrim y Patasur, ha experimentado un fuerte impulso. En los últimos cuatro años, ha duplicado su facturación para pasar de 2,5 millones de euros en 2018 a 5 millones en 2022. Al mismo tiempo, emplea en sus naves de Orkoien y Noáin a 32 personas, veinte más que hace cinco años, para exportar el 90 % de los cien potros que fabrica al año a “más de treinta” países.
“Nuestros principales mercados son Inglaterra, EEUU, México e Italia. Y aunque el natural es Europa, nuestro crecimiento está en Estados Unidos, donde llevamos cuatro años, y China, donde entramos el año pasado”, desglosa Daniel.
Además, el grupo navarro trabaja a través de Arbandieta con clientes de la industria agroalimentaria. “Aunque estamos como proveedores del sector primario, es un mercado que poco a poco va teniendo más concentración de capitales y este fenómeno lo comprime. Así que, sin perder vista de nuestro origen, hemos incorporado servicios como líneas de plegados o de soldadura con gas inerte, así como otros proyectos de I+D más pequeños de movilidad sostenible”, incide Eki, que en la actualidad ya ejerce como gerente general de esta empresa y Ankapodol.
Ahora, el grupo dará un paso más para incrementar su capacidad productiva. En concreto, recientemente adquirió 2.600 metros cuadrados en el polígono Cruz Blanca de Orkoien con el objetivo de construir una segunda nave en la localidad de 1.600 metros cuadrados, que reemplazará a la sede de Noáin. Un proyecto con una inversión aproximada de 1,5 millones de euros.
“Dejamos otros 1.000 metros contiguos en cartera para una futura ampliación de actividades. También estamos implantando la ISO 9001 y recibiendo asesoramiento para integrar todas las líneas con el fin de aumentar nuestra producción”, celebra el hijo del fundador.
HACIA LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL
En estos momentos, Ankapodol también está sumergida en un nuevo proyecto de I+D relacionado con la Inteligencia Artificial. Para canalizarlo, ha creado junto a la italiana Geoinference una nueva empresa, Smart Cattle Vision: “Todavía no podemos hacer grandes anuncios al respecto, pero sí se puede decir que la iniciativa estará enfocada a la salud podal, con miras a ampliar las aplicaciones. Las sinergias con esta empresa son grandes y vemos que podemos actuar en diversos campos”.