El pasado 23 de octubre, el Parlamento Europeo aprobó una directiva que permite el uso de las denominaciones habituales de la carne para elaborados vegetales que no la contienen en su composición. Aunque aún falta por tanto su transposición a la legislación española, se podrá hablar de hamburguesa, salchicha, embutido, escalope o filete vegetal sin riesgo a una demanda. Por el contrario, el organismo decidió prohibir la palabra leche o lácteo en los productos que no la llevan.
Distintas agrupaciones agrarias instaron al Parlamento Europeo a estudiar el impacto y las consecuencias de la autorización de estos términos que, según denunciaron, fomentan prácticas comerciales engañosas e injustas. Pero la decisión fue clara, y ahora España deberá trasladarla a su normativa. “Hay poco margen para hacer cambios a la resolución”, explican desde la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (ASAJA), una agrupación de referencia dentro del sector.
Por este motivo, NavarraCapital.es conversó con distintos representantes del sector para conocer sus opiniones al respecto. Y hay un punto en el que parecen estar de acuerdo: no se muestran contrarios a esta clase de productos, pero sí de utilizar la denominación ‘carne’ para ellos. O, al menos, piden incluir el apellido ‘vegetal’.
NI A FAVOR NI EN CONTRA
De todas formas, sindicatos como la Unión de Agricultores y Ganaderos de Navarra (UAGN) y la Unión de Cooperativas Agroalimentarias de Navarra (UCAN) apuntan que este no es el mayor de sus problemas en estos momentos. “El precio, las tendencias de consumo, los grandes latifundios, la mala comunicación o no dar importancia a quienes tienen aquí sus producciones” son las principales reivindicaciones del sector en los convulsos tiempos actuales. “El sector no está ni en contra ni a favor de estos productos. De hecho, nos parece estupendo que se desarrollen distintos alimentos si cumplen con las garantías exigidas”, sentencia Gonzalo Palacios, vicepresidente de UAGN y ganadero con una explotación de 300 cabezas de vacuno en el valle de Salazar.
España debe transponer ahora la directiva europea a su legislación, aunque “hay poco margen para hacer cambios”.
Malena San Millán, gerente de la cooperativa COOVA y miembro de UCAN, sentencia que “no tiene sentido entrar en esa guerra”. Para ella, “los problemas reales no vienen del uso de la palabra, sino de que nos estamos dejando comer por grandes potencias y es muy difícil luchar contra eso”. A este respecto, señala el peso de ciertos hábitos de consumo actuales, entre los que destaca a las grandes cadenas de comida rápida: “Siempre tienen largas colas de gente en sus establecimientos, cuando las carnes que utilizan ni siquiera están compradas aquí”.
El análisis de Juanma Garro, presidente de Lacturale, es más tajante. En primer lugar, subraya que el sector lácteo está satisfecho con la resolución que les afecta. Pero ante la “derrota” de la carne, dice estar “cansado de ver prostituir los alimentos” y pone el foco en cómo, actualmente, los ganaderos se esfuerzan por buscar “la autenticidad y la honestidad en los productos”. Así, insiste en que el sector se centra en “tocar lo menos posible los productos para no desvirtuarlos, por lo que esta decisión es un paso atrás”. Al final, lamenta, se va a “confundir a la gente, en lugar de clarificar”.
LAS CIFRAS
Las ventas de elaborados vegetales que imitan a la carne van ganando terreno poco a poco. Según un informe de Rabobank, el año pasado generaron 1.600 millones de dólares en Europa. Y, en España, este mercado movió unos 25 millones de euros, mientras el de la carne ha bajado un 12 % en los últimos ocho años.
En 2019, las ventas de elaborados vegetales que imitan a la carne generaron 1.600 millones de dólares en Europa.
El CEO de Goikoa, Alberto Jiménez, es de los que no tiene “nada en contra de los nuevos productos”. De hecho, está estudiando su posible elaboración. Pero no respalda la nueva terminología: “Como sector, estamos en desacuerdo en que se utilicen denominaciones cárnicas. Aunque no todos lo hacen, gran parte de ellos demonizan a nuestro sector y luego utilizan nuestras denominaciones como trampolín”. Por eso, demanda “respeto entre todos los sectores”.
Jesús Galar, gerente de Galar Foods, se muestra cansado de ese tira y afloja: “Si me piden chorizo vegetal, habrá que estudiarlo porque el cliente siempre manda”. Y recuerda que “grandes corporaciones como Campofrío o El Pozo han entrado a fabricar estos productos vegetales”, aunque de momento en su empresa no se lo plantean. Él ya ha probado “una hamburguesa vegetal” y personalmente no le gustó “porque no se parece en nada a una normal”. De ahí que defienda poner “el apellido ‘vegetal'” a estos productos para que “los consumidores lean y sepan lo que comen”. Parecido es el análisis en este punto de Garro, quien exige que se informe bien a los ciudadanos: “El consumidor no es tonto. Si se le informa bien, sabrá comprar y todos nos beneficiaremos”.
EL PRODUCTO DE AQUÍ
Ante esta tesitura, Palacios aporta otro matiz al debate. Para él, resulta clave centrar parte de las acciones en una cuestión muy concreta: en sensibilizar a los consumidores con el fin de que, “independientemente de que adquieran productos de origen animal o vegetal”, estos sean navarros. Porque “con la pandemia y el confinamiento, se necesita su apoyo”. “Luchamos para que el consumidor esté bien informado y no se le confunda. El consumidor es nuestro aliado y, si está bien informado, nosotros saldremos adelante”, apostilla Garro.
El representante de UAGN también saca a relucir el precio de los productos. “A menudo, cuando compramos, miramos el precio, pero no la procedencia, cuando indirectamente estamos perjudicando a productos de aquí, donde producimos con la máxima calidad y los más seguros. Algo que no ocurre fuera de la Unión Europea”, remata Palacios.
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