Vamos al encuentro con Maite de la Torre. Pensamos con envidia que, como ha trabajado durante veinte años en embajadas de ciudades tan cargadas de atractivos como París, Roma o Milán, es una afortunada. Cuando la tenemos delante, le preguntamos si se siente así y la sonrisa que se extiende por todo su rostro nos lo confirma: “Sí, para mí ha sido una experiencia inolvidable y una oportunidad muy importante a nivel profesional. Al final he vivido diez años en Francia y otros diez en Italia. Vivir en un país no tiene nada que ver con visitarlo como turista”. Pero advierte de que también tiene inconvenientes “de desarraigo, de ver qué hago con mis hijos…”.
Recientemente nombrada jefa del Área de Turismo Deportivo y Naturaleza del Instituto de Turismo de España (Turespaña), nació en Pamplona en una familia con nueve hijos. Su padre llegó por motivos profesionales a la ciudad y abrió un bufete. “Cuando tuvo la oportunidad de salir, mi madre estaba acomodada aquí. Les gustaba mucho esta ciudad con todas sus ventajas. La cercanía a Francia, por ejemplo, hizo que desde muy pequeña yo quisiera ver y saber qué había detrás de los Pirineos”.
Todos los veranos viajaba a Londres para aprender inglés y quizás por eso, cuando en 1975 terminó Derecho Administrativo en la Universidad de Navarra, con 21 años, Pamplona “se me hacía pequeña”. Así que se marchó a Madrid. “Salí muy joven en una época en la que, al contrario que ahora, la gente no lo hacía. Ahora casi se ven obligados y yo creo que es positivo porque eso te hace abrirte, tienes una experiencia internacional, contactos útiles a la hora de trabajar…”.
“Llevo 36 años de servicio en la Administración porque siempre he tenido muy clara la idea del servicio público”.
En Madrid aprobó unas oposiciones al Ayuntamiento, “pero la administración local también se me hizo pequeña”. De modo que consiguió, superando otras oposiciones, una plaza de administradora civil del Estado, “que te abre muchas puertas al ser muy multidisciplinar”. De hecho, “podía ingresar en cualquier ministerio”.
¿Por qué ese empeño en entrar en la denostada Administración? “Porque siempre he tenido muy clara la idea del servicio público. Te ofrece la posibilidad de trabajar para tu país y no me interesaba hacerlo en el sector privado”. Y se ha empeñado a fondo, acumula ya 36 años de servicio en puestos directivos de la Administración pública. Lo hizo en temas de urbanismo y medio ambiente en el Ayuntamiento de Madrid y, a través del profesor García de Enterría, supo que estaban buscando personas especializadas en Derecho Administrativo para el Gabinete de la Presidencia del Gobierno presidido por Felipe González. Ingresó en él con 30 años y como asesora. Además, como trabajó en la transferencia de competencias a las comunidades autónomas, ha contribuido a la construcción del modelo de Estado autonómico en el que vivimos todavía, aunque ella rebaja el rango de su labor: “Soy de la generación que hicimos la transición”.
También dio clases en la universidad: “Pero en 1982, con la Ley de Incompatibilidades, tenías que optar por la universidad o la Administración. Creo que eso fue un error y tomé la vía del sector público”. Hizo un máster en Turismo y, desde 1988, trabaja en puestos públicos relacionados con el sector: tanto en la sede de Turespaña, en la que ha ocupado diversos puestos en sus servicios centrales, y en el exterior como consejera de turismo en las embajadas en París, Roma y Milán, donde por cierto pudo volver a dar clases en un máster en la prestigiosa Universidad Bocconi.
No oculta el orgullo que le produce haber representado a España fuera de nuestras fronteras, haber mostrado “su enorme evolución” y hacerlo en un sector, el turístico, “donde las cosas se han hecho tan bien que nos envidien” en otros países: “Que España reciba 84 millones de turistas, que generan más ingresos que los que consigue Francia con algunos visitantes más, no ocurre por casualidad”.
“Hemos hecho las cosas tan bien en turismo que nos envidian en otros países”.
De acuerdo, pero el turismo también afronta problemas: el hartazgo que produce en ciudades saturadas de visitantes, el cambio climático, la contaminación de aviones y cruceros… Maite de la Torre asiente y comenta que “igual hay que viajar menos y que las estancias sean más largas”. Es más, “puede que estemos en un cambio de ciclo y que vayamos hacia un turismo que debe ser más sostenible… Pero lo que está claro es que hay que tomar conciencia de esas problemáticas”.
ALGO MÁS QUE SAN FERMÍN
Como ella misma decía, vivir en el extranjero cuando se tienen hijos puede resultar problemático, sobre todo si eres un poco nómada. Maite de la Torre tiene tres, que iban con ella cuando eran pequeños: “¿Cómo me apañaba? Pues con mucha organización y teniendo una persona en casa que me echaba una mano. Ahora los hombres colaboran más, pero en aquella época era impensable. Hoy al menos se habla de conciliación, pero entonces ni se conocía esa palabra”, señala riéndose. Ahora, con la perspectiva que da el tiempo, lo da todo por bueno. “Para mis hijos ha sido una oportunidad increíble. La primera vez que fui a Paris tenían entre 2 y 5 años, aprendieron en francés e inglés y tienen trabajo, entre otras cosas, por los idiomas y la formación que recibieron allí”.
De su labor en Turespaña dice que, como cada vez hay más competencia en los mercados, dirige una estrategia para cambiar la imagen de un destino de sol y playa por otra en la que ganan peso la cultura, la gastronomía y la naturaleza. “Ahí Navarra puede decir y hacer mucho”. Se lanza a enumerar nuestros espacios y lugares con valor turístico y aprovechamos para que nos diga a qué sitios lleva a la gente cuando tiene que hacer de guía: “Pamplona, que es una ciudad donde necesitas más de un par de días para verla; los monasterios de Leyre y La Oliva; Bertiz; el valle de Baztan, que es una joya; Ultzama es precioso… ¡Hay tanto!”.
“Hoy al menos se habla de conciliación, pero hace unos años ni se conocía esa palabra”.
Desde septiembre es la responsable del Área de Turismo Deportivo y Naturaleza, que incluye el Camino de Santiago, el cicloturismo, senderismo, montaña, vías verdes, trenes turísticos… Actividades en las que, insiste, “Navarra tiene un gran potencial que está bastante desaprovechado. Cuando llegué a Madrid me dolía ver que los de allí se iban a veranear a Galicia, que la tienen lejos, Asturias o Santander, y no a Navarra. Creo que no ha sabido posicionarse en Madrid. Yo me he ofrecido a colaborar con las autoridades turísticas de los sucesivos gobiernos navarros, les he dicho que me utilicen…”. Opina que tampoco lo ha hecho del todo bien Pamplona, ya que “se le conoce por los Sanfermines, y punto”, y añade que no se promociona lo suficiente el Camino de Santiago.
“En general, Navarra hace poco en promoción exterior”, resume. Y ante tan decepcionante balance, le preguntamos si hay algo que se pueda salvar: “Síííí. Se han hecho mejor las cosas por el lado de la gastronomía, aunque todavía hay un potencial tremendo para explotar. Y ha sido pionera y es un ejemplo en lo relacionado con los alojamientos y el turismo rural”.
Cree que el cambio de hábitos de los turistas “que ya no van dos semanas a tumbarse al sol en la playa, sino que quieren estar activos”, va a beneficiarnos. “Contamos con la variedad y la diferenciación, he llevado turoperadores centroeuropeos a las Bardenas, porque no solo contamos con la parte verde del norte, y la zona media, con las bodegas…”.
“Me quedo con Roma. Y mira que me gusta París. Pero Roma es única en el mundo, ¡única!”.
Aunque los avatares profesionales le han llevado lejos, sigue muy vinculada a Pamplona, donde viven su madre, de 96 años, y cuatro de sus hermanos. Cuando salió se le quedaba pequeña. Y ahora, ¿cómo la ve? Su valoración, de nuevo, pasa por el filtro del turismo: “El otro día hablaba con la alcaldesa de Vitoria sobre lo bien que la han posicionado como ciudad verde. Y Pamplona, que ha hecho todo lo del paseo del Arga y no es menos verde que Vitoria, no sabe vender esa imagen. Le falta muchísimo en el tema de posicionamiento de marca. Los Sanfermines, los toros… ¡Hombre, Pamplona es algo más!”. Nos pica la curiosidad saber cómo pasa sus vacaciones una persona cuyo trabajo es viajar y el turismo. “Pues viajando, jajaja, pero con tranquilidad. Cuando mis hijos eran pequeños y vivíamos en el extranjero, veníamos siempre a España para que la tuvieran como referente. Ahora me quedo diez o quince días en un lugar para conocer su cultura y costumbres, a los lugareños… De lo contrario no te enteras, solo pasas por los sitios”.
Bueno, pues recomiéndenos una de las muchas ciudades de todo el mundo que ha visitado. No lo duda: “Roma. Y mira que me gusta París. Pero Roma es única en el mundo, ¡única! Es historia, belleza desbordante, es impresionante. Le perdonas todos los inconvenientes que tiene”.