Marco Polo, San Francisco Javier, el Doctor Livingstone, los jinetes del Pony Express, el añorado Miguel de la Cuadra Salcedo o, en fechas más recientes, nuestro contemporáneo David Beriáin. Todos ellos parecen cortados por el mismo patrón y vienen a representar, de forma idealizada, la figura de ese mítico viajero que, con una brújula y un saco de dormir como mejor compañía, no tenían miedo en aventurarse por esos ‘mundos de Dios’ totalmente vedados para los urbanitas más irredentos.
Al margen de sus propias motivaciones, todos ellos, además, vienen a representar ese anhelo que siempre ha acompañado al ser humano por salir de su entorno de confort, vivir aventuras en primera persona y conocer otros mundos, culturas e, incluso, otras formas de vida. Pues bien, en un mundo cada vez más tecnologizado, nos tememos que estamos ante el canto del cisne de estas figuras míticas. Bien es cierto que siempre nos quedará un Jesús Calleja de turno para reverdecer viejos laureles, pero poco más.
Porque la realidad es que entre los viajeros más irredentos empiezan a ser legión los que podríamos definir como tekkies o geeks (caracterizados por su adicción a la tecnología), cuya actitud ante la vida se puede resumir del siguiente modo: “Lo que quieras, pero no sin mi móvil”. Hablamos de un perfil de consumidor que no para de crecer y que va a exigir un cambio al sector turístico en cuanto a que su forma de planificar, hospedarse y, hasta de disfrutar del ocio en destino es totalmente distinto a lo que estábamos acostumbrados. 
Ahí están, sin ir más lejos, algunas cifras que sirven de refuerzo a esto último que hemos comentado. Por ejemplo, 1 de cada 3 turistas ya reconoce abiertamente que accede a sistemas virtuales para hacer consultas sobre su viaje; en un 94% de los casos y gracias a sus smartphones esos mismos viajeros utilizan App que les permiten conocer rutas, alojamientos, ofertas de ocio, etc. Toda una revolución, en suma, que podemos y queremos analizar pormenorizadamente aquí. 
Podemos empezar, como todo buen viaje, eligiendo un destino. ¿Te acuerdas de cuál era el sistema tradicional hasta no hace tanto tiempo? Algunos preferían el consenso familiar, otros -los más aburridos- no los sacabas ni con agua caliente de Santa Pola y, los más atrevidos, lo hacían con el método ‘digital’ de cerrar los ojos y poner el dedo sobre una bola del mundo en movimiento. ¡Todo eso se acabó! Los últimos sistemas tecnológicos ofrecen la posibilidad de ser atendidos por chatbots (programa informático con el que es posible mantener una conversación) que conocen el tiempo que vas a tener hasta reservar habitación o mesa en tu restaurante favorito. Todo rápido, inmediato y a miles kilómetros de distancia.
Como acabamos de ver, todo eso ya lo tenemos a nuestra disposición incluso antes de poner un pie en la calle, porque no está de sobra recordar que, como bien apunta el viejo proverbio chino: “Un gran viaje se inicia con un simple paso”. Pues bien, si decidimos dar ese paso y llegamos al hotel, lo más seguro es que empecemos a encontrar sistemas de check in en el móvil y hasta robots-mayordomos que nos facilitarán el tránsito ante la mirada atónita del cliente no avisado, que debe aguardar su ratito de espera para ser atendido.
Por supuesto, los sistemas de los que estamos hablando llevan incorporados todas las facilidades imaginables: desde plataformas de pago vía teléfono móvil hasta la posibilidad de guiado con realidad aumentada y proyección en el suelo que te lleva hasta tu habitación en un tiempo récord. Un espacio al que, por cierto, también se le ha dotado de las últimas soluciones encaminadas a lograr una mayor personalización y calidez y desde donde, gracias una vez más nuestro teléfono móvil, se nos propondrá una de las más amplias ofertas de ocio totalmente adaptadas a nuestros gustos y posibilidades. 
Porque, por paradójico que pueda resultar, los procedimientos totalmente fríos y automatizados de los que podrá beneficiarse el viajero del siglo XXI le permitirán disfrutar de actividades basadas en experiencias, sensaciones y sentimientos generadas a través de la realidad virtual y pantallas táctiles. Un viaje dentro del mismo viaje, que nunca pudieron imaginar, entre otros, los grandes aventureros a los que hemos mencionado.
La tecnología, en fin, se ha situado con todos sus avances en el aliado imprescindible para aportar magia, ese factor que convierte a un destino y viaje turístico en inolvidables, porque los equipara con las sensaciones que todo ser humano pretende vivir al salir de su hogar, y que quedaron perfectamente resumidas en sentencias como las expresadas por esa gran viajero que fue Robert Louis Stevenson cuando afirmó: “No viajo para ir a un lugar particular. Viajo por viajar porque la cuestión esencial es movernos”. 
