Para el resto podía ser un jueves cualquiera, pero María Cano adelantaba su jornada laboral y se subía a un avión. Aterrizaba en Bilbao pasadas las 23:00, sabiendo que todavía le quedarían casi dos horas de carretera hasta llegar a Pamplona. El lunes, a las 10:00 de la mañana, ya estaba de vuelta en Alemania. Era una escapada que se permitía cada mes y medio, desde hacía casi seis años, y que se vio frustrada con la irrupción del Covid-19. El impacto en la frecuencia de vuelos, con todo, no ha impedido que esta pamplonesa regrese a su tierra por segunda vez desde que se desató la pandemia.
No sabemos cuántos puntos lleva acumulados María Cano en su tarjeta de cliente. A sus 42 años, sin embargo, ya se ha acostumbrado al trajín propio de los aeropuertos. Por razones profesionales, suele visitar Reino Unido, Francia y distintas regiones de España. En febrero, además, tiene previsto un viaje a Oriente Medio. Concretamente a Emiratos Árabes Unidos, para un evento que celebrará su compañía junto a algunos clientes importantes.
¿Imaginaba que su futuro laboral estaría estrechamente ligado a un pasaporte? Algo debía intuir. Mientras estudiaba Ingeniería Industrial en Tecnun, la Escuela Superior de Ingeniería de la Universidad de Navarra, decidió aprender un idioma. Ya dominaba el inglés, así que fue a parar al Goethe-Institut. Pensó que comunicarse en alemán le «abriría muchas puertas».
El tiempo le dio la razón: hizo su proyecto fin de carrera en esa lengua. Creía que acabaría en una firma de automoción, pero la vida le fue llevando por otros caminos. Un año más tarde, fichó por LMS International y se instaló en Lovaina (Bélgica). Después pasaría una década en Vizcaya, primero en Sidenor (Basauri) y luego en la empresa de soluciones de almacenaje AR Racking (Zamudio). Durante todo ese tiempo trató con clientes y colegas de filiales en Alemania. Lo hizo, cómo no, en el idioma que estudió durante su etapa universitaria.
Cano forma parte del equipo femenino de pádel que este año obtuvo el tercer puesto en la Bundesliga.
Siguió practicando el alemán casi a diario. Y seguramente eso influyó en el criterio de los reclutadores que le invitaron a participar en un proceso de selección para el gigante de sistemas de limpieza Kärcher.
«Además de las conversaciones con la empresa externa, tuve que mantener dos entrevistas con personal de la compañía. Luego me hicieron un test», rememora. Salió airosa de las pruebas: en 2016 hizo las maletas y se mudó cerca de la localidad de Winnenden, donde se encuentra la sede central de la multinacional alemana. No obstante, pocos años después volvería a toparse con un meticuloso proceso. En enero de 2021, afrontó una evaluación de aproximadamente siete horas, que incluía test de personalidad, psicotécnicos y preguntas de situación. Desde entonces ya no es key account manager en la compañía, sino la senior manager Global Sales-Vehicle Wash. Entre sus principales clientes figuran las estaciones de autolavado y gasolineras.
Para comprender la importancia de su cargo, es preciso traer a colación algunos números. Fundada en 1935 por Alfred Kärcher, la firma, que se dedica a la fabricación y venta de sistemas de limpieza, emplea a 13.500 personas en 130 filiales repartidas por 73 países. Con sus máquinas se han limpiado las columnatas del Vaticano, la Estatua de la Libertad en Nueva York y algunas instalaciones de la OTAN y del ejército estadounidense.
El pasado ejercicio, alcanzó la facturación más grande de su historia: 2.700 millones de euros. Su dimensión sorprende en una región en la que abundan la pequeña y mediana empresa, pero Cano, que tiene amigos trabajando en Porsche y en Bosch, hace una matización: «Kärcher es una empresa familiar, que en Alemania está considerada como una pyme».
Se detiene en el adjetivo «familiar» para incidir en el «compromiso con la región» de Stuttgart que ha asumido esta compañía y en el impacto que ha tenido el apellido Kärcher en el progreso de Winnenden, un municipio de menos de 30.000 habitantes. «En España, la segunda o tercera generación de una familia vende su empresa a una multinacional y se sale del negocio. En Alemania, la familia quiere continuar con el proyecto, hacerlo crecer. Eso es una diferencia importante», remarca.
Como el resto de empresas industriales, la multinacional alemana está sufriendo problemas «enormes» de suministro por la crisis de materias primas y del sector del transporte y logística. «Estamos pagando el triple que hace un año por traer un contenedor de Asia. Y eso teniendo en cuenta que Kärcher tiene cierto poder de compra ante los proveedores, mientras que hay empresas pequeñas sin ninguna posibilidad de negociación», expone.
En su día a día, la pamplonesa se enfrenta a un asunto que también preocupa a las empresas españolas: la escasez de talento en el mercado laboral. «Vivo en una zona donde hay prácticamente pleno empleo, pero muchas veces nos vemos mal para cubrir ciertos puestos. En mi equipo estamos buscando a tres personas. El otro día hablaba con alguien que trabaja en Kärcher Australia y allí necesitan veinte», expone.
«Vivo en una zona en la que hay prácticamente pleno empleo, pero muchas veces nos vemos mal para cubrir ciertos puestos».
Junto a sus colegas de Winnenden, suele salir a correr unos seis kilómetros durante el descanso de mediodía. «Me gusta muchísimo el deporte», apunta. Y dentro de la sede central de Kärcher, los trabajadores han creado distintos espacios de lo más variopinto: club de masajes, de fotografía, de bicicleta… «Cuidan muchísimo al empleado». Cano forma parte, además, del equipo femenino de pádel que este año obtuvo el tercer puesto en la Bundesliga, celebrada en Leipzig. En septiembre corrió la media maratón de Viena y en 2022 quiere apuntarse a la de Berlín. Ahora que el tiempo lo permite, por otra parte, aprovecha la cercanía con Suiza y Austria y suele escaparse a esquiar algún que otro fin de semana.
Todo esto es posible, eso sí, cumpliendo un horario germánico. A las 7:00 en punto entra en su oficina, de la que no se suele marchar hasta las 18:00 o 19:00, dependiendo del volumen de trabajo. «Es que yo empiezo por la mañana, con consultas en las filiales del sudeste asiático y de Asia Pacífico. Y luego, por la tarde, cuando casi me voy a casa, tengo que tratar temas con Kärcher Argentina. Comienzo por un lado del mundo y termino por otro», comenta entre risas.
De visita en la Comunidad foral, ha reservado una hora de su apretada agenda para charlar con Navarra Capital sobre su trayectoria profesional. Al día siguiente debe coger un avión de vuelta a Alemania. No será esta, sin embargo, una despedida demasiado larga. Volverá a casa por Navidad.
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