El Gobierno de Navarra aprobó en su sesión de este miércoles la Agenda para Reducir el Desperdicio Alimentario 2022-2027, que pretende ser “un instrumento eficaz para reducir la generación de residuos alimentarios en los hogares, así como a lo largo de las cadenas de producción”. En concreto, su objetivo principal es reducir un 50 % los residuos alimentarios per cápita en el plano de la venta minorista y de los consumidores para 2030 respecto a 2020, así como disminuir un 20 % los residuos alimentarios a lo largo de las cadenas de producción y suministros para 2030 respecto a 2020.
“Queremos que Navarra sea un referente en esta materia, teniendo en cuenta la importancia de nuestro sector agroalimentario, la presencia de entidades sociales consolidadas, una administración ya comprometida y, especialmente, una ciudadanía activa y consciente de la realidad ambiental”, señaló la consejera de Desarrollo Rural y Medio Ambiente, Itziar Gómez. Al mismo tiempo, añadió que esta agenda es una “estrategia novedosa y sin precedentes” en Navarra para los próximos seis años.
Itziar Gómez: “Queremos que Navarra sea un referente en esta materia, teniendo en cuenta la importancia de nuestro sector agroalimentario”.
Según informó el Ejecutivo foral, la agenda incide en la importancia de “adquirir buenos hábitos en la planificación y compra de alimentos” y plantea una serie de actuaciones en seis áreas diferentes: la generación de conocimiento; la sensibilización, formación y divulgación; el fomento de buenas prácticas y desarrollo de directrices; la colaboración y acuerdos con agentes clave; la adaptación del marco normativo y de fiscalidad; y la investigación e innovación.
Dentro de esas áreas, la agenda fija el desarrollo de quince actuaciones concretas como adaptar a Navarra los procedimientos metodológicos para la cuantificación de los residuos alimentarios y desperdicio alimentario en los distintos eslabones de la cadena alimentaria; integrar criterios de reducción del desperdicio alimentario en los pliegos de contratación de servicios de restauración colectiva; desarrollar un sistema de incentivos para evitar el desperdicio en los distintos sectores; o fomentar e impulsar iniciativas o proyectos desde la investigación y experimentación.
La Agenda para Reducir el Desperdicio Alimentario 2022-2027 está alineada con el Plan de Residuos de Navarra 2017-2027 (PRN), que incluye la elaboración de un plan de acción de prevención de residuos en la cadena alimentaria. Así mismo, toma en cuenta la Agenda de Economía Circular de Navarra, que incorpora el desperdicio alimentario como una de las cinco áreas prioritarias en el contexto de la economía circular con retos específicos y recoge como acción la redacción de un plan para reducir el desperdicio alimentario en toda la cadena de valor.
EL DESPERDICIO EN NAVARRA
En la Comunidad foral, uno de cada tres alimentos termina en la basura. Así mismo, más de 115.000 toneladas de alimentos se desperdician en la región al año, un 42 % de las cuales se desperdician directamente en los hogares, según estimaciones del Ministerio para la Transición Ecológica.
Más de 115.000 toneladas de alimentos se desperdician en la región cada año, el 42 % de ellas en los hogares.
Los alimentos que más se desperdician son las frutas, que en los últimos años han alcanzado cifras en torno a los 7,5 kilos por persona y año. Le siguen las verduras y hortalizas, que superan los tres kilos por persona y año. El desperdicio del pan fresco, la leche líquida y los principales derivados lácteos (yogures o postres lácteos, entre otros) es “más bajo”, aunque se sitúa alrededor de un kilo por persona y año.
El impacto de este desperdicio incide en diferentes esferas: la social, la ambiental y la económica. “Desde una vertiente ética y social, el desperdicio alimentario tiene que ver con la dificultad de muchas personas para comprar comida de calidad o con la desnutrición que miles de personas sufren en todo el mundo”, señaló el Ejecutivo navarro.
Desde el punto de vista ambiental, el uso innecesario de recursos escasos como la tierra, el agua y la energía contribuye al cambio climático. Según datos aportados por la ONU en 2021, se estima que “entre el 8 % y el 10 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero están asociadas con alimentos que no se consumen”. El desperdicio alimentario supone también un problema económico, ya que “la cantidad de alimentos que los humanos producen, pero no se comen, tienen un impacto negativo directo en los ingresos, tanto de los productores como de los consumidores”.