viernes, 26 abril 2024

“No puedes sumarte a la digitalización porque lo hacen todos, debes saber por qué o fracasarás”

Andrés Pérez Monzón, consultor en Auren BLC, ofrece una charla sobre la resistencia al cambio digital organizada por la OTD


Pamplona - 30 mayo, 2019 - 06:00

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Andrés Pérez Monzón, fotografiado en la sede del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Navarra.

Una entrevista de Miguel M. Ariztegi para NavarraCapital.es

“Si no hacemos que lo digital sea humano, al final no nos podremos quejar de que no lo sea”. Todo aquello que no se puede digitalizar, automatizar, va a ser lo valioso. Eso es algo que solo los humanos pueden aportar: intuición, empatía, sentimientos… Andrés Pérez Monzón, socio de la consultoría Auren BLC, en el área de recursos humanos, gestión del talento y proyectos de transformación, acude a Pamplona para hablar de la resistencia al cambio digital, invitado por la Oficina de Transformación Digital de Navarra (OTD), que gestiona el Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Navarra (COIINA).

Su trabajo consiste en que lo digital y lo humano vayan de la mano en las organizaciones, por lo que aboga por un acercamiento más afable hacia la tecnología: “En qué me va a facilitar la vida, no ‘que viene el lobo”, explica. Y cita una frase de Peter Drucker para afianzar su argumento: “La cultura se come la estrategia para desayunar”. Su punto de partida es que “hay que tener una estrategia de digitalización, es la gran revolución de nuestro siglo, pero si no somos capaces de evolucionar en paralelo la cultura de las organizaciones serán herramientas sin sentido”.Andrés Pérez Monzón

Así, la pregunta que hace un experto -“en recursos humanos, no en tecnología”, matiza-  es: ¿Cómo podemos ayudar a las organizaciones a digitalizarse de manera que se produzca un cambio organizativo, un cambio cultural?

“La digitalización no puede ser una moda, es una oportunidad como lo fue la máquina de vapor, pero hay que entenderla antes de lanzarse”.

Lo cierto es que la digitalización, la automatización, “tiene cierta mala fama, extendida por los medios de comunicación, que a veces crean incertidumbre acerca de la digitalización: el impacto sobre el empleo, la posibilidad de que muchos trabajadores se queden atrás, la desigualdad… pero lo cierto es que no sabemos qué va a pasar. Es verdad que como todo cambio tiene una dimensión ética, pero está en nuestra mano hacerlo más humano. Adelantémonos”, anima.

EL CLIENTE EN EL CENTRO

Recomienda una “actitud abierta ante la tecnología y tranquilidad, porque las resistencias al cambio son normales, es imposible que no aparezcan”. El siempre se ha hecho así y no sé por qué lo vamos a cambiar. Pero lo cierto es que la receptividad negativa es especialmente acusada ante el mundo digital, quizá por desconocimiento.

Y eso nos lleva al siguiente argumento: La comunicación juega un papel clave. Cuando hablamos de estrategia lo primero que hay que hacer es contarla bien. Qué vamos a hacer, por qué lo vamos a hacer y qué queremos conseguir. A veces la digitalización se contempla como algo que está haciendo todo el mundo y nosotros también tenemos que coger ese tren, pero hay que saber para qué, o el fracaso estará asegurado. La digitalización no puede ser una moda, es una oportunidad como lo fue en su momento la máquina de vapor, pero hay que entenderla antes de lanzarse”, apunta el experto.

Su recomendación pasa por poner al cliente en el centro: “Es la gran revolución pendiente, y la digitalización puede ayudar a hacerlo, pero no puede ser un fin en sí misma, debe responder a necesidades reales de las organizaciones”. Por ejemplo a través de datos que nos permitan conocer mejor a nuestros clientes y así personalizar nuestros productos y servicios, mejorar la toma de decisiones…

“Hay que perder el miedo y tratar de hacer cosas nuevas también en nuestro trabajo”.

¿Y desde el punto de vista de los empleados, de los miembros de una organización? “Hay que insistir en la revolución de los procesos, en que permitirá reducir las tareas burocráticas para conseguir organizaciones ágiles, más horizontales, donde primarán las labores creativas, más humanas, y menos la repetición, de la que se encargarán, y mucho mejor, las máquinas”, subraya.

ACTITUD ABIERTA AL CAMBIO

Y todo ello teniendo en cuenta que la resistencia al cambio digital “no tiene un perfil concreto, no es cuestión de sexo, edad, experiencia o formación, sino de actitud. Tiene que ver con la forma que tenemos de afrontar el cambio. Hay gente más pionera, más ‘early adopter’, más dispuesta a probar cosas nuevas. Hay que tenerlos en cuenta, porque ayudan a generar un entorno positivo y abierto hacia la novedad. Son embajadores de la digitalización”, recalca.

En definitiva, que mejor que hablar de la desaparición de puestos de trabajo y de empleados que se quedan atrás, mejor centrarse en las ventajas de la digitalización para todos los niveles de producción: teletrabajo, conciliación, simplificación de procesos…

“En la medida de lo posible, hay que dar cabida a los propios profesionales en su concepción y desarrollo. De abajo hacia arriba. Que la digitalización responda a necesidades reales. Objetivos claros, no solo digitalizar o económicos. Deben ser algo motivador”, recomienda Pérez Monzón.

Y como consejo final de alguien que se codea a diario con los más variados problemas que generan las resistencias al cambio: Hay que curiosear, en Google está todo. Hay que perder el miedo y tratar de hacer cosas nuevas también en nuestro trabajo”.

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