Los momentos más divertidos para el 60 % de los españoles se producen en un bar, en compañía de sus amigos y en torno a una cerveza. Esta es una de las principales conclusiones a las que ha llegado la patronal española en cuanto a hábitos de consumo. De ahí que no resulte nada extraño que el sector cervecero nacional muestre un excelente estado de salud gracias a la popularidad lograda, por ejemplo, con fenómenos como el de las elaboraciones de tipo tradicional.
Hablamos, en concreto, de producciones limitadas, más cuidadas y que, debido a una imagen más bien rompedora, atraen la atención tanto de consumidores con larga tradición como de aquellos curiosos que, por vez primera, se acercan a disfrutar de ese amargor que delata a una buena ‘birra’.
Los datos cualitativos a los que nos acabamos de referir se suman, además, a los cuantitativos. En nuestro país, por ejemplo, se consumieron más de 36 millones de hectolitros de cerveza en 2018 y, solo en el primer trimestre de este año, se vendieron 7,5 millones más, lo que demuestra la pujanza de una tendencia que supera ampliamente nuestros límites geográficos.
Sirva como muestra de esto último que, solo el pasado año, nuestro país exportó más de 3 millones de hectolitros de cerveza, lo que supone un incremento de más del 240 % en la última década. La conclusión a todo esto es clara: la cerveza está de moda no solo entre nosotros, sino también en Reino Unido, Irlanda, Portugal y hasta China, principales receptores de nuestro buen saber hacer en este campo.
Así lo ratifica también el reciente estudio elaborado al respecto por la consultora independiente de valoración de marcas líder en el mundo, Brand Finance, que sitúa a ocho marcas de cerveza nacionales entre las cien más valiosas de todo el mundo, al tiempo que les otorga un valor en su conjunto de 3.133 millones de euros. Al frente de todas ellas, Mahou San Miguel, empresa familiar 100 % española que, en 2018, consolidó su liderazgo en el sector cervecero nacional tras alcanzar una cifra de negocio de 1.298,6 millones de euros, la más alta de toda su historia y a la que siguen muy de cerca otras referencias tan importantes como Estrella Damm o, ya en menor medida, Cruzcampo.
¿Y en el resto del mundo? Sin querer abrumar con más datos, la ‘reina’ indiscutible es la norteamericana Budweiser, cuyo valor ha aumentado un 6 % hasta los 6.475 millones de euros. Todo un hito de alcance planetario, en el que ha influido de manera decisiva alguna de sus campañas de publicidad más memorables como la realizada con motivo de los últimos Mundiales en Rusia, que aceleró el desembarco de la norteamericana en nuevos mercados como Sudáfrica, Colombia, Australia o China.
Referido al gigante asiático, por cierto, los autores del informe Brand Finance subrayan el crecimiento exponencial de algunas de sus marcas como Snow o Tsingtao. La primera se ha colocado por primera vez entre las diez primeras, después de ser la más vendida a nivel global y haber alcanzado una cotización superior a los 3.100 millones de euros. La segunda, cuyo importe ronda los 1.400 millones, ha subido nueve puestos (ha pasado del 25 al 16) lo que representa el mayor ascenso registrado en 2018 dentro de esta clasificación de marcas de cerveza más valiosas del mundo.
Sin embargo, lo único que lamentamos, llegados a este punto, es que esa enumeración de grandes cifras que hemos realizado oculte ese espíritu divertido y transgresor que le suponemos a toda celebración que tiene lugar en torno a una cerveza. Una bebida que, por lo demás, no está de moda porque sí, sino que a lo largo de la historia de la humanidad, ha sido protagonista de esas pequeñas historias que tanto nos gustan. Por ejemplo, ¿sabían que la cerveza primitiva era simplemente harina de cereal fermentada y que solo se diferenciaba del pan por la proporción de agua que se utilizaba para su elaboración? ¿O que para los antiguos babilonios representaba el alimento más importante?
La cerveza, en fin, ha sido, es y será una parte consustancial de nuestra existencia, por lo que no nos puede extrañar que también haya sido el origen de algunas de las frases más memorables pronunciadas por el ser humano como, por ejemplo, la que sin duda expresó el mítico inventor y político Benjamín Franklin cuando sentenció que «la cerveza es la prueba de que Dios nos ama y quiere que seamos felices» ¿Qué mejor conclusión para un mes de septiembre al que solemos identificar como el del síndrome postvacacional?
Por todo ello y por mucho más, ¡larga vida a la cerveza, amigos!