Susana Sánchez eligió la biología, y más concretamente la microbiología, por un motivo muy concreto: quería “descubrir el porqué de las cosas”. Y su deseo era dedicarse a la investigación científica “para resolver problemas de salud”, según cuenta ella misma en las redes sociales. Perecía tener claro qué estudiar y para qué, pero lo relativiza: “Bueno, eso lo vi cuando ya estaba en la universidad porque antes sí que me había planteado otras carreras, arqueología por ejemplo, que también tiene mucho de investigación y de revelar porqués. Ya en BUP me fui centrando más en la biología, quizás porque tuve una profesora que supo engancharme, aunque mi padre me decía ‘¿pero eso es una carrera?’. No lo veía muy claro, pero me apoyó al cien por cien. Y ya con la asignatura de Microbiología, decidí que eso era en lo que quería trabajar“.
Es de Vitoria y, a los 12 años, su familia se trasladó a Pamplona, cosa que no le hizo ninguna gracia. “Es que a esas edades quería estar con mis amigos y si te movías… El cambio me costó, venir aquí me pareció un drama”. Pero no tardó en adaptarse al nuevo entorno: “Y eso que los navarros tienen fama de cerrados. Igual cuesta más entrar, pero una vez haces amistad con alguien ya es para siempre. Pasa igual en el País Vasco. Las amigas del colegio lo seguimos siendo, aunque la vida nos haya separado”.
A través de la microbiología, llegó a la salud humana, animal y ambiental. “Porque, en realidad, la salud son todas esas y es una. Empecé en la humana, luego trabajé en la animal y ahora sí estoy más centrada en la ambiental“. Se licenció en 2003 y, mientras hacía la tesis, impartió clases de Microbiología como profesora asociada en la Universidad de Navarra hasta que, en 2012, fue contratada por la biofarmacéutica Bionanoplus. “La vida académica es inestable, no sabes cuánto puede dar de sí porque dependes de proyectos, becas… Me dio mucha pena porque en el Departamento de Microbiología había un gran ambiente y una calidad científica e investigadora muy buena. ¡Pero aquí hay otras incertidumbres!”, dice riéndose.
“A nivel profesional no he tenido ningún problema, pero en la carrera científica aún se penaliza bastante el hecho de tener familia o ser mujer”.
Con ese ‘aquí’ se refiere a su actual empresa, pero antes le pedimos que nos cuente cómo fue su experiencia en Bionanoplus: “Muy buena. Nunca me han asustado los retos y estuve muy contenta, primero como responsable de proyectos, sobre todo en materia de desarrollo de vacunas, y luego como directora de I+D”. Hasta que, en septiembre de 2020, Bosco Emparanza le dio a conocer su proyecto de utilización y residuos y subproductos de la industria agroalimentaria para usarlos como ingredientes a través de microorganismos. Como legos en la materia no nos suena demasiado atractivo, más bien al contrario, pero a ella le entusiasmó la idea. Tanto que dejó su empleo para sumarse a la aventura y, con un tercer socio, José Mari Elorza, pusieron en marcha MOA Foodtech. Efectivamente, no le asustan los desafíos.
Insistimos en que eso de utilizar residuos y subproductos como ingredientes alimentarios da un poco de reparo. Y si por medio ponemos microorganismos… Vuelve a reírse y nos tranquiliza, explicándonos que usan desechos del procesamiento -hojas, cortezas, pieles de fruta, etc- que, de otra forma, se eliminan o se dan de comer a animales. “Pero nosotros se los damos a microorganismos en unos tanques de fermentación, como si elaborásemos cerveza. Crecen, engordan y producen ese ingrediente que es rico, muy nutritivo y saludable además de sostenible. Porque retiras subproductos que pueden ser hasta contaminantes y es un proceso que requiere poquísima agua”.
Producen proteínas “alternativas” que pueden agregarse a “análogos cárnicos” o para enriquecer “análogos lácteos o snacks”. “Estamos pensando en utilizarlos con quien necesite una nutrición especial, personas mayores, deportistas… Porque entre el 50 y el 70 % es proteína. Además, por el tipo de microorganismos que intervienen tienen otros componentes como ácidos grasos omega 3 y 6, vitaminas…”.
Cedemos a la curiosidad periodística y hacemos un inciso para preguntarle a qué responden las siglas de la empresa, MOA. Pero nos aclara que es un ave endémica de Nueva Zelanda, extinta por la acción de los seres humanos. “Como nuestra misión y visión es poner un granito de arena en el ámbito de la sostenibilidad, lo elegimos como un tributo al medio ambiente” Toda una declaración de principios.
SALIDA AL MERCADO
Susana Sánchez se muestra convencida del éxito del proyecto empresarial. “Ahora hay un boom con las proteínas alternativas a las animales. Están las vegetales, las de insectos, la carne cultivada… Nos han llegado peticiones de más de 50 empresas interesadas en incorporar el ingrediente que desarrollamos en sus salchichas, bebidas vegetales, snacks o barritas con proteína”.
De hecho, en 2020 solo estaban los tres socios, pero ya han contratado a cuatro personas: “Nos están llegando propuestas de nuevos proyectos”. El producto de MOA Foodtech aún no está a la venta, pero la firma sí ha concluido la fase de desarrollo. “Y ahora estamos en la del escalado industrial para empezar a comercializar a finales de este año“. Lo que sí han conseguido ya con su iniciativa son numerosos premios y galardones.
“Nunca pensé que iba a fundar una empresa. Sí me consideraba emprendedora en el sentido de ser una persona creadora y con iniciativas”.
Eso hace que sean dos años sin ingresos. “Sí hemos facturado algo por servicios porque hay empresas que, además de la proteína, están interesadas en revalorizar sus subproductos, y les ayudamos”. Inicialmente contaron con aportaciones propias, de familiares y amigos. “Luego hicimos una ronda para conseguir financiación y recogimos 1,5 millones de euros de empresas y fondos de inversión que apuestan por este tipo de productos. Y contamos también con ayudas para investigación del Gobierno de Navarra y del Estado”. Sus integrantes están satisfechos “porque ese respaldo demuestra que han confiado en nuestro proyecto y ven que tiene futuro, lo han evaluado todo y positivamente”.
Sánchez ha apostado con tesón por el proyecto. Una actitud que cree que está inspirada por su padre. “Es que no pudo llegar a la universidad. A los 17 o 18 años entró a trabajar en un banco y ahí, con mucho esfuerzo, fue progresando. Compañeros suyos me han hablado de su dedicación, de que disfrutaba trabajando, se involucraba muchísimo y no solo profesionalmente. Con 54 años, inició un máster y después le diagnosticaron un cáncer, pero hasta el final fue a trabajar. Es mi referente“. Ella lo puede ser al demostrar cómo hay un futuro para las mujeres en las carreras biotecnológicas y, además, por haber cofundado una empresa con gran proyección. Una reflexión que, al planteársela, le provoca una carcajada. “Lo de referente me parece algo excesivo en mi caso, la verdad”.
Podríamos decir que la Asociación de Mujeres Empresarias y Directivas de Navarra (Amedna/Neeze) la contradice al haberle concedido el Premio a la Mujer Emprendedora de 2021. Un galardón que le satisface “porque me han elegido por mi perfil de mujer en el mundo de la ciencia y en una empresa que va hacia un objetivo de sostenibilidad…”. “Bueno, quizás sí que pueden verme como un aliciente mis alumnas que tengan ganas de dedicarse a algo así”.
Es un reconocimiento que tiene algo de reivindicativo porque busca dar visibilidad a las mujeres en el mundo de la empresa y poner en primer plano la preparación, la responsabilidad, el trabajo, la trayectoria y, también, las dificultades a las que se enfrentan a la hora de desarrollar una carrera profesional. ¿Las ha padecido Susana Sánchez? “No he tenido dificultades, he estudiado lo que quería y he trabajado donde he querido, he podido promocionar hasta donde estoy… Lo que sí oyes son comentarios que nos hacen a las mujeres y que a un hombre no se los harían. A nivel profesional no he tenido ningún problema, pero en la carrera científica aún se penaliza bastante el hecho de tener familia o ser mujer”. Por eso le congratula que trabajen precisamente en ese campo las tres premiadas en 2021 por Amedna, organización a la que también agradece su trabajo para promocionar las carreras STEM y su labor en pro de la conciliación de la actividad profesional y familiar.
PROFESORA Y EMPRESARIA
“Nunca pensé que iba a fundar una empresa, sí me consideraba emprendedora en el sentido de ser una persona creadora y con iniciativas, que hacía cosas innovadoras. Y eso he tratado de trasladarlo a MOA Foodtech”. Aunque sí lo había intentado antes. “Presenté una idea a una aceleradora y me preseleccionaron, pero al final no salió adelante. Sí tenía en mente hacer algo nuevo, por eso cuando Bosco me habló de su proyecto acepté encantada. Bueno, y porque formábamos un buen equipo. Es que una persona no puede saber todo de números, de ciencia, de comercial…”. ¿Y no sintió vértigo al abandonar la seguridad de un trabajo por cuenta ajena para lanzarse a una incipiente y por tanto incierta aventura empresarial? Sonríe y sopla suavemente: “Al principio sí, un poco, pero el apoyo entre los socios ayudó a superarlo”.
“Las nuevas generaciones son conscientes del problema medioambiental y de la necesidad de vivir de forma sostenible”.
Da clases, por supuesto de Microbiología, en la Universidad Pública de Navarra: “Como siempre me ha gustado mucho la docencia, me presenté hace dos años a un concurso y conseguí una plaza de profesora asociada. ¡Y encantada!”, resalta. “Puede ser intenso a veces, pero puedo combinar la investigación en la empresa y la docencia. Y como son dos cosas que me gustan, no es que sea un sacrificio”, apostilla acto seguido. Defiende que ve al alumnado “superpreparado y con mucho interés”. De hecho, “un estudiante al que di clase ha venido a MOA Foodtech a realizar sus prácticas”. “Son el futuro”, señala haciendo gestos de asentimiento.
A pesar de sus múltiples ocupaciones, tiene huecos para disfrutar de algunas de sus aficiones. Dedica su tiempo libre a estar con su madre y su hermana, con sus amigos… Si no fuera por la pandemia, estaría preparando algún futuro viaje porque le encanta “conocer otros países”. Así que, de momento, se contenta con “las actividades al aire libre, en contacto con la naturaleza”.
“No soy una superdeportista, aunque siempre estoy intentándolo. Ja, ja, ja”. Y hablando de crisis mundiales, ¿cómo ve la climática una bióloga que trabaja en una empresa preocupada por la sostenibilidad y la preservación medioambiental? “Creo que nos tenemos que dar prisa a la hora de tomar medidas y concienciar a la gente. ¡Todavía hay quienes la niegan! Es cierto que las nuevas generaciones sí son conscientes del problema y de la necesidad de vivir de forma sostenible para reducir el impacto ambiental, pero debemos comprometernos todos, los ciudadanos de a pie y los políticos, que son los que al final toman las decisiones”.