Si hiciéramos ahora mismo una encuesta nada científica y le preguntáramos a la gente cuál es su idea sobre domótica o sistemas inteligentes aplicados a la construcción, una inmensa mayoría respondería con el tópico de “¿te refieres a eso de levantar las persianas de tu casa a distancia?” Sí, nos referimos a eso ¡claro! Pero la domótica es mucho más: es ahorro, seguridad, confort y comodidad para el usuario y, sobre todo, es una tendencia cada vez más extendida y demandada por el ciudadano de a pie.
Lo primero que hay que comentar de la domótica es que, pese a lo que pudiera parecer en un primer momento, estamos ante una ‘vieja conocida’. Es más, desde siempre el hombre ha aspirado a vivir en un entorno de la manera más confortable posible y, por encima de todo, que sea percibido como suyo, con el que se siente plenamente identificado, ‘home sweet home’.
Jordi Sabaté, secretario de la Asociación Española de Domótica e Inmótica (CEDOM) explica que los sistemas domóticos “básicamente son sistemas de automatización en viviendas e inmóticos para edificios no residenciales porque las necesidades en cuanto a ocupación son muy diferentes”.
Controlar y programar a distancia calefacción, televisión, cámaras de vigilancia, alarmas, sensores, iluminación, cerraduras, mirillas, persianas… incluso el riego del jardín, es una tendencia que ya está al alcance de todos los hogares. Confort y control se suman para hacernos la vida más fácil.
¿Qué pasa? Que la irrupción de las nuevas tecnologías, como ha ocurrido con casi todo, no solo ha facilitado enormemente ese proceso sino que, además, ha abierto una gama tan amplia de posibilidades que limitar el tema de la domótica a que pueda subir o bajar las persianas desde la oficina está ya un poco superado. Porque, efectivamente, la aplicación de esas nuevas herramientas a nuestra vida cotidiana la han hecho mucho más fácil y de mayor calidad.
TENDENCIAS
Pero desde la Asociación explican que el ahorro ha sido uno de los motores del crecimiento de la domótica. “Nos estamos dando cuenta de que el coste de la energía no para de aumentar y lo que quiere la UE es disminuir la emisión de gases invernadero y la dependencia económica de los combustibles fósiles”, explica Sabaté, quien añade que ese es su “caballo de batalla”.
En una oficina, se puede conseguir con algo tan sencillo como un detector de presencia, y si en 30 segundos no hay nadie, se apaga automáticamente la luz de la sala; y en una casa instalando con un sistema que en verano capte la radiación solar y cuando llegue al límite establecido, se bajen baje los toldos.
Domótica e inmótica tienen incontables aplicaciones, pero hay unas claras tendencias de demanda. Mientras en oficinas y hospitales, lo que más solicitado son los sistemas de control de la climatización, ventilación, iluminación y alarmas; “en las viviendas depende de las necesidades del cliente”, aclara Jordi Sabaté: “hay personas que quieren automatización para ganar confort, pero también hay bastante demanda orientada hacia el ahorro energético”, aunque climatización e iluminación ganan en las peticiones de los particulares.
En este punto cabe recordar que la crisis que sufrió hace unos años el sector del ladrillo, con el estallido de la famosa ‘burbuja’, provocó cierto retraso en el desarrollo de planes e ideas. Ahora, sin embargo, la domótica ha vuelto a irrumpir en el panorama de la construcción y desde 2014, año que supuso un punto de inflexión, “va en un crecimiento moderado, lo que nos permite ser optimistas respecto al futuro”, asegura el secretario de CEDOM. Las cifras lo avalan. En 2016 el sector de fabricantes de sistemas de control de automatización facturó 50,5 millones de euros. Y en esta cifra no se tienen en cuenta ni distribución, ni instalación, ni los equipamientos auxiliares que requieren estos sistemas.
Así que motivaciones aparte, bien sea confort, ahorro o seguridad, la domótica nos ofrece soluciones adecuadas a las necesidades que nos acercan a ese ‘sueño’ que todos tenemos de una casa hecha a nuestra medida.