Jesús entra a las oficinas del primer piso. Se detiene a observar un mapamundi. Asiente, sabedor de todo lo que la empresa ha conseguido a nivel mundial. «Oliwa z oliwek, 橄欖油, زيت الزيتون, оливковое масло, olive oil, huile d’olive…». Hasta en catorce idiomas está etiquetado el aceite de oliva Urzante. Un producto muy bien posicionado a nivel internacional y de una calidad excepcional, una herramienta para “arreglar el cuerpo y la salud”. El diamante mediterráneo, que se consume “sin importar razas o religiones”. Así lo define Jesús Marín, gerente de la empresa navarra junto a sus hermanos María Dolores y José Luis.
Su padre, José Marín, dio comienzo al negocio en 1950, distribuyendo aceite a granel con su camión, de timbre en timbre, de casa en casa. Primero, solo a los vecinos de su natal Cascante. Más tarde, a los hogares de otras ciudades y pueblos de alrededor. Y así, poco a poco, la compañía fue creciendo hasta convertirse, en junio de 1985, en una marca con identidad propia: Urzante. Hoy es la tercera envasadora de España en su sector y exporta a los cinco continentes, motivo que le ha llevado a obtener el Premio Alimenta Navarra 2019 en la categoría de Internacionalización.
Urzante exporta a 82 países y traduce sus etiquetas a catorce idiomas.
«Constancia, constancia y constancia». Jesús no deja de repetir esa palabra en su entrevista con NavarraCapital.es. Porque sintetiza la clave de su éxito. Bueno, también destaca otros valores que han ayudado a la empresa en su progresión: «constancia y fe en tus sueños. Emprendimiento y no dejación. Tener siempre un horizonte y una meta que conseguir. No esperar a que me vengan a buscar. Hay siete mil millones de personas en el mundo. ¿Van a venir a buscarte a ti? Olvídate». Urzante vende en 82 países y lidera los mercados de India, Pakistán o México. Pero Jesús cierra el puño con firmeza. Considera que aún queda mucho por hacer: «Soy de los que piensa que aunque hayamos entrado en un país, no hay que conformarse. Siempre hay camino para seguir recorriendo».
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Tras haber llenado sus cisternas, tres camiones se disponen a emprender sus respectivas rutas. Otro, que en lugar de un tanque cilíndrico metálico como los anteriores carga un contenedor revestido de un envase especial para transportar el aceite, saldrá en unos minutos. En un día normal, entre 40 y 50 parten de las instalaciones de Urzante, en Tudela, para distribuir el aceite de oliva por todo el globo.
Jesús conoce bien todos los pasillos que serpentean por los 22.000 metros cuadrados construidos de la planta. Mientras los recorre orgulloso, consciente de los logros de la empresa, explica que su estrategia de internacionalización conlleva un importante esfuerzo para las 130 personas que trabajan en la compañía día y noche.
De izda. a dcha.: Jesús Marín, María Dolores Marín y José Luis Marín.
Aunque la planta esté robotizada en su mayor parte, «siempre hay que tener a una persona que vaya revisando cada parte del proceso», aclara. Desde los depósitos de aceite a granel, con capacidad para 600.000 litros cada uno, el aceite fluye por las tuberías de la planta hasta llegar a la zona de envasado. Allí, botellas de plástico, de cristal y garrafas de distintos tamaños corren por las cintas que, como un scalextric, surcan el área. «Cada línea de producción tiene un formato de envase distinto, muy sencillo», explica Jesús mientras camina a paso rápido.
En ese instante, aprovecha para comparar la evolución de Urzante con una bola de nieve que empieza a rodar desde la cima de una montaña: «Cada vez se va haciendo más y más grande. Llega un momento en el que no la puedes parar y tienes que dejar que siga. No puedes ponerte delante porque te aplasta. Ser emprendedor es estar continuamente tomando decisiones».
Cada depósito tiene una capacidad máxima de 600.000 litros.
También recuerda entre risas el ‘síndrome del grifo’, como él lo llama. «El problema que hubo con el aceite de colza en 1981 supuso un antes y un después en España. A partir de ahí, se empezó a regular el registro sanitario de industrias. Sin exagerar, nos cambiaron cuatro veces el grifo en muy poco tiempo para higienizar todo lo más posible».
LAS CIFRAS
El aceite es envasado en formatos distintos.
Con una facturación de 250 millones de euros, las ventas internacionales de Urzante son ya similares en proporción a las nacionales. Pero Jesús espera que, dentro de unos años, las exportaciones cuadrupliquen a sus cifras en España. No se conforma: «Seguimos luchando y defendiendo la bandera del producto español».
El equipo de Internacionalización, integrado por veinte personas, es el responsable de que la empresa haya llegado a su actual nivel. Lo más difícil y lo más importante ha sido, según Jesús, conseguir la experiencia necesaria para enfrentarse a tantos desafíos. «Los retos nos lo pone el propio país. Cada uno tiene sus reglas y sus normativas. Cuando no tienes experiencia te pegas contra muros», resalta.
Trabajar en tantos países, con tantos idiomas y normativas, es como hacerlo “en una jaula de grillos”. Por eso, Jesús no quiere despedirse sin lanzar una humilde recomendación a quienes desean aventurarse en el extranjero: «Lo primero que tiene que hacer cualquier empresario que quiera comenzar a exportar es conseguir un buen equipo humano, que estudie a conciencia las reglas de cada país. Si no, estás perdido».
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