El sector navarro del vino deberá afrontar importantes obstáculos en los años venideros. Sin ir más lejos, el Ejecutivo foral se reunió hace pocos días con los principales agentes para analizar problemáticas como el descenso progresivo del consumo de esta bebida, la acumulación de excedentes, el cambio climático, la inflación o la falta de relevo generacional. Ante este contexto, algunas de las medidas propuestas se centran en reducir la producción a medio plazo y mejorar su calidad para impulsar la proyección nacional e internacional. Un camino que la bodega corellana Viña Zorzal ya empezó a transitar en 2007, cuando Mikel, Iñaki y Xabier Sanz heredaron las viñas de su padre, Antonio.
Con producción adscrita a la DO Navarra y la DOC La Rioja, los hermanos Sanz y un cuarto socio, Rafael Regadera, tomaron el relevo de este proyecto empresarial sobre la premisa de elaborar vinos bajo la antiquísima clasificación de terroir. Una forma de entender la viticultura donde la búsqueda de la calidad se trabaja en torno a cuatro factores: el suelo, el clima, la variedad de uva y la intervención del ser humano. Por eso, es común que las bodegas que se ciñen a este sistema practiquen una viticultura “ecológica y de poca intervención”.
Los vinos ‘terroir’ buscan la calidad en torno a cuatro factores: suelo, clima, variedad de uva e intervención humana
Un análisis publicado en 2019 por el Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (IPNA-CSIC) incide en que España es “el único país europeo sin un sistema de zonificación que permita establecer terruños”. Sin embargo, un grupo creciente de productores están retomando este modelo con el objetivo de revalorizar sus vinos en un mercado cada vez más globalizado. Este fenómeno ha llevado a algunas denominaciones de origen a integrar y respaldar esta clasificación, como lo hizo Priorat (Cataluña) en 2019 y El Bierzo (León) en 2021.
Siguiendo esta tendencia, los hermanos Sanz y Regadera se centraron en poner en valor las parcelas que cultivaban en Corella y Fitero. “Lo hicimos por dos razones. Por un lado, teníamos claro que la única manera de sobrevivir era diferenciándonos de la competencia. Por otro lado, Viña Zorzal es nuestro modo de vida y deseábamos crear valor para nuestra tierra. Navarra es espectacular por razones históricas y geográficas, aunque como sector no hayamos sabido sacarle potencial”, explica Xabier a Navarra Capital.
Así, la primera apuesta de la bodega fue centrarse en la elaboración de un vino monovarietal con la uva graciano que crece en sus viñedos de Fitero. Hoy, trabaja también con otras variedades locales como la garnacha o la mazuela, de la que queda “menos de cincuenta hectáreas” en la Comunidad foral, ubicadas en estas dos localidades riberas y Cintruénigo. Así mismo, trabaja en colaboración con el agricultor Gonzalo Ibarrola, para elaborar vino con variedades locales de Lerga, y con la navarra Bodegas Eslava, con la que proyecta lanzar una nueva referencia de la añada 2023.
De esta forma, Viña Zorzal comercializa una media de 300.000 botellas al año bajo cuatro categorías: regionales, de pueblo, de paraje y de parcela única. Y su propuesta ya está alcanzando importantes éxitos. Por ejemplo, ha llegado a formar parte de las recomendaciones habituales del enodivulgador Santiago Rivas, mientras que Financial Times la ha incluido en el top ten de la new wave viñatera española. Así mismo, ha colaborado con enólogos de prestigio como el argentino Matias Michellini, el gallego Fredi Torres o el portugués Daniel Niepoort, todos antiguos participantes de Lecciones de Vuelo, una iniciativa de la bodega para elaborar vinos con distintos profesionales de este sector.
El crecimiento internacional de la firma está siendo meteórico. En el último año, ha aterrizado en nuevos mercados como Rumania, Singapur o Malasia, de modo que ya exporta a “más de veinte países”. Pero, a juicio de Xabier, la crisis originada tras la pandemia en mercados importantes para el sector como Estados Unidos o China ha provocado, a su vez, una renovada demanda del consumidor nacional. “De hecho, exportamos el 60 % y el otro 40 % se vende en más de veinte provincias de España. Sobre todo, estamos viviendo una auténtica explosión en Navarra y País Vasco. Nos llegan pedidos semanales desde nuestro entorno local”, celebra. De esta forma, la firma cuenta con una plantilla de diez personas y factura anualmente unos 2 millones de euros.
EL LEGADO PARA LAS NUEVAS GENERACIONES
Además, la bodega corellana está inmersa en un innovador proyecto de plantación. En concreto, espera ampliar sus parcelas cultivadas en Fitero tras una extensa investigación sobre la historia y la geología de la localidad. “Hasta ahora, nos hemos centrado en rescatar antiguos viñedos en los pueblos donde estamos presentes. Pero ahora deseamos dejar un legado con nuevas parcelas y vides porque es nuestra responsabilidad para las nuevas generaciones”, apunta Xabier.
Por un lado, la iniciativa conlleva el estudio histórico de la labor viticultora que se realizaba antiguamente en el Monasterio de Santa María la Real de Fitero, “el monasterio císter más antiguo” de la Península Ibérica. “El Reyno de Navarra siempre estuvo ligado a zonas de gran importancia como Champagne o Borgoña, donde los monjes cistercienses elaboraban vinos para el Vaticano siglos atrás. Queremos descifrar dónde y qué plantaron los que aterrizaron en Fitero porque no cabe duda de que habrían aprovechado el entorno del monasterio, enclavado a orillas del río Alhama“, explica Xabi entusiasmado.
Así mismo, la bodega está realizando estudios geológicos de las parcelas que posee en la zona. Para ello, cuenta con el apoyo de Delia Rodríguez y su firma Argeo, que “interpretará la geología y el paisaje de la localidad ribera en clave vitivinícola”, añade el socio de Viña Zorzal: “Fitero también posee unas características privilegiadas porque es es la única localidad en la Comunidad foral que forma parte de la Cordillera Ibérica. Cuando terminemos este proyecto, nos gustaría materializar a largo plazo una segunda iniciativa más centrada en visitas turísticas a nuestro viñedo. Pero vamos poco a poco”.