viernes, 19 abril 2024

Alejandro Guindano recicla Servicios Ecológicos Navarra

Su bisabuelo recolectaba huesos de animales y cosía con esparto. Su abuelo comenzó a gestionar chatarra y metales. Y fue su padre, a quien describe como un "visionario" y un "genio", quien profesionalizó la empresa y la expandió por Cintruénigo, Álava y Castilla-La Mancha. Tras su muerte prematura, Alejandro Guindano tomó las riendas de la compañía junto a tres de sus hermanos. En la actualidad, y después de dos años "muy buenos", el presidente de la firma revela su próximo reto: avanzar en la especialización de las siete áreas de negocio que gestiona.


Pamplona - 28 enero, 2023 - 00:02

Guindano se incorporó formalmente a la empresa en 2011, tras acabar sus estudios. (Fotos: Maite H. Mateo)

Desde lejos avistamos una escultura de un oso y un cartel que reza ‘Empresa fundada en 1895’. Quien nos recibe al pasar la verja es Alejandro Guindano, bisnieto del hombre que inició el proyecto hace más de un siglo. En principio venimos a entrevistarle a él, aunque bien podría decirse que en realidad rendimos homenaje a su padre.

En el fondo suponemos que es necesario que así sea: Justo Guindano murió hace poco menos de tres años, a los 69, después de toda una vida trabajando en Servicios Ecológicos Navarra (SEN). Era un hombre duro, de los de antes, de una personalidad “arrolladora, carismática y ambiciosa”. Alguien que supo adelantarse a su tiempo y que fue “idolatrado” por su prole. Todo eso lo sabemos cuando, al entrar en la oficina principal -actualmente en remodelación-, vislumbramos un dibujo de un árbol colgado sobre una de las paredes.

“El nudo del tronco simboliza un punto de inflexión, un momento crítico en el que el padre le compró a mi tío su parte de la empresa -revela el actual presidente de la compañía- en junio de 2008. Dos meses después cayeron los precios: el cobre, de 6.000 euros a 2.000; la chatarra, de 600 a 200… Se quedó solo con una deuda que para nosotros resultaba desorbitada. De repente, todo el stock que tenía valía una cuarta parte”. Sabemos que la historia tiene un final feliz por lo que aclara a continuación. “Luego estamos nosotros, recogiendo los frutos”. Se refiere a él y al resto de sus hermanos.

Todo comenzó con Salvador Guindano, que a finales del siglo XIX se dedicaba a recuperar huesos de animales para engrasar las ruedas de los carros y a coser sandalias y sacos con esparto. “Mi abuelo mantuvo eso y empezó con la chatarra, a manejar el hierro y luego metales como cobre y aluminio”, rememora.

El padre de nuestro entrevistado introdujo la madera, el cartón, el papel, el plástico, los residuos peligrosos y la basura en el negocio: “Era un visionario, un genio. De hecho, fue el primer gestor de residuos peligrosos aquí, cuando la gente todavía los tiraba por la arqueta o al campo. Se inventó un montón de máquinas para el tratamiento de plástico que nunca patentó”. También fue el responsable de la expansión de la compañía: bajo su liderazgo, la firma se mudó del barrio pamplonés de la Milagrosa a una nave de 700 metros cuadrados y de ahí a su planta central actual, en el polígono Agustinos. Además, abrió sedes en Cintruénigo, Álava (Renor Reciclajes Industriales) y en Guadalajara (reCiclo).

Actualmente, la sede central de la compañía se encuentra en el polígono Agustinos (Pamplona).

En el fondo, Alejandro tenía claro que acabaría trabajando en la empresa familiar. Entró formalmente en 2011, tras finalizar sus estudios en Administración y Dirección de Empresas, Marketing y Gestión Comercial, pero estaba ligado a la compañía desde que empezó a tener uso de razón. “Desde pequeños veníamos aquí en verano. Veías a la gente cargar, tirar, cortar, mover material, el ruido… Como era un niño, todo eso me apasionaba. Colaborábamos en lo que podíamos y durante la universidad, a las tardes o a las mañanas, lo compaginábamos con los estudios”.

Su padre lo tenía todo pensado. Conforme se iban incorporando los hijos a la empresa, los iba guiando por los distintos departamentos. Antes de morir, ya había dejado “colocados” a todos. “A mí de ‘presidente’ por así decirlo, aunque no me gusta nada eso porque yo soy un trabajador más. Mi hermano Daniel está como jefe de planta, mi hermano Sergio en el área comercial y mi hermana Silvia en la de facturación. Siempre tratábamos de demostrarle que éramos buenos, pero no yendo uno contra otro, llevándonos méritos ajenos o tapando a los otros hermanos. Tenía una personalidad tan arrolladora que, al faltar, automáticamente todos nos unimos”. Intuimos que el padre no quería que fuesen vistos como meros hijos del dueño. “Claro -responde-, todos comenzamos desde abajo en el negocio. Ese era el protocolo familiar. En esta oficina teníamos una mesa gigante. ¿Cómo va a venir aquí un chaval a sentarse y a dar órdenes? Eso no tiene sentido”.

«En estos dos ejercicios, todo el sector ha doblado facturación y beneficios»

Esa misma filosofía es la que le está llevando a implementar algunos cambios en la organización. “Los hermanos nos llevamos genial y tenemos siempre en la mente la guía del padre a la hora de hacer las cosas. Aunque sí es cierto que con él teníamos un sistema de gestión muy vertical, una comunicación unidireccional. Ahora estamos implantando un sistema de gestión más horizontal, de trabajo en equipo y, sobre todo, una comunicación bidireccional, porque yo no sé más que el que está todo el día con la chatarra, con el cartón o con el plástico. Prefiero escucharlos y luego ya tomar las decisiones pertinentes”. Lo que nos acaba de decir suena idílico, aunque en el fondo él sabe -y nosotros también- que abanderar estas iniciativas conlleva una responsabilidad añadida.

“Antes siempre estabas tranquilo porque estaba él. Trabajabas, pero sabías quién tomaba la última decisión -ríe-. Le proponías algo y te decía que era una chorrada, que te olvidaras, aunque luego en casa le daba vueltas y al día siguiente te decía: ‘Vamos a hacerlo’. Eso sí, nada de gracias ni palmaditas en la espalda”.

A pesar de la pronta ausencia paterna, Alejandro se concibe a sí mismo como un tipo con suerte. No solo por todas las enseñanzas que le dejó “el padre” -como se refiere a él en todo momento-, sino además porque ha vivido “dos años muy buenos” dentro de la empresa. “A nosotros el Covid-19 nos benefició porque, al ser considerados como actividad esencial, pudimos seguir trabajando con normalidad. Es cierto que la generación de toneladas por parte de productores bajó, pero los precios nos ayudaron porque todo se revalorizó mucho. En estos dos ejercicios, todo el sector ha doblado facturación y beneficios”, remarca.

Servicios Ecológicos Navarra fue fundada por Salvador Guindano, bisabuelo del actual presidente de la firma.

Ahora le toca afrontar la otra cara de la moneda. “Se prevé un poco de frenazo porque hay mucha incertidumbre. ¡La gente no tiene dinero para echar gasolina al coche, poner la calefacción, hacer la cesta de la compra o hacer frente a la hipoteca! Y las empresas tienen mucho miedo por el aumento exponencial de los costes, entre ellos los energéticos. Nosotros no somos muy intensivos en consumo eléctrico, a diferencia de gasoil, pero tenemos clientes que fabrican piezas de automoción y algunos están reduciendo turnos y personal ante el incremento de costes y la incertidumbre con los pedidos”, reconoce. A pesar de esa “cierta desaceleración” que prevé, mira el futuro con optimismo. “Por suerte, tenemos el riesgo muy diversificado porque trabajamos con distintos sectores”, apunta.

NUEVOS RETOS

En este momento tiene varios proyectos en marcha. Uno de ellos es la gestión de residuos derivados de la demolición parcial de la tercera gradería del Spotify Camp Nou, llevada a cabo por Erri Berri. “Para nosotros -destaca-, es un proyecto bonito. Nos hace ilusión porque se trata de una infraestructura muy simbólica”. Asimismo, tiene algunos desafíos pendientes a corto y medio plazo. “Nuestro fuerte es que somos gestores integrales de residuos: muchos clientes prefieren tener un único gestor, un único número de teléfono y una única factura. No obstante, está claro que todo tiende hacia una especialización. Tenemos siete áreas de negocio -madera, plástico, cartón, basura, residuos peligrosos, chatarra y metales- muy bien diferenciadas y ahora estamos intentando especializarnos un poquito más en cada una de ellas, dar un paso hacia delante y estando preparados para los nuevos retos que se presentan”, revela. Esa convicción los llevó a convertirse en gestores finales de ciertos residuos peligrosos, cuando anteriormente actuaban como intermediarios.

Hemos hablado tanto de su día a día en el trabajo que no nos resistimos a preguntar si Alejandro Guindano, de 36 años, casado y con dos hijos (de dos y cuatro años), tiene tiempo para descansar. El hijo del empresario que se dejó la piel en Servicios Ecológicos de Navarra nos dice la verdad: desconecta poco. Y cuando lo hace no puede evitar pensar en el trabajo, al igual que le sucedía a su predecesor. Incluso piensa en quién relevará a él y a sus hermanos cuando llegue el momento: “Los míos todavía son muy pequeños, pero los de mi hermana tienen ya quince y trece. Pienso que, hombre, ¡alguno querrá quedarse! Salen los números, estás a gusto y en un sector que ha sido el pasado, es el presente y será el futuro”.

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