¿Valoramos más las relaciones de amistad que los vínculos familiares o de pareja? Parece que sí. Al menos esa es una de las principales conclusiones que se extrae de un reciente estudio encargado por Ron Brugal. Lo dijo Aristóteles: el hombre es, por naturaleza, un animal social.
La encuesta sociológica, realizada a más de 800 personas de entre 18 y 50 años, refleja la influencia positiva de compartir la vida diaria con amigos. En efecto, nos sentimos más libres, alegres y aceptados cuando pasamos tiempo con la cuadrilla. El plan no importa: ya sea salir a tomar unas copas, hacer una escapada improvisada o simplemente charlar, cualquier excusa es bienvenida. Disfrutar de esta compañía incide de forma positiva en la salud mental (95 %), aumenta la felicidad (95 %) y disminuye los niveles de estrés y ansiedad (92 %). También incrementa la satisfacción y mejora la autoestima (86 %). De hecho, más de la mitad de los españoles relaciona el éxito con el hecho de tener amigos.
Estos datos se explican de una manera muy sencilla. Cuando “quedamos” con la cuadrilla, “sentimos conexión, paz, liberamos endorfinas porque nos reímos, nos soltamos, somos nosotros mismos, y eso nos hace felices”. Así lo detalla Silvia Congost, psicóloga especialista en autoestima, dependencia emocional, relaciones tóxicas y conflictos de pareja. Un buen amigo acompaña, apoya y motiva a crecer. No juzga ni critica innecesariamente y tampoco deposita en nosotros expectativas inalcanzables. “Un amigo te conoce mejor que nadie, con tus virtudes y con tus defectos, y con él puedes mostrarte sin complejos”, subraya la experta.
¿GUERRA DE AFECTOS?
Quizá por eso hasta un 62 % de los encuestados cree que sus amistades los conocen mejor que su propia familia. De igual manera, el 61 % reconoce que cuando no puede estar cerca de sus amigos le invade la tristeza y, por ello, para la inmensa mayoría (92 %) estas personas forman una parte fundamental en su vida. No es de extrañar, por lo tanto, que la mitad de los encuestados afirmen que acudirían primero a sus amigos ante un problema o una preocupación (50 %) que a familiares (23 %) o a compañeros de trabajo (4%). ¿Significa esto que las relaciones familiares no son decisivas para un buen desarrollo emocional? Nada más lejos de la realidad. Lo que ocurre, no obstante, es que con los amigos se comparte la vida por decisión.
La libertad a la hora de escoger a nuestros compañeros de fatigas y la posibilidad de ser con ellos más honestos y transparentes, sin temor a exponerse a juicios de valor despiadados, influyen en los niveles de confianza y aceptación que depositamos en este tipo de relaciones. Esta es, para Congost, una de las “claves” que explica la importancia que atribuimos a la amistad: “Aunque damos por sentado que ese amigo no nos va a fallar, no le exigimos lo mismo que a una pareja. No le pedimos que modifique su forma de ser, sino que le elegimos porque nos hace sentir bien estar a su lado. Sin embargo, a menudo sí tratamos de hacer que nuestra pareja cambie según nuestras preferencias”.
En estos tiempos, sin embargo, cabe preguntarse si la amistad puede superar las trabas que ha lanzado por el camino una pandemia mundial. ¿Cómo ha afectado el confinamiento a nuestra manera de relacionarnos con seres queridos? ¿Les dedicamos todo el tiempo que nos gustaría? En efecto, ocho de cada diez encuestados reconoce que desearía ver más a sus amistades. En tiempos de “nueva normalidad”, por otra parte, la mitad de los españoles estima que no puede dedicarle tiempo de calidad a sus amigos.
TIEMPO DE REENCUENTROS
Definitivamente, lo que más se echa de menos es poder juntarse a comer (63 %) o abrazarse (50 %). Pero el panorama también abre espacio para el optimismo: con el fin del estado de alarma se han suavizado las restricciones, dando lugar a los ansiados reencuentros. Es el momento de poner el acento en lo que de verdad importa, porque lo cierto es que, cuando el ritmo de la rutina se instala en el día a día, se olvida con demasiada facilidad lo necesario que es pasar tiempo con los amigos de verdad.
No hay duda de que las circunstancias del año pasado nos han obligado a reflexionar sobre la naturaleza y la fuerza de los vínculos sociales. También los meses de confinamiento han puesto al descubierto la distinción entre la cantidad y la calidad de las conexiones. De hecho, el 86% de los españoles asegura tener muchos conocidos, pero muy pocos amigos. Asimismo, el 54 % cuenta “como mucho” con hasta tres buenas amistades.
¿Y qué tiene que tener una amistad para ser de las buenas? Para un 69 %, un buen amigo es aquel con el que te reencuentras tras un largo tiempo “sin que parezca que haya habido separación alguna”. El respeto (70 %), la confianza (83 %), la honestidad (62 %) y la aceptación (54 %) también son imprescindibles. Y para las generaciones más jóvenes, la diversión también es un ingrediente esencial. Se tomen o no caminos diferentes, las buenas amistades se sustentan en la voluntad de ser partícipes en los buenos y, sobre todo, en los malos momentos.