Cada año, según datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, España produce alrededor de 1.200.000 toneladas secas de lodos en estaciones depuradoras de aguas residuales urbanas y fosas sépticas. Tras su tratamiento, «aproximadamente el 80 %» de estos residuos se utilizan como abono agrícola. ¿Qué sucede con la cantidad restante? El Registro Nacional de Lodos apunta que, en los últimos años, «se ha logrado reducir en gran medida el depósito en vertedero (8 %), mientras que la incineración va creciendo (en torno a un 4 %)».
«Desde el punto de vista medioambiental, el lodo es un problema», sentencia Raúl Pérez. Tal como señala el investigador sénior del Área de Biomasa en el Centro Nacional de Energías Renovables (CENER), la nueva Ley de residuos y suelos contaminados -que entró en vigor el pasado mes de abril- «insta a evitar el uso de estos lodos porque, al contener una alta concentración de nitrógeno, metales pesados y otros compuestos no deseables, su uso indiscriminado satura el suelo». La incineración, a su vez, «no solo genera emisiones de CO2, sino también de dioxinas, ácidos y óxidos de nitrógeno».
Quienes deseen conocer más a fondo el proyecto pueden hacerlo a través de este enlace.
Encontrar una salida sostenible a estos residuos contaminantes es, precisamente, uno de los objetivos de Biogasolana. El proyecto, que comenzó en 2020 y está impulsado por CENER y la Universidad Pública de Navarra (UPNA), nació con el fin de producir biocombustibles líquidos avanzados o de segunda generación -biogasolina, bioqueroseno y biodiésel- a partir de lodos procedentes de la estación depuradora de aguas residuales de Tudela y mediante la licuefacción hidrotermal (HTL), un proceso termoquímico. La iniciativa está coordinada por ADItech -a su vez agente coordinador del Sistema Navarro de I+D+i (SINAI)– y financiada por el Gobierno de Navarra en la convocatoria de ayudas a centros tecnológicos y organismos de investigación para la realización de proyectos de I+D colaborativos.
«Además de revalorizar un residuo que tiene un coste cero y cuya gestión se paga, sacamos un producto que puede sustituir a los combustibles fósiles», puntualiza Pérez. Así, esta propuesta se enmarca en un escenario que exige encontrar nuevas alternativas para cumplir con los compromisos del Pacto Verde Europeo y alcanzar la tan ansiada neutralidad de carbono en 2050. «Necesitamos encontrar vías -precisa el investigador- y, aunque se discuta mucho sobre los nuevos combustibles verdes y las nuevas formas de descarbonización, lo cierto es que no se puede cortar el grifo del petróleo de la noche a la mañana, sino que tiene que haber un progreso».
A principios de 2023, CENER prevé poner en marcha una serie de plantas de HTL en Aoiz.
En este sentido, una de las ventajas de los biocrudos obtenidos en el marco de Biogasolana es que, con unas «pequeñas modificaciones» de por medio, pueden ser procesados en instalaciones ya existentes.
«Si las petroleras y refinerías tuviesen que hacer grandes inversiones para adecuar sus plantas a nuevas entradas de crudo o si el coste final del combustible resultante no estuviese en precio de mercado, nada de esto sería atractivo», explica Pérez.
Mediante el proceso HTL, el Área de Biomasa de CENER ha producido biocrudo a través del acondicionamiento y pretratamiento de los lodos y del desarrollo de las pruebas experimentales pertinentes. Por su parte, el equipo investigador de la UPNA -encabezado por Antonio Gil, catedrático en Ingeniería Química-, se ha encargado de caracterizar los residuos y de valorar su calidad. Asimismo, la institución universitaria también refina el biocrudo para obtener diferentes tipos de biocombustibles.
PRÓXIMOS PASOS
Tras obtener unos primeros resultados «muy positivos», el próximo paso será probar esta tecnología a escala industrial. Así lo detalla Vicente López, responsable de Innovación del Área de Biomasa de CENER. A principios de 2023, la entidad prevé poner en marcha una serie de plantas de HTL en su Centro de Biorrefinería y Bioenergía (BIO2C) en Aoiz. La infraestructura, financiada por el Ejecutivo foral a través de fondos europeos, permitirá «dar el salto de escala» necesario para confirmar las conclusiones constatadas a nivel de laboratorio.
A su vez, las inversiones ofrecerán nuevos horizontes para el proyecto. «Aquí se abre un abanico mucho más grande que el de los lodos». Siempre que exista un «volumen suficiente» de materia prima -expone López-, la tecnología HTL desarrollada por la entidad permitiría emplear «cualquier residuo de coste cero» para la producción de biocrudos.
«Los próximos tres años traerán grandes oportunidades de colaboración con la industria en Navarra, pero también en España y en el resto de Europa. De hecho, ya estamos en conversación con varias empresas», revela el responsable de Innovación en el Área de Biomasa de CENER.