viernes, 3 mayo 2024

El arquitecto afincado en Navarra que colabora con el artista Antonio López

El almeriense Ángel Ibáñez, de 74 años, ha gestado numerosas innovaciones arquitectónicas desde su estudio, ubicado en Salinas de Pamplona. Después de trabajar en los planes urbanísticos de localidades como Sarriguren, Zabalza, Fustiñana, Leache o Arróniz, entre otras, participó en la instalación de la mayor escultura monumental urbana de Antonio López: la 'Mujer del Almanzora'. Desde entonces, pone su conocimiento técnico al servicio del artista.


Salinas de Pamplona - 5 abril, 2023 - 06:00

Ángel Ibáñez conoció al artista Antonio López a través de su sobrino, el pintor Andrés García. (Fotos: Maite H. Mateo)

El sonido blanco que producen cuatro impresoras 3D inunda el estudio de Ángel Ibáñez. Los vaivenes de sus ejes trazan la silueta de obras icónicas como la ‘Puerta del Paraíso’, que recibe a los fieles por el lado este del Duomo, en Florencia. Pero también han dado forma a multitud de rostros en plástico que pueblan las estanterías de la estancia, como los del fotógrafo Carlos Pérez Siquier, el poeta Manuel Alcántara, el busto de Nefertiti, la Pietà de Miguel Ángel

Entre todas esas piezas sobresale una maqueta de la ‘Mujer de Almanzora’, la mayor escultura monumental urbana que el artista Antonio López ha concebido hasta la fecha. La real, situada en Olula del Río (Almería), es una cabeza de unos ocho metros de altura, tallada en 84 bloques de mármol blanco de Macael y que pesa 230 toneladas aproximadamente. «Es más pesada que la ‘Estatua de la Libertad'», especifica Ibáñez, quien renunció a cualquier remuneración por su trabajo en este proyecto.

Ibáñez pertenece al Colegio Oficial de Arquitectura Técnica de Navarra (COAT) y al Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro (COAVN).

A sus 74 años, y desde hace casi una década, se dedica a innovar en técnicas arquitectónicas en la planta baja de su hogar, ubicado en Salinas de Pamplona. Aunque nació en Albox (Almería), «el día del Chupinazo de 1948», Ibáñez recaló en la capital navarra porque deseaba convertirse en arquitecto, una formación que cursó en la Universidad de Navarra tras completar sus estudios como arquitecto técnico en Sevilla. De hecho, pertenece tanto al Colegio Oficial de Arquitectura Técnica de Navarra (COAT) como al Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro (COAVN).

Después de realizar algunos proyectos en Sevilla, volvió a la Comunidad foral con el fin de trabajar para el Ministerio de Vivienda. Una labor que compaginaba con la enseñanza de Urbanística. «De hecho, en la universidad ideamos con los estudiantes los planes de Mendavia, Olite, Javier… Los proyectos no se quedaban en el plano teórico, sino que llegaban a ejecutarse en muchas localidades de Navarra. Alguno seguirá vigente», relata entre risas a Navarra Capital.

Aunque tiende a restarse importancia, su trabajo en este ámbito ha sido muy prolífico. Por ejemplo, participó en los planes urbanísticos de muchas más localidades, entre las que se encuentran Zabalza, Fustiñana, Leache o Arróniz, y también ha trabajado en provincias como La Rioja o Cantabria.

En esta línea, uno de los proyectos más célebres de su portafolio es el plan de la ecociudad de Sarriguren, que ideó junto a los arquitectos Alfonso Vegara y Ángel de Diego. La iniciativa fue el germen de una teoría sobre el urbanismo respetuoso con la naturaleza, que explicó posteriormente en La ordenación urbana y el desarrollo sostenible, un libro coescrito junto a Fermín Cerezo en 2009. «Cuando conceptualizamos la ecociudad, aún no se hablaba de sostenibilidad en el espacio europeo», resalta Ibáñez.

El almeriense ha dado forma a multitud de rostros en plástico, que pueblan las estanterías de su estudio.

El almeriense ha dado forma a multitud de rostros en plástico, que pueblan las estanterías de su estudio.

Mientras trabajaba en la universidad, conoció a Itziar Lazurtegui, alumna con la que fundaría su propio estudio de arquitectura en 1991. Deportista «nata», esta arquitecta de Algorta llegó a ser plusmarquista de maratón en Navarra, donde residió la mayor parte de su vida. «También era excepcional como arquitecta. Nuestra sinergia creaba inventos muy novedosos, algunos ya patentados como nudos, forjados especiales o técnicas para que los edificios reduzcan su consumo de energía, pero con una filosofía distinta al Passivhaus. En 2014 tuvo un accidente de montaña y murió muy joven, a los 52 años», rememora Ibáñez visiblemente emocionado.

A partir de entonces, decidió centrarse en «hacer cosas que no hacen los demás», como cálculos para usar materiales mixtos en las obras o avanzar en nuevas técnicas de construcción: «En concreto, quería construir casas como si fueran mecanos, es decir, hacerlas en un solo proceso atornillando las partes y en un tiempo muy breve, como una estantería».

UNA TÉCNICA AL SERVICIO DEL ARTE

Esa forma de construir le llevó a forjar un dúo que aún perdura junto al ingeniero pamplonés Mitxel Zubillaga. «Ya conocía a Ángel de antes, pero sus ideas me empezaron a gustar más y más. Comenzamos a hacer edificios de seis plantas en meses, sin cortar ni soldar nada en obra», explica el ingeniero. Un método que también emplearon para los detalles técnicos y constructivos que conforman la estructura interna de la ‘Mujer del Almanzora’, instalada durante el verano de 2017.

El arquitecto almeriense es tío del pintor Andrés García, «buen amigo» de Antonio López y fundador del Museo Casa Ibáñez, una de las mayores colecciones de arte contemporáneo de Andalucía. «Antonio quiso regalar esa escultura a mi sobrino para adornar el lugar. Pronto decidieron convertirla en el monumento que es en la actualidad, pero su ejecución técnica entrañaba muchas dificultades. Por eso, Andrés contactó conmigo y Mitxel también se sumó al proyecto», relata Ibáñez.

Ibáñez trabajó junto a Zubillaga en la dirección técnica de la ‘Mujer del Almanzora’, la icónica obra de Antonio López.

Ambos se encargaron de la cimentación, el despiece definitivo de los bloques de mármol, los cálculos para que la estructura interna sostuviera las piezas… Así, dieron forma a un esqueleto con 1.700 barras que sostiene la colosal cabeza y que está dotado de amortiguadores sísmicos. «Toda esta estructura se realizó en Navarra de la mano de Metálicas Mutilva«, agrega Ibáñez.

La colaboración con García y López se mantuvo después de esta obra. «Los apoyo imprimiendo pruebas de las esculturas que ellos realizan previamente en plastilina y con programas de modelado. Así pueden estudiar y realizar cambios antes de hacer el molde para la fundición. Ahora, por ejemplo, Antonio y Andrés están sumergidos en una de los reyes de España. ¡Y no veas los problemas que dan los tacones de la reina!», exclama en tono jocoso.

UN MUSEO PARA ALBACETE

En paralelo, Ibáñez se encuentra sumergido en un nuevo proyecto: transformar las cuatro plantas del antiguo Banco de España de Albacete en un complejo de arte. De hecho, el alcalde de la localidad, Emilio Sáez, anunció la firma de un convenio para la creación y puesta en marcha de este museo con la Fundación de Arte Ibáñez Cosentino, gestora del Museo Casa Ibáñez. Para ello, el Ayuntamiento espera comprar al Estado el inmueble por 2,8 millones de euros.

El estudio navarro ha diseñado el proyecto para transformar el antiguo edificio del Banco de España de Albacete.

«El arte es uno de los elementos que más hace prosperar a un núcleo urbano. Por eso, lo que propongo a las autoridades de Albacete con este proyecto es transformar la ciudad a través de dos vías: convertir el centro en una obra de arte y conseguir que los habitantes la sientan como suya, como en el caso de Bilbao. Cuando todos aportan, el arte se queda enraizado en la sociedad y eso genera en la sociedad una sinergia positiva. Pasa muy pocas veces, pero las ciudades que lo consiguen son las que triunfan», concluye antes de detallar que el museo de Albacete albergará una exposición permanente del genio Antonio López.

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