La irrupción del streaming musical, la llegada de TikTok… La industria musical ha experimentado grandes revoluciones digitales en las últimas décadas. Algunas de ellas han provocado cambios profundos en las formas de crear, como las canciones generadas por inteligencia artificial, o incluso en los métodos de puesta en escena, como los conciertos de realidad virtual. Entre todas estas nuevas tecnologías musicales, una lleva sello navarro: la desarrollada por el grupo Blackbinder, cuyo objetivo es que los músicos dejen atrás las partituras en papel.
El grupo, que aglutina a su vez a las firmas New Music Now y Rolling Scores, unió en 2013 a Carlos Piñuela, músico y profesor de Nuevas Tecnologías Aplicadas a la Música en el Conservatorio Superior de Música de Navarra, con Sergio Peñalver y Koldo Ábrego, socios de la empresa de servicios informáticos Javyser. La idea original era desarrollar un programa que permitiese al músico hacer un desplazamiento automático de la partitura, de forma que llevara el mismo ritmo con el que toca su instrumento. Un proyecto que fue desarrollado en colaboración con la Universidad Pública de Navarra (UPNA).
Así, en los últimos años, esta tecnología acumuló hitos importantes: varias rondas de inversión, que acumulan 3 millones de euros; un convenio con el Berklee College of Music de Boston y otros conservatorios del país americano; un proyecto de I+D para digitalizar a la Orquesta Sinfónica de RTVE (ORTVE)… “Pero no terminábamos de consolidar nuestro negocio. Entonces, llegó la pandemia y paralizó totalmente la actividad de nuestro sector, situación que nos permitió entrar en un periodo de reflexión acerca de nuestra estrategia”, explica Peñalver, CEO de Blackbinder, a Navarra Capital.
De esta forma, el equipo decidió reducir la velocidad en el mercado internacional y centrarse en su consolidación en España. Y, como fruto de dos años de gran esfuerzo, el grupo navarro logró en 2021 un acuerdo comercial con el Centro Español de Derechos Reprográficos (CEDRO). ¿Su objetivo? Crear una aplicación, propiedad de la asociación, que aglutine las publicaciones de las editoriales musicales más importantes del país, ePartitura, cuyo lanzamiento se espera para el próximo mes de septiembre.
En concreto, se trata de una aplicación “similar a Spotify“. Es decir, tendrá una tarifa plana para los usuarios de conservatorios y escuelas de música, que les facilitará el acceso a todas las partituras. “Es la primera vez en el mundo que varias editoriales de música de alían para proveer todas sus partituras en una sola aplicación, con lo que es un paso bastante importante en nuestro negocio”, concreta Peñalver.
De esta forma, la aplicación incorporará las obras de grandes editoriales del sector como Piles Music, la Editorial de Música Boileau, Ediciones Joaquín Rodrigo o Ediciones Quiroga, entre otras. Así mismo, presentará las partituras tanto en formato PDF como con la tecnología de desplazamiento sin páginas ya desarrollada por Blackbinder.
Según las estadísticas del Gobierno de España, cada año se matriculan “entre 350.000 y 380.000” estudiantes de música en el país: “Pero nuestro cliente potencial abarca muchos perfiles más como bandas, músicos particulares, tutores… Podríamos estar en torno a un mercado de 500.000 usuarios solo en España”.
CEDRO es una asociación sin ánimo de lucro que une a autores y editores de libros, revistas, periódicos y partituras, editadas en cualquier medio y soporte. Su objetivo es defender y gestionar de forma colectiva los derechos de propiedad intelectual que se derivan de la utilización secundaria (reproducción, distribución, comunicación pública y transformación) de estas publicaciones. El Ministerio de Cultura autorizó a la asociación en 1988 para llevar a cabo esta actividad.
NUEVOS HORIZONTES
Por otra parte, el grupo logró un acuerdo con la Orquestra de la Comunitat Valenciana para llevar a cabo su digitalización. La iniciativa, que se pondrá en marcha el próximo septiembre, consiste en un sistema de implantación de herramientas digitales que va desde el montaje de una obra hasta la interpretación en directo. “Una orquesta está compuesta por unas 200 personas. Por eso, más allá de enseñarles a utilizar nuestra tecnología, nuestro objetivo es adaptar la metodología que utilizan estas personas para trabajar en analógico a un entorno digital. Hay que empezar desde cero”, apunta el CEO de Blackbinder.
Así mismo, el grupo logró un acuerdo con la plataforma española My Play Along, una iniciativa del trombonista y compositor Ricardo Mollá. El programa es una “especie de karaoke para músicos de orquesta”, que les permite silenciar un determinado instrumento en una pista para tocarlo junto al resto de instrumentos. En este sentido, la tecnología navarra logra que tanto la música como la partitura vayan al ritmo que el usuario desee. “La aplicación salió al mercado el mes pasado y ha tenido bastante repercusión. En un mes hemos conseguido 1.500 usuarios y estamos recibiendo muy buena retroalimentación”, valora el CEO de Blackbinder.
UNA APLICACIÓN QUE ESCUCHA
Aunque está sumergido en nuevos acuerdos, el grupo navarro mantiene su foco en la I+D musical. De hecho, acaba de finalizar un proyecto que permite a su tecnología captar el ritmo de la música mediante el sonido. Un desarrollo en el que trabajó junto al ingeniero serbio Miroslav Zinavovic, investigador en Telecomunicaciones de la UPNA y graduado profesional de guitarra por el Conservatorio Profesional de Música Pablo Sarasate.
“Antes, el músico tenía que introducir el valor del ritmo de forma manual o daba golpes sobre la pantalla para marcarlo. Era un primer paso que luego no hacía falta repetir porque ya lo tenían preparado para los demás ensayos. Pero este nuevo proyecto cierra el círculo y hace que nuestra aplicación sea capaz de escuchar la música, lo que la hace totalmente automática”, agrega Peñalver. De esta forma, y tras comprobar que la tecnología funciona en ambientes controlados, Blackbinder probará su nueva creación en condiciones de “alta exigencia” dentro del marco de colaboración que mantiene con la ORTVE.
TECNOLOGÍA PATENTADA
La tecnología de Blackbinder está protegida con patentes en Europa, Rusia, EEUU y China, sus principales mercados. “Apostamos por este tipo de protección industrial para proteger las innovaciones que realizamos con inversión y talento navarro para que el beneficio que generemos retorne a la Comunidad foral”, defiende Peñalver. De hecho, el grupo se encuentra actualmente en un proceso de demanda contra varias empresas internacionales, una situación que espera resolver “a lo largo de 2023”.