Óscar Sanagustín siempre supo que su futuro laboral estaba en sus manos. Literalmente. De niño disfrutaba mucho con las manualidades y, cuando descubrió su pasión por la mecánica, tuvo claro que quería cursar una FP para potenciar esas habilidades. Así que, tras un curso fallido de Bachillerato, convenció a sus padres para que le permitieran estudiar en Salesianos Pamplona, donde alcanzó el título de mecánico ajustador cinco años después. A partir de entonces, pasó a trabajar en multitud de firmas con la misma inquietud con la que completaba formaciones en una gran diversidad de campos.
«He hecho cursos en informática, programación, trabajo en equipo, gestión de personas y hasta mecánica de motos. Eso me ha llevado a muchos sitios», explica con desparpajo este pamplonés a Navarra Capital. Esa inquietud le llevó a fichar en 2003 por una empresa donde también trabajaba Borja Aroca, ingeniero mecánico por la Universidad de Navarra. «Colaboramos juntos durante dos años hasta que Óscar se fue para trabajar con Siemens Gamesa. Entonces, yo era su jefe. Ahora, él es el mío», añade este último entre risas.
Precisamente, ambos lideran Estructuras para Energías Renovables (EPER), firma fundada por Sanagustín en 2007 y en la que Aroca es el director general desde hace tres años. El proyecto surgió como respuesta ante una decisión por parte de Siemens Gamesa: externalizar la homogeneización del utillaje para el transporte y el izado de los grandes componentes de las torres eólicas. Una actividad que su propietario y fundador desarrolló durante los dos años que estuvo en la compañía y que decidió seguir llevando por cuenta propia.
Aunque inició su actividad en Fitero, se mudó un año después a su actual sede de Cintruénigo, donde pudo desarrollar las instalaciones necesarias para llevar a cabo la fabricación de grandes estructuras metálicas en sus 24.500 metros cuadrados de superficie. En 2010, ya contaba también con servicios de diseño, una actividad que impulsó su crecimiento de forma sostenida.
En 2017, realizó varias inversiones que le permitieron dar un salto importante tres años después, entre las que destacaba una nueva nave de pintura y acabado metalizado. Así fue como, en este último ejercicio, llegó a facturar 20 millones de euros. «Y esta es la razón por la que EPER apareció en la lista Cepyme500 de 2021 y 2022«, concluye su director general, que fichó por la firma el año en que irrumpió la pandemia.
LOS MERCADOS
En la actualidad, la compañía emplea a 94 personas y se especializa en el diseño y fabricación de utillajes para el transporte y la instalación de grandes componentes de la energía eólica. Así mismo, ofrece servicios de ingeniería, inspección de producto, testado y mantenimiento de estos útiles. En esta línea, ya exporta «el 80 %» de lo que fabrica a países como Alemania, Dinamarca, Francia, Estados Unidos y Brasil. También ha trabajado «de forma más residual» con India, China y Turquía.
«La empresa no notó el efecto del Covid-19. Pero, para consolidar ese crecimiento, hemos hecho un esfuerzo por diversificar en mercados y en clientes en los últimos dos años.Ahora trabajamos también con empresas dedicadas a otras energías como el gas y en otros sectores industriales, principalmente como proveedor de firmas especializadas en el desarrollo de bienes de equipo», incide Aroca.
Ahora bien, la energía eólica se mantiene como su principal campo de actividad. En esta línea, EPER se estrenó este año en la eólica offshore junto a «dos de las tres principales multinacionales de Occidente» que operan en el sector. Una apuesta que les permitirá crecer de forma sostenida «entre un 15 % y un 20 %» en los próximos tres años.
«Todo apunta a que el mercado onshore seguirá creciendo, pero lo hará a un ritmo moderado de entre el 5 % y el 6 %. En cambio, el de la eólica marina lo hará exponencialmente», incide el director general de EPER. Una perspectiva que coincide con un informe publicado el año pasado por el Consejo Mundial de la Energía Eólica. En concreto, se espera que este tipo de instalaciones «superen los 30 GW en 2027 y 50 GW en 2030», de forma que tendrán una tasa de crecimiento anual medio compuesto «del 6,3 % hasta 2026 y del 13,9 % hasta principios de la próxima década».
NUEVOS PROYECTOS
Para los siguientes años, la firma ha trazado una estrategia de inversiones con el objetivo de consolidar sus proyecciones de crecimiento. En primer lugar, prevé adquirir nuevos equipos de soldadura robótica para automatizar aún más sus procesos. «Queremos incorporar dos nuevas estaciones para contar con un total de tres. En el robot que ya tenemos podemos soldar piezas de hasta cinco toneladas. Ahora, buscamos una estación que pueda desplazarse linealmente para hacer lo propio con piezas de entre ocho y diez metros de longitud, así como un robot más compacto para hacer subconjuntos», especifica Aroca.
En este sentido, EPER se centrará en captar talento desde su nueva oficina en Pamplona, que alojará una delegación de sus departamentos de Ingeniería y Gestión de Proyectos. Por último, llevará a cabo un proyecto de I+D para desarrollar el uso de metales con alto límite elástico: «Estos materiales tienen una mayor resistencia, y nuestros clientes nos los demandan mucho. Queremos crear procesos de manufactura para incorporarlos en nuestros productos».
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