martes, 19 marzo 2024

¡Este tipo es un hacha!

Su último triunfo: ser el mejor en la eliminatoria para la final navarra. El anterior, nada menos que el subcampeonato del mundo en Australia. El aizkolari Iker Vicente, con tan solo 22 años, ya está en lo más alto. Y todo empezó con un hacha de madera con la que jugaba de pequeño.


Pamplona - 12 octubre, 2019 - 05:55

El aizkolari Iker Vicente es un firme defensor del mundo rural. (Foto: Víctor Rodrigo / archivo)

Tiene innegable planta de deportista: 1,85 m. de estatura, 90 kg. y solo un 7 % de grasa corporal; y un talante entre tímido y tranquilo. Es el aizkolari Iker Vicente, vigente campeón navarro, que tras haberlo demostrado todo con la aizkora, sigue manteniendo la misma disciplina e “ilusión” de siempre para seguir compitiendo.

La historia arranca en Ochagavía, pueblo del Pirineo navarro donde nació. Todo empezó de muy pequeño, “como un juego” , viendo entrenar a su padre y a su madre, ambos aizkolaris, igual que toda su familia materna. Con el tronco y el hacha grabados ‘a fuego’,  su futuro estaba marcado: “Desde pequeño es lo único que he visto, iba a todos los entrenamientos de mi padre, le veía entrenar… Y bueno, empezó siendo un juego. Yo cogía un hacha pequeña de madera y empezaba a cortar”, explica. Hasta que cogió un hacha de verdad y participó en su primera exhibición, en la que cortó un tronco entero con 5 años.

Iker Vicente empezó a competir a los 12 años.

Empezó a competir a los 12, tomándoselo más en serio. Y, desde entonces, todo ha ocurrido muy deprisa. “Ha sido mi sueño de toda la vida, aunque ha llegado todo muy rápido”. Iker es el aizkolari más joven que se convierte en campeón navarro, con 18 años, y también el más joven en disputar una final del Campeonato de Euskadi absoluto (competición a nivel nacional) a los 19.

En abril de 2019, se proclamó subcampeón del mundo en Sidney (Australia), convirtiéndose así en el primer europeo en alcanzar este título. Hasta allí viajo con su primo Rubén Saralegi, con quien comparte profesión y título de campeones de Euskadi por parejas los dos últimos años. “Nuestra relación es buenísima, es como un hermano”, asegura Iker, “pero cuando somos uno contra otro en la plaza no hay amigos, es un rival más. Cuando se termina todo sigue igual”. Y añade: “Cuando he jugado con él como pareja siempre ha sido especial, incluso a la hora de cortar creo que se nota que somos muy cercanos y que nos hemos criado juntos”. A la hora de elegir lo tiene claro. Aunque ha disputado torneos contra Rubén los últimos cinco años, prefiere “competir con él”.

EMBAJADOR DE LURAUTO

A su palmarés deportivo tiene que sumar uno más personal. Ha sido elegido por Lurauto como embajador de su marca en Navarra, junto a Miguel Induráin, por identificarse con sus valores de potencia, técnica y precisión.

Iker Vicente está más que encantado con este papel. “Al final, nuestro deporte es minoritario y tiene la repercusión que tiene”, reconoce. Desde que Lurauto le ha provisto de un Serie 4, “he notado que coges prestigio, especialmente por ser una marca como BMW. Ha sido un boom en la afición y en la gente de la zona”.

Iker Vicente, con Luis Miguel García, director general de Lurauto.

Como representante de la generación Z, Iker Vicente maneja Instagram y Facebook para publicar los resultados de sus campeonatos, aunque reconoce que “no le tiran mucho”. Es conocido, le paran por la calle, le hacen fotos y firma autógrafos. Como él mismo explica con normalidad, “en Navarra y Euskadi la gente conoce por la prensa que hay un aizkolari joven que gana campeonatos”.

CLASE DE IKER

El campeón nos da una pequeña clase interesante sobre su deporte. “Nos parece que este es un deporte vasco”, pero en realidad se practica en 26 países del mundo. Australia, Nueva Zelanda, Canadá y Estados Unidos son los más duros. De hecho, el campeón del mundo es australiano.

Y sigue con sus aclaraciones:

  • Mientras aquí competimos cortando de 12 a 14 troncos, en 40 minutos a 1h, en el resto del mundo se compite a un solo tronco, en 40 segundos a un minuto. Es «como correr un esprint o una maratón».
  • El mundial es a un solo tronco y para nosotros es muy difícil. Nunca un europeo había conseguido quedar en este puesto. Y él lo ha conseguido con 36 golpes en 37 segundos.
  • También la técnica cambia mucho. Las hachas aquí pesan 2,5 kg., mientras las que se usan para un tronco (como en el campeonato mundial) son de 3 kg. y con el mango más largo. En este deporte, que es de precisión, medio kilo es todo un cambio.
  • Aquí cortamos haya; en Australia, eucalipto; en otros países, chopo…

A Iker le tira más «competir aquí, los trabajos largos, aunque es más duro y técnicamente tengas que ser mejor”. Es el rey en un deporte muy técnico que cuesta mucho aprender, por lo que la mejor edad está entre los 28 y los 38 años. Él es la excepción, ya que sus rivales rondan los 30 años.

Ante la pregunta de hasta cuándo se ve compitiendo y disfrutando con ello, Iker Vicente es rotundo: “Si un día soy campeón, tendré que mejorar la mejor marca que haya”. Ahí es nada… Y con 22 años, tenemos Iker para rato. A él le gustaría seguir hasta los 38 o 40. “Sí, sí, sí. Con la misma motivación. Cada vez hay más nivel en este deporte y creo que no voy a tener tiempo para aburrirme”, concluye un campeón al que un árbol le dura un entrenamiento y, según el grosor, saca unas 15 a 20 piezas de él.

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