«Mamá, ¡qué ricos están los macarrones!». Aquel día, el plato de pasta con tomate que cocinó Mireya Erroba no levantó las sospechas de sus hijos. «Meses después les confesé que estaban hechos con harina de grillo», relata a Navarra Capital. Para entonces, hacía ya tiempo que había comenzado a trabajar junto a su hermano Asier en un nuevo proyecto, Insecma, que comienza ahora a materializarse. En unos días comenzará a comercializar grillos para consumo animal, aunque el principal objetivo de la firma es llegar a producir harina de grillo destinada al consumo humano.
Insecma comenzó su andadura hace un mes con 350.000 grillos y ya tiene 1 millón.
Precisamente, fue su hermano el que tuvo la idea hace ahora tres años. «Leí un reportaje sobre la escasez de proteína animal y las granjas de insectos«, rememora. Al día siguiente, en un bar, le trasladó a su hermana la intención de montar juntos una planta de transformación industrial de insectos. Ella no pudo evitar reaccionar con estupefacción: «¿Qué dices? ¡Con el asco que me dan los bichos!».
No en vano, Mireya trabajaba por aquel entonces en una empresa de control de plagas. Pero no se le pasó por la cabeza dejar solo a Asier en esta aventura profesional y renunció a su empleo para centrarse en este nuevo proyecto, así como en la gestión de una sala multifuncional que regenta en el barrio de Erripagaña. Por su parte, Asier pidió una excedencia en MTorres, compañía en la que trabajaba dentro del área eólica.
En aquellos primeros momentos, cuando contaban su idea a familiares y amigos, muchos no podían evitar reírse. La propia Mireya confiesa que le ocurría lo mismo al darles la noticia. No obstante, las reacciones han cambiado en gran medida a lo largo de estos tres años. «Ahora mucha gente empieza a conocer esta opción alimentaria porque ha escuchado hablar de ella en los medios de comunicación», apostilla.
Tanto es así que el VIII Observatorio Nestlé sobre Hábitos Nutricionales y Estilo de Vida de las Familias, publicado en mayo del año pasado, destaca cómo el 19 % de las personas consultadas se atreverían a comer insectos. «¡Por algo se empieza!», valora Mireya. No obstante, su hermano afirma que todavía no ve a la sociedad preparada para comer grillos. «Sí creo que la gente se animará a consumir la harina», matiza.
OBJETIVO: UN MILLÓN DE GRILLOS A LA SEMANA
Los dos tenían la idea de echar a andar con la mayor rapidez posible, pero la pandemia y alguna que otra traba a la hora de conseguir una nave retrasaron dos años la puesta en marcha de la microcooperativa. Hace un mes, dieron la bienvenida a los primeros 350.000 grillos de la especie Acheta domesticus, también conocida como grillo común. Por el momento, y a la espera de solucionar algunos trámites administrativos y conseguir las licencias, centran su actividad en la cría. No obstante, esperan que en solo unas semanas puedan comenzar a comercializarlos: «Vivos, deshidratados o congelados».
Ya han conseguido hacerse con una gran familia de grillos que ronda el millón. Pero su objetivo es más ambicioso. «Queremos criar un millón a la semana», aseguran. O, lo que es lo mismo, cuatro millones al mes. En parte porque, para producir harina de grillo en el futuro, necesitarán contar con un gran volumen de estos insectos. De hecho, para elaborar un kilo de harina se utilizan tres de grillos. «Los nuestros son muy gordicos», se enorgullece Mireya.
Asier y Mireya Erroba se han esmerado para acondicionar la planta por su cuenta. Aun así, han tenido que invertir alrededor de 150.000 euros.
Ella hace hincapié en que no pretenden convertirse en una gran harinera, ya que la harina de grillo «es un complemento». Y pone un ejemplo: «Si vas a hacer una barra de pan, no la harás solo con harina de grillo, pero igual si puedes incorporar un 8 % y mezclarla con otra». Siguiendo la explicación de su hermana, Asier pronostica que podrían llegar a producir «entre 30 y 40 kilos» de harina de grillo al año. También avanza que, si todo sale según lo previsto, comenzarán a elaborarla a finales de este mismo año o principios del que viene.
Ambos hermanos reconocen que sabían «poco o nada» de criar grillos cuando emprendieron este proyecto. Por eso, comenzaron a colaborar con Nutrinsect, una empresa italoespañola que el año pasado inauguró en Olite la primera criadora de grillos para consumo humano de Navarra. Una planta cuya puesta en marcha fue adelantada por Navarra Capital y donde, precisamente, los hermanos Erroba recibieron formación durante seis meses.
LAS INSTALACIONES
Insecma se encuentra emplazada en una nave del polígono Egüés. Asier y Mireya Erroba se han esmerado para acondicionarla por su cuenta y así minimizar los costes. Aun así, han tenido que invertir alrededor de 150.000 euros para poner en marcha la microcooperativa.
En el interior de la nave, los insectos cuentan con tres habitaciones perfectamente aclimatadas. La primera de ellas está dedicada a los nacimientos. En cada caja aparecen registradas la fecha de nacimiento y cuándo cumplen los 45 días. «En ese momento los ponemos a reproducir en la celda tres», explica Asier. «¡Hoy han nacido un montón!», confirma su hermana. En concreto, trece cajas y en cada una de ellas hay 10.000 grillos.
En la segunda se encuentran los insectos que se van a vender. En las cajas, aparecen las fechas de los veinte días, treinta y cuarenta días. «Así, si un cliente nos pide grillos de un mes, podemos localizarlos», puntualiza ella.
Ya en la última, los grillos se reproducen y las hembras ponen los huevos en las mismas tarrinas donde nacerán las larvas. Desde el nacimiento, estos insectos se colocan en una caja, con su comedero y bebedero. Ahí pasan todo su ciclo vital, de 60 días.
Si hay algo de lo que se enorgullecen los fundadores de la microcooperativa Insecma, es de su contribución a reducir el impacto en el medioambiente. De hecho, Mireya asegura que no generan residuos. Y pone un ejemplo: «El grillo crece porque muda. Esas mudas las utilizamos después para producir compost».
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