Parece ser que en Nuevo Sistema Modular –de ahí las siglas NSM– hacen todo a lo grande. Javier Goñi, que por cierto también es muy alto, nos explica que los camiones están transportando las piezas de un edificio prefabricado que, en pocos días, estará montado en su destino. Es a lo que se dedica la empresa que fundó su padre, Ángel María Goñi, en diciembre de 1995. “Quizás el producto era más sencillo entonces, pero la filosofía se mantiene: dar un valor añadido y dignificar, como dice él, la caseta de obra“. Ángel María trabajaba en otra empresa de prefabricados para la construcción y decidió montar su propio negocio al ver que la industrializada “estaba estancada”. “Buscó darle valor añadido para competir con la construcción tradicional”.
Es una empresa familiar. De hecho, Javier comparte trabajo con su hermana Itziar, arquitecta técnica, aunque cuentan con un socio inversor. Javier nació en Pamplona hace 40 años y se incorporó hace más de quince a NSM, primero como responsable del Departamento Técnico y, desde septiembre de 2019, es su director general. Toda su vida laboral ha transcurrido en la empresa. “Estudié Ingeniería Industrial en la UPNA, y el trabajo fin de carrera ya lo hice aquí. Además, todos los veranos, incluso antes de terminar la carrera, venía a dibujar, a diseñar”. Se ríe y añade que también estuvo trabajando de camarero dos años, mientras estudiaba. “No me hice ingeniero pensando en que me sirviera para entrar en la empresa, más bien me fueron encaminando los profesores en el colegio y el instituto, también mis padres. Sí he sabido aprovechar las oportunidades y aquí tenía una muy interesante”.
“Estamos haciendo cosas desde mi punto de vista impresionantes, que pocas empresas son capaces de conseguir”.
“El relevo en la dirección fue complejo“, reconoce con sinceridad Javier Goñi, quien ensalza la labor realizada por su padre. “Al fin y al cabo, él hizo la empresa a su imagen y semejanza, ha sido su tercer hijo. Fue difícil para él dejar de trabajar y para nosotros, Itziar y yo, compaginar esa relación personal-profesional”.
Por eso, y como tantas otras empresas familiares, recurrieron a ARPA Abogados Consultores, “un equipo muy profesional de abogados que nos echaron una mano en el tema del protocolo familiar y fueron una gran ayuda”. “Ahora la cosa ya va muy rodada“, añade.
Por ejemplo, no resultó sencillo encajar la mentalidad de las nuevas generaciones y el cambio brutal que estamos viviendo a nivel global con formas de pensar de otras épocas. “Cada vez tengo más claro que muchos de los conflictos que se producen en la familia y en la empresa vienen de una falta de comunicación. Hacemos mucho hincapié en eso”.
Por esa misma razón, son socios de la Asociación para el Desarrollo de la Empresa Familiar de Navarra (ADEFAN): “Me parece fundamental que todos estemos en permanente contacto para intentar que la Comunidad foral sea una región tractora en todos los ámbitos”.
Eso sí, como buen empresario hecho a sí mismo, Ángel María Goñi sigue dándose una vuelta por la empresa “tooodos los días, sin falta”. “Creo que está muy orgulloso del trabajo que hemos hecho. De momento los resultados están ahí, estamos haciendo cosas desde mi punto de vista impresionantes, que pocas empresas son capaces de conseguir. Y mi padre así lo ve y lo vive”, destaca.
LA CRISIS COMO OPORTUNIDAD
Pero antes de vivir este excelente momento, la compañía también tuvo alguna etapa complicada, que superó con nota. Fue a partir de 2010, cuando reventó la burbuja inmobiliaria: “Tuvimos que variar el rumbo y abrirnos a otro tipo de proyectos que hasta entonces no habíamos contemplado”. Gracias a la entrada en 2014 del socio inversor y al acceso a nuevos mercados, “pudimos no solo seguir en marcha en esa época tan problemática, sino catapultar a la empresa tras esos años”.
NSM sigue siendo fiel a la idea que inspiró su fundación: dar valor añadido a la construcción industrializada para competir con la tradicional. “Pero ahora lo hacemos con más versatilidad porque hemos incorporado a gente muy profesional y eso nos permite ir desarrollando el producto. Digamos que ahora somos capaces de dar soluciones técnicas más complejas“.
Es una estrategia que mira a largo plazo. “Lo que pretendo es formar un equipo que permita a la empresa seguir su propio camino, independientemente de las personas que en cada momento tenga al frente”. No obstante, eso no significa que tenga en mente una posible venta “ni a corto ni a largo plazo”. De hecho, lo que busca es “dar continuidad” al proyecto que lanzó su padre y “que dure muchos años”.
Sus edificios han ido a Madrid, Barcelona, Murcia, Valencia… Y la firma también ha producido un modelo de subestación eléctrica estandarizada, pero con la posibilidad de variar sus dimensiones, que se ha instalado en Polonia, Mauritania, Australia o Bangladés.
Esa versatilidad permite a NSM hacer todo tipo de edificaciones, desde restaurantes de comida rápida a colegios, hospitales, una iglesia y hasta un centro penitenciario de más de 4.000 metros cuadrados en Barcelona. “En realidad somos una empresa constructora, pero construimos de manera diferente”.
El objetivo ha sido siempre dar las soluciones que requiere el cliente. “Por eso, no queríamos estar atados a unas modulaciones tipo a las que tuvieran adaptar sus necesidades, es al revés”. La clave está en el sistema constructivo que han ideado y que les diferencia de sus competidores, que siguen ofreciendo módulos estándar a los que tiene que atenerse la clientela. Un ejemplo claro son los más de cien restaurantes de comida rápida, entre ellos los que han diseñado, construido e instalado para Burger King. “El de Ardoi estaba funcionando en dos semanas“. No solo eso. “Hemos estudiado con ellos hasta la imagen y el acabado. Bueno, con Burger King y con cualquiera que nos lo ha solicitado”.
Así hacen edificios de dos o tres plantas, oficinas de más de 1.000 m2 completamente diáfanas y sin ningún pilar… “Podemos hacer módulos de 2 m2, pero también un edificio de 3.000 o 4.000 en tiempo récord. Hay muchas empresas de construcción industrializada, de prefabricado, pero no tan versátiles como NSM”.
Quien piense que el prefabricado es una práctica reciente en la construcción se equivoca, “Antes de nacer nosotros ya existía y nos hemos dedicado a eso siempre”. Ahora bien, cada vez está ganando más protagonismo. Y, aunque cree que en España cuesta mucho cambiar tendencias, observa que tras la crisis de la construcción “el sector se ha movilizado más que en los 50 años anteriores buscando cosas nuevas, eficiencia, sostenibilidad…”.
“Si a eso sumamos las redes sociales y la capacidad de comunicar que existe ahora, las empresas que estamos en el sector nos hemos dado más a conocer. Además, el hecho de que grandes promotores estén trabajando ya con quienes nos dedicamos al prefabricado ayuda mucho”, valora.
BUENOS NÚMEROS
NSM hizo una inversión muy fuerte en 2018 que incluyó el traslado de sus instalaciones, maniobra que les ha permitido optimizar sus sistemas de trabajo. En materia de facturación ya ha recuperado “los niveles que teníamos”. “Iba a decir en la prepandemia, pero más bien sería en la postcrisis de la construcción. Cerramos 2021 con 9,8 millones de euros, por encima del año anterior. El objetivo para este año es crecer. A ver cómo se comporta el mercado”.
Hace un gesto que parece reflejar cierto cansancio. “Es que volvemos a estar en un momento crítico. Teníamos un muy buen ritmo de crecimiento cuando llegó el parón del Covid-19, remontamos con rapidez gracias a nuestra capacidad de hacer edificios de muy distintos tipos… Y, ahora, si la situación mundial nos lo permite, creo que conseguiremos seguir creciendo”, apunta aferrándose al optimismo. Son 28 personas las que trabajan en la compañía, pero indirectamente da empleo a entre cincuenta y cien más, dependiendo de los picos de producción.
“Tras la crisis de la construcción, el sector se ha movilizado más que en los cincuenta años anteriores buscando cosas nuevas, eficiencia, sostenibilidad…”.
Damos por supuesto que uno de los edificios prefabricados de NSM será más barato que uno tradicional equivalente, pero estamos equivocados. Es entre un 5 y un 10 % más caro debido a los costes del proceso productivo.
“Lo que nosotros ofrecemos es control. Al terminar la obra, no llegamos al 2 % de desviación sobre el presupuesto. En una obra tradicional se puede partir de un precio más bajo que el nuestro pero, a lo largo de la construcción, se generan muchas incertidumbres”, revela.
La gran ventaja del sistema de NSM reside en la rapidez de edificación, de modo que permite recuperar la inversión en muy poco tiempo. En ese sentido, apunta que los tres meses de verano pueden servir para ampliar colegios, por ejemplo. De modo que deja caer que “la administración tiene que abrir la mente a nuevos sistemas constructivos“. “Digamos que no somos profetas en nuestra tierra, yo creo que es porque no se nos conoce”.
Ahora parece ser un buen momento para dar ese salto, toda vez que Navarra albergará el centro nacional de industrialización y robótica de la construcción. De ahí que pida al Ejecutivo foral que fomente este modelo. “Es muy interesante para la sociedad. Somos capaces de desmontar un edificio y llevarlo a otro sitio, quiero decir que podemos montar dos o tres colegios en barrios nuevos que irán madurando y, entonces, esos centros escolares se podrán trasladar allá donde sean necesarios. Las administraciones públicas deberían pensar un poco más en la eficiencia de sus inversiones”.
Ese desconocimiento provoca que, a menudo, la gente tenga la idea errónea de que prefabricado equivale a menor calidad o a provisionalidad. “En el resto de Europa, esta construcción está muy bien vista. Me da pena no trabajar más aquí. Además, el coste del transporte sería mucho menor”. Sus edificios han ido a Madrid, Barcelona, Murcia, Valencia… y también ha producido un modelo de subestación eléctrica estandarizada, pero con la posibilidad de variar sus dimensiones, que ha sido instalada en lugares tan dispares como Polonia, Mauritania, Australia o Bangladés.
En definitiva, NSM vive un buen momento gracias al esfuerzo y el trabajo de todo el equipo, empezando por el de su director general, que ha tenido que sacrificar su gran afición: jugar a pala. Un deporte en el que le introdujo su padre, que también lo practicaba. “Solía ir a verle y me entró el gusanillo. A los 6 o 7 años empecé a darle a la pala”.
Ha sido uno de los mejores. En 2020 fue campeón de España y, varias veces, campeón navarro de pala corta y paleta cuero, individual y por parejas, con los equipos de la AD San Juan y Lintxu Tajonar. Suponemos que será a lo que se dedique cuando quiera evadirse de las tensiones de la dirección de NSM, pero nos contradice. “Con esto de la crisis y la pandemia, he decidido centrarme más en la empresa. Con todo lo que está pasando debía hacerlo. Además, fuimos padres hace cuatro años. Pero es cierto que he disfrutado muchísimo con la pala”, apunta sonriente. “Y también disfruto una barbaridad sentado en una mesa con la cuadrilla. De hecho, creo que trabajo para eso, para ponerme a comer y charlar en una sobremesa eterna. Me encanta comer. Ja, ja, ja”.