jueves, 25 abril 2024

Juanma Garro aún recuerda el olor de la vieja granja familiar

Adora tanto estar con sus vacas que aún recuerda el día exacto en que comenzó en el oficio: el 31 de marzo de 1990. Quizás por eso, la Presidencia de Lacturale, con las responsabilidades que conlleva, le ha enseñado a valorar "cada segundo" que pasa en su ganadería de Etxeberri. Pero a Garro le sobran fuerzas para compatibilizar ambas facetas, igual que para afrontar la falta de relevo generacional en el sector. Un problema que afecta a muchos de sus colegas y contra el que reivindica dos soluciones: un precio más digno para la leche y el fomento del asociacionismo. Su pasión y su compromiso con el territorio le han hecho acreedor del Premio Alimenta Navarra 2021 a la Trayectoria Profesional y el Desarrollo Personal: "No es un reconocimiento solo para mí, sino para las personas que son como yo".


Pamplona - 17 noviembre, 2021 - 06:00

Juanma Garro compagina sus tareas como ganadero y como presidente de Lacturale. (Fotos: Víctor Ruiz)

Juanma Garro recoge con su mano desnuda un puñado del pasto que las vacas comen en Lacturale. El olor a hierba lo teletransporta a mediados de la década de los setenta, cuando estudiaba en el colegio de los jesuitas en Javier. Entonces, pasaba largos períodos de tres meses en el internado. «Un día nos visitaron los de la escuela de Irurtzun, donde estudiaba mi hermano. Y me acuerdo de que, cuando se fue a jugar al patio, me dio su jersey para que se lo guardara. Aquel olor todavía lo recuerdo, el olor de nuestra granja en Etxarren. Me dijo: ‘¡Tómalo!’. Y ya no lo soltaba«, rememora.

El presidente de Lacturale se acerca nuevamente el pasto a la nariz. Le vienen a la mente «cantidad de recuerdos, ¡muchísimos!». Por ejemplo, aquellos momentos en los que metía «el carro lleno de hierba en el silo» junto a su padre, cómo echaba la mano sobre el lomo de las vacas o cómo se calentaba las manos en sus ubres cuando nevaba. «Entre estos olores he estado con mis padres, mis hermanos y mis amigos del pueblo. También me recuerda lo a gusto que está la vaca comiendo este pasto en el frío del invierno. Y entonces digo: ¡Me ‘cagüen’ la mar! ¡Qué buena leche va a salir de esto!», exclama.

«La sociedad está premiando la labor de las personas de pueblos pequeños, que hacen cosas muy normales».

Garro aprendió a valorar «cada segundo de esa vida» cuando se convirtió en presidente de la empresa de lácteos. En parte porque sus tareas le obligaron a distanciarse un poco del día a día de un ganadero del valle de Arakil. Por eso, valora que el Premio Alimenta Navarra 2021 a la Trayectoria Profesional y Desarrollo Personal, que impulsa Navarra Capital junto al Clúster Agroalimentario de Navarra (NAGRIFOOD), es mucho más que un reconocimiento a su trabajo: «La sociedad está premiando la labor de las personas de pueblos pequeños, que hacen cosas muy normales. No es un reconocimiento solo para mí, sino para las personas que son como yo».

En concreto, el jurado profesional que eligió a Garro destacó «su apasionada defensa del sector primario y su compromiso con el desarrollo sostenible del territorio». Una actitud que será reconocida el próximo 23 de noviembre en el Teatro Gaztambide en la capital ribera, durante la gala de entrega de los galardones. La sexta edición cuenta con el patrocinio de Eroski CaixaBank, y la colaboración del Ayuntamiento de Tudela, el Gobierno de Navarra, la Asociación de Empresarios de la Ribera (AER) y la Unión de Cooperativas Agroalimentarias de Navarra (UCAN).

«Al principio no teníamos beneficio alguno, solo contábamos con nuestra propia satisfacción y paz de que lo que estábamos haciendo era bueno para el entorno».

A sus 56 años, el presidente de Lacturale no se arrepiente de haber disgustado a su padre cuando le anunció que quería ser ganadero: «Tendría 22 o 23 años cuando dejé la mili. Fue cuando le expliqué a mi padre que quería que me dejase las vacas para ir a Etxeberri y montar una ganadería con mi hermano y Alberto, un amigo. Él me contestó que le daba pena porque no iba a vivir, y lo decía porque él no había vivido: trabajaba hasta las tardes de domingo».

Garro empezó a ejercer el oficio «el 31 de marzo de 1990». Aún recuerda la fecha exacta. En aquella época, los tres socios de la ganadería libraban «una tarde a la semana, en sábado o domingo». Sin embargo, era muy importante para ellos no desengancharse de la sociedad. «Buscamos ese equilibrio entre lo contentos que estábamos y no sentirnos diferentes que otros sectores. Es decir, si no quedábamos para cenar, ir de vacaciones o jugar pelota, nuestros amigos se irían distanciando y nos íbamos a quedar solos. Y es difícil incluso para encontrar pareja. Queríamos luchar por ser competitivos no solo a nivel económico, sino también en el aspecto social», explica. 

EN BUSCA DE UNA PRODUCCIÓN DIFERENTE

Los socios de la ganadería de Etxeberri observaban con preocupación el cambio en las dinámicas económicas de la industria lechera, que les estaba llevando a producir sin sentido. «Sacar uno o dos litros más por cabeza de ganado nos estaba provocando un estrés brutal, incluso habíamos empezado a discutir entre nosotros. Al final caímos en que podríamos conseguir un poco más de dinero con ciertas técnicas, pero que eso no era vida», rememora. Una conclusión que les llevó a hacer un parón en 2003 para buscar una manera de producir diferente.

«Hemos caído en número de ganaderías, sobre todo porque en muchas de las que comenzaron hubo falta de relevo generacional. Es un problema del sector».

Entonces, viajaron por «Suiza, Dinamarca y Alemania» para descifrar si les convenía más permanecer en la producción convencional o pasarse a la ecológica, pero encontraron pronto una tercera vía: la producción integrada.

Así fue como un puñado de productores de leche navarros se convirtieron en los pioneros de este sistema en España. «Al principio no teníamos beneficio alguno, solo contábamos con nuestra propia satisfacción y paz de que lo que estábamos haciendo era bueno para el entorno», relata.

No obstante, las presiones del mercado de la leche aumentaron, razón por la que los propietarios de muchas ganaderías pequeñas empezaron a discutir sobre distintas soluciones para ser competitivos. «Veíamos que la industria quería un producto blanco y en botella, y nosotros teníamos mucho más que dar. Así que, en el año 2007, constituimos Lácteos Belate». Este asociacionismo fue el germen de lo que se conoce actualmente como Lacturale, marca que se fundó en 2008 con la participación de 75 socios y un total de veinticinco ganaderías.

En la actualidad, Lacturale cuenta con once ganaderías asociadas y doce trabajadores en su plantilla. «Hemos caído en número de ganaderías, sobre todo porque en muchas de las que comenzaron hubo falta de relevo generacional. Es un problema del sector, que se soluciona consiguiendo un precio más digno de la leche y procurando asociarnos para poder disfrutar de turnos de vacaciones y bajas», subraya Garro.

«En el sector de la leche se está mejor mal acompañado que solo. Es importante que los ganaderos sepan que hay otra forma de llevar las vacas para asegurar una mejor calidad de vida».

De ahí que la filosofía de la firma láctea recuerde aquel equilibrio que los tres socios de la ganadería de Etxeberri procuraban cuidar. Una manera de ser que se materializa, entre otras acciones, en la vinculación y el apoyo al deporte navarro, la perenne presencia de niños y familias en su Centro de Interpretación y en sus esfuerzos «para prevenir el individualismo que campa a sus anchas» en el sector de la leche: «Dicho mal y pronto, aquí se está mejor mal acompañado que solo. Es importante que los ganaderos sepan que hay otra forma de llevar las vacas para asegurar una mejor calidad de vida. Y recae en la Administración la importante lucha por el precio de la leche para que no desaparezcan más negocios».

TRECE AÑOS AL FRENTE DE LACTURALE

El día de Garro empieza a las seis de la mañana, cuando se levanta para atender a las vacas. Hacia las ocho, realiza su actividad «favorita» durante el invierno: «Voy a encender el fuego para mi hija y mi mujer, para que la casa esté caliente, y desayunamos juntos». Cuando ellas se van a la guardería, empieza a intercalar sus dos facetas: «Como ganadero, tengo que mirar abonos, cuidar a las vacas… Y, como presidente de Lacturale, quedo con los productores, apoyo en la gestión de la empresa y procuro que nuestra filosofía y estrategia no se desvíen ni un minuto de la línea marcada. Principalmente eso».

Después de trabajar regresa a casa, donde le espera su ‘bici’ estática. El deporte es una pasión que no abandona a pesar de que tenga «ambos talones rotos». Dos o tres veces por semana, procura tomar algo con los trabajadores de la empresa. «Cuando llevo tiempo sin hacerlo, lo echo en falta», atestigua. Eso sí, le gusta cenar en casa con su familia. 

Lacturale cuenta con once ganaderías asociadas y doce trabajadores en su plantilla.

Lacturale cuenta con once ganaderías asociadas y doce trabajadores en su plantilla.

Cuando echa la vista atrás, evoca un momento particularmente difícil: «Estuvimos francamente mal a nivel económico en 2011, por un error que tuvo un gerente. No considero que fuese malo, sencillamente se equivocó. Y salimos adelante con el empuje y el apoyo de todos, tanto de ganaderos como de trabajadores. En este sentido, no hay distinciones en Lacturale. Nuestros comerciales sienten las vacas y el campo tan suyos como el resto». Así mismo, hace hincapié en que su mayor éxito es «conocer a las personas que consumen sus productos», así como «trabajar en proyectos con otras empresas navarras para mejorar la economía local». 

«En el futuro quiero seguir aquí ¡hasta que se me ponga el pelo blanco! Tengo que estar joven, porque mi hija de año y medio me necesita. Y quiero tener fuerzas para seguir disfrutando mucho de todo lo que hacemos y todo lo que nos ofrece la vida en lo social, lo deportivo y lo cultural junto a mis amigos de Lacturale. Y me veo en una sociedad más comprometida porque cada vez se habla más de respeto al medio ambiente y de aumentar el bienestar personal. No quiero perderme eso», recalca. 

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