Le comentamos que es una lástima celebrar el partido del centenario con las gradas de El Sadar vacías. Y Luis Sabalza, con tono jocoso, nos responde que no seamos aguafiestas: “Lo bonito hubiera sido celebrarlo con la afición rojilla en el estadio (cuya reforma va a costar alrededor de 21 millones de euros), pero hay que ser realistas. Las cosas han venido así y hay que pensar que, durante este año, podremos festejarlo con nuestros aficionados, con nuestra gente. No puede ser que la pandemia dure para siempre. Esperemos que no sea ni siquiera un año, que llegue la vacuna y volvamos a la vida normal. Porque lo importante es la salud… Bueno, Osasuna es también salud”.
Cualquiera podría pensar que el optimismo de Sabalza, de risa y sonrisa fácil, afable y cercano, se debe en parte a que tiene un cargo amable: la Presidencia de la que, posiblemente, sea la única institución que suscita el aplauso y el cariño de la mayoría de los navarros. Sin duda, influye también el hecho de que el club vive un momento dulce, pero no hay que olvidar que llegó cuando Osasuna estaba hecho unos zorros y que pocos lo envidiaban entonces.
“Hay que pensar que, durante este año, podremos festejar el centenario con nuestros aficionados”.
Nació en Sangüesa el 23 de octubre de 1947, es decir, cumplió 73 años este viernes, en la víspera de la celebración de ese centenario tan anhelado. Pasa volando por su infancia aunque, como reconoce en la revista del club, “si me llegan a decir de niño, cuando soñaba con emular a mis ídolos rojillos, que hoy tendría el privilegio de ser el presidente de esta institución en una cita tan relevante para su historia, nunca lo hubiera creído”. Con 17 años entró a trabajar en la antigua Caja de Ahorros de Navarra y, antes de salir de Sangüesa (lo hizo en 1971), era el entrenador del Cantolagua femenino de baloncesto: “¡Una vez fuimos campeonas de Navarra! Y eso a pesar de la dificultad que supone jugar con chicas de diferentes edades porque tenían que ser del pueblo”, resalta ufano y entre risas.
Además de hacerse el socio “400 y pico” de Osasuna, ya en Pamplona compaginó trabajo y estudios, y perteneció a la primera promoción de Derecho de la UNED. Eso le privó de muchos ratos de ocio: “Y cuando salía por ahí, lo hacía con el remordimiento de que estaba perdiendo el tiempo”. Con el título bajo el brazo, en 1982 entró en la asesoría jurídica de la CAN, donde permaneció hasta su jubilación. En definitiva, pasó toda su vida laboral en la Caja.
DEFENSOR DEL SOCIO
Sí se jubiló, pero sigue trabajando de abogado “porque no era incompatible”. Después de 38 años, continúa colegiado y ejerciendo: “Aunque ya no mucho porque el club da bastante trabajo. No en el sentido de que me toque resolver todos los problemas del mundo, pero la representación lleva mucho tiempo”. Ser aficionado al fútbol –“siempre me ha gustado”- y seguidor de Osasuna le llevó a vincularse con el club, del que fue Defensor del Socio durante la Presidencia de Javier Miranda, fallecido en marzo del año pasado. Posteriormente, formó parte de una candidatura “derrotada democráticamente por la del señor Archanco”.
Pero en 2014, Osasuna vivía una de las etapas más oscuras de su existencia, con el nombre manchado por episodios de corrupción y una economía tan calamitosa que corría el riesgo de desaparecer. Y en aquellas circunstancias, tuvo el valor de ponerse al frente de la entidad, a la que ha hecho resucitar junto con sus directivos.
“Cuando entramos y nos llegó la auditoría del Consejo Superior de Deportes, que detectó partidas no justificadas, presentamos la denuncia en el juzgado para aclararlo. Y de ahí vino todo lo demás. Mi objetivo era ir pagando ordenadamente, pero la verdad es que se precipitaron los acontecimientos y tuvo muy malas consecuencias la auditoría que se hizo ‘a posteriori’”, rememora.
Mientras en Navarra se entendió que la responsabilidad era de anteriores directivos y no tanto de la institución, “en el resto de España se decía que Osasuna había hecho distintos ‘affaires'”, lamenta el presidente. “Y eso es lo que más ha costado levantar, aunque creo que ya lo hemos conseguido y el club vuelve a ser apreciado y querido”. Para lograrlo, “hemos tenido que hacer un gran esfuerzo todos, directivos y empleados, que hemos ido en la misma dirección. Y, por supuesto, ser rigurosos en el trabajo, tratando de hacer bien las cosas”.
TODO VA MEJOR CON GOLES
Ya, pero también ayudarán los goles, ¿no? “Indudablemente. Hay que decir las cosas como son. Si el equipo no hubiese funcionando, difícilmente estaríamos ahora aquí, en Primera División, con la economía saneada, El Sadar reformado y un récord de 20.465 socios que ni siquiera saben si van a poder entrar en el estadio”. Dicho sea de paso, en 1998 Osasuna tenía 6.553 socios. Tras una breve pausa, Sabalza hace un inciso: “Esta es una empresa un poco complicada de llevar. Ya puedes presumir de tener unos buenos números que, si el balón no entra en la portería, la gente no te va a juzgar por esos números, sino porque no se meten goles. Es que el criterio emocional pesa muchísimo”.
Además, es necesario que el equipo vaya bien porque eso determina en gran medida la economía del club. Sabalza nos explica pedagógicamente que si se mantiene en Primera, cobra unos derechos televisivos notablemente mayores que en Segunda. “Y en Primera también es más fácil encontrar patrocinadores y colaboradores”. Del estado de la caja depende que la Liga autorice más o menos gastos en fichajes de futbolistas porque los clubes tienen limitada la contratación a un porcentaje de los ingresos certificados. Cuadrar cada año el presupuesto es una tarea compleja, porque además de ir sumando euro a euro también influyen factores subjetivos, como en casi todo lo relacionado con el fútbol: “Por ejemplo, cuando llegamos la gente no tenía confianza en Osasuna y era muy difícil encontrar patrocinadores. Ahora sí la tienen y quieren ver el nombre de su empresa en nuestras camisetas”. Esta temporada y la próxima, el principal es Verleal, marca de Congelados de Navarra.
“Cuando llegamos, la gente no tenía confianza en Osasuna y era muy difícil encontrar patrocinadores”.
Una parte de la recaudación viene de las aportaciones de los socios, y el pequeño Sadar limitaba su número. De ahí la necesidad de ampliarlo, aunque existía el riesgo de que el público no respondiera. Por eso, uno de los objetivos de la directiva era que el equipo conectara con la grada para que la grada conectara a su vez con el equipo. “Lo conseguimos y eso nos ha traído la sorpresa y la alegría de que hayamos hecho un campo nuevo y ya se nos haya quedado pequeño. Estoy contento por la fidelidad del osasunismo y triste porque es una pena que no tengamos más sitio… Pero tampoco lo podíamos hacer mayor”.
SENTIMIENTO ROJILLO
Si el Barça es más que un club, Osasuna es “un sentimiento, lo que más une a los navarros”. Y Sabalza se muestra orgulloso de que “hayamos podido extender ese sentimiento”. Pone como ejemplo que antes, en las campañas de publicidad para captar socios, se aludía a que la afición pasaba del padre al hijo y del hijo al nieto. “Ahora son los hijos los que llevan a los padres a El Sadar porque quieren ver al equipo. Y claro, como con siete años no pueden ir solos les dicen: ‘Papá, tienes que venir conmigo’. Eso es lo que está haciendo que Osasuna crezca y tenga un gran futuro”. Nada le pone más contento que ver a un crío con la camiseta rojilla “porque demuestra que el club es un orgullo para todos los navarros, sin distinción de edad o del pueblo donde vivan”.
“Ver un partido desde el palco es horroroso, no puedes hacerte una idea de lo que se sufre”.
¿Luis Sabalza es un forofo de Osasuna? El presidente piensa unos segundos. “No soy muy gritón, tampoco lo era siendo un simple aficionado. Pero no puedes hacerte una idea de lo que se sufre viendo un partido desde la Presidencia. Te dicen lo bonito que es ir al palco… ¡Nada de eso, es horroroso! Es el peor sitio para ver el partido, aunque tengas la mejor ubicación. No puedes exteriorizar alegría ni enfado. Y si no gana el equipo, te llevas el revolcón, que disimulas pero se te queda dentro”. Eso sí, si gana los lunes son menos lunes… “Hombreeee… Eso, por supuesto. Ja, ja, ja. El que vendía los periódicos en mi pueblo me decía que si ganaba Osasuna, le compraban más. Ja, ja, ja”.
Le cortamos la risa al comentarle lo descorazonador que resulta ver las gradas vacías en los partidos, no escuchar los cánticos ni los aplausos… “Duele, duele mucho. Tenemos un campo nuevo y los aficionados no lo pueden disfrutar… A ver si pasa esto…”. Pero rápidamente se rehace cuando recordamos las satisfacciones que nos brindó el equipo la pasada temporada. “Si esta fuera igual, sería muy buena. Y buena si nos mantuviéramos en Primera. No pido más”.