viernes, 19 abril 2024

La ingente tarea de Marta Basterra

Es, desde hace once años, la coordinadora regional de Fundación Adecco Navarra, un puesto por el que peleó porque podía permitirle hacer realidad su vocación de ser útil a los demás. Desde su organización trabaja para posibilitar el acceso al mercado laboral, en igualdad de condiciones, de las personas con discapacidad y en riesgo de exclusión social. Una ambiciosa tarea pero que, gracias a su carácter positivo y a su perseverancia, va dando frutos.


Pamplona - 31 diciembre, 2021 - 00:02

Marta Basterra es, desde hace once años, la coordinadora de Fundación Adecco Navarra. (Fotos: Ana Osés)

Marta Basterra nos hace un repaso a su biografía, que abre con alusiones entrañables a su familia: “Mi infancia transcurre en Cáseda. Soy la tercera de cuatro hijas de un agricultor, Andrés, y de Blanca, ama de casa y mujer muy inquieta. Lo mismo cosía que arreglaba una persiana, autodidacta. Dedicó toda su vida al cuidado de la familia, a nuestra educación. Y eso permitió que mi padre pudiera desarrollar sus inquietudes sociales. Mucho de lo que él ha hecho se debe al papel que asumió mi madre, muchísimo”.

Andrés justamente pudo completar la enseñanza obligatoria, con mucha dificultad, y desde muy pequeño tuvo que trabajar en el campo. “Suele contar que de noche, en la Bardena de Cáseda, le mandaban a por agua y, como tenía que ir solo, iba cantando jotas para quitarse el miedo”. Su abuela tenía una tienda en el pueblo, donde pasó muchas horas. “De ella aprendí la inquietud de una mujer por trabajar, que en aquélla época… Me decía ‘no dependas nunca de nadie, lábrate tu propio futuro’. Es una enseñanza que siempre he tenido presente”.

«¡Ojalá un día nuestra fundación no sea necesaria! Eso significaría que a todas las personas ya se les valoraría de una forma justa y con equidad».

Las cuatro hermanas han podido estudiar en la universidad. “Yo estudié Relaciones Laborales y, a los 21, empecé a trabajar, tuve mucha suerte”.

Diez años después completó su formación con la licenciatura de Ciencias del Trabajo. Siempre en el área sociolaboral. ¿Era una vocación? Casi sin terminar de preguntarle, responde: “¡Total, total!”. ¿Y por qué lo tenía tan claro? “Tenía el referente de mi padre, trabajó mucho por el cooperativismo navarro, fue alcalde de Cáseda y parlamentario, siempre con el objetivo de dar apoyo al sector primario y con una vocación de servicio muy alta”. Entonces dibuja una sonrisa, teñida de ternura. “Como siempre le he visto feliz por poder dedicarse a los demás, yo tenía muy claro que quería encontrar un trabajo en el que mi actividad fuera un apoyo para la sociedad… Es algo que no tiene precio y lo he conseguido”, remata con orgullo.

La fundación trata de conseguir la inserción laboral de personas con discapacidad o en riesgo de exclusión social.

La fundación trata de conseguir la inserción laboral de personas con discapacidad o en riesgo de exclusión social.

Le costó. Dice que estar en la tienda de su abuela le hizo desarrollar un perfil comercial. Por eso, cuando empezó a trabajar, en ArcelorMittal, lo hizo en el departamento de clientes. “Estoy muy agradecida a la empresa por la oportunidad tan grande que me brindó, pero quería dar un salto para trabajar más cerca de las personas, quizá en los recursos humanos, pero siempre que se hiciera desde una perspectiva social”.

Los cuatro años siguientes estuvo en la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona bajo la presidencia de Luis Ibero, otro de sus referentes y fallecido hace un año. “Fue un ejemplo, me enseñó a escuchar a la ciudadanía y a trabajar desde la Administración pública al servicio de la sociedad. Ahí me di cuenta de que tenía que seguir formándome y de que mi futuro no pasaba por volver a Arcelor como secretaria comercial, que tenía que esforzarme para alcanzar el sueño de trabajar para la sociedad”.

Fue entonces cuando se licenció en Ciencias del Trabajo. Pero era 2008 y llegó la feroz crisis económica que la dejó sin empleo durante un año. “Llevé currículos a todas partes y acabé trabajando primero en Caja Navarra y después en La Caixa, en total algo más de dos años”. De ellos estuvo buena parte en ventanilla, atendiendo a los clientes, nada que ver con lo que buscaba. Pero lo mira desde el lado positivo: “De todo se aprende”. Sonríe y nos dice que es porque se acaba de acordar de la anécdota que vivió cuando se encontró con un bedel de la Mancomunidad. “¡Marta!, ¿qué haces aquí?”, le preguntó. “Es que venía de verme en un despacho trabajando de asesora del presidente, reuniéndome con consejeros, ayuntamientos… Encontrarme en la ventanilla le sorprendió. Él estaba en la recepción y nos saludaba con una sonrisa que nos iluminaba la mañana. Al final se trata de eso, somos personas independientemente de donde trabajemos, lo importante son los valores que tengamos”.

«Somos personas independientemente de donde trabajemos, lo importante son los valores que tengamos».

Su vocación seguía ahí, a la espera de poder ejercerla. Entonces, la Fundación Adecco anunció que buscaba a una persona con un perfil que se ajustaba al milímetro tanto a su experiencia como a sus objetivos. “Me lancé. Envié mi solicitud, pero no podía quedarme con eso. En internet vi que su oficina más próxima estaba en San Sebastián, conseguí una cita, me hicieron una entrevista al día siguiente y después otra en Pamplona. Era el año 2010, me llamaron un 29 de junio, día del cumpleaños de mi madre, para decirme que un 24 de agosto, día del cumpleaños de mi padre, empezaba a trabajar en la organización”.

Su llegada estaba ligada a un proyecto que iba a ponerse en marcha gracias a una subvención concedida por el Gobierno de Navarra y que conllevó la apertura de la delegación de Fundación Adecco en Pamplona. “A partir de ahí todo crecimiento. Ya estamos once personas que trabajamos con la Administración pública, Ayuntamiento de Pamplona, Servicio Navarro de Empleo- Nafar Lansare y, sobre todo, con la empresa privada a través del cumplimiento de la Ley General de Discapacidad y desarrollando planes de diversidad, equidad e inclusión”.

LA FUNDACIÓN

A todo esto, aclara, la fundación es una entidad sin ánimo de lucro que ayuda a las personas con dificultades de acceso al mercado laboral. Es fruto de la RSC que asume el Grupo Adecco, líder mundial en la gestión de recursos humanos, y su principal objetivo es la inserción en el mercado laboral de quienes tienen mayores problemas de acceso: “Apostamos por un mercado laboral en el que cualquier persona pueda participar en igualdad de condiciones y oportunidades, independientemente de factores diferentes a las competencias, habilidades, valores y actitudes personales y profesionales”.

En definitiva, prima el talento. Ya, ¿y encuentran receptividad? “Sí, estoy muy contenta por los avances que voy viendo en estos once años por parte de las empresas. La acogida es muy buena porque lo cierto es que aportamos soluciones a las compañías. Y, sobre todo, estamos consiguiendo impactar en personas que llevan mucho tiempo desempleadas”. Al principio era más difícil, solo encontraban colaboración cuando el empresario tenía familiares con discapacidad. “Ahora es mucho mayor la sensibilidad, también para incorporar personas en riesgo de exclusión social. Las empresas se humanizan”.

Marta Basterra está convencida de que cada vez es mayor la concienciación empresarial con la igualdad.

Está convencida de que la concienciación empresarial con la inclusión es cada vez mayor.

De acuerdo, se ha avanzado, pero la evidencia muestra que queda mucho por hacer… “Sí, muchísimo. ¡Ojalá que un día el trabajo que hace nuestra fundación no fuese necesario! Porque eso significaría que a todas las personas ya se les valoraría de una forma justa y con equidad”.  Además, las necesidades son ingentes, alegamos. Nos da la razón sin desanimarse: “Es verdad, cada día surgen nuevas. Ahora, con el Covid-19, mucha gente se ha quedado desempleada, familias en las que no trabaja nadie. Pero la fundación ha lanzado un nuevo proyecto en colaboración con la empresa privada, ‘Emergencia por el empleo’, para ayudarles a volver al mercado laboral. Nos adaptamos a las demandas sociales para darles respuesta”.

«Hace diez años, a una mujer de 35 lo primero que le preguntaban para entrar en una empresa era si era madre o si pensaba tener hijos».

Pero la Fundacción Adecco puede presumir de que el año pasado atendió, en todo el país, a casi 40.000 personas, 1.700 en Navarra, y ayudó a encontrar empleo a 5.502 de ellas, alrededor de 200 en nuestra comunidad. 2.920 eran personas con discapacidad, 929 mayores de 45 años, 364 víctimas de violencia de género y 1.289 personas en riesgo de exclusión social. También trabajó con 1.560 empresas integradoras y, en el ámbito de la formación, con dieciocho universidades y 18.000 centros de FP. Aún más claro, casi un 12 % de todos los empleos para personas discapacidad se ha conseguido, a nivel nacional, de la mano de Fundación Adecco.

CONTRA LOS ESTEREOTIPOS

Marta y su equipo se patean las empresas para presentar la fundación y conocer sus necesidades de incorporación de personal, además de ofrecerles asesoramiento para, por ejemplo, avanzar en materia de diversidad o para ajustarse a los requerimientos de la ley. “Acabamos de lanzar un proyecto con el que nos proponemos llegar a 300 empresas para sensibilizarlas hacia la incorporación laboral de las personas con discapacidad, también a sus trabajadores, grupos de interés y la sociedad en general”. Endurece un tanto el gesto para afirmar que hay que ponerse en el lugar de estas personas “para eliminar los estereotipos que aún tenemos sobre ellas y darles una igualdad de oportunidades real”.

Por eso, ofrecen formación para eliminar sesgos inconscientes, “esos que te llevan a concluir que si no ha funcionado será porque tiene 50 años, discapacidad o porque es de no sé dónde”. También en selección inclusiva, de forma que la empresa cumpla con la cuota de contratación del 2 % de personas con discapacidad cuando incorpora trabajadores. Y, por supuesto, siguen luchando para vencer reticencias de empresarios “que no ven lo que pueden aportar estas personas”. “Aunque solo sea su ejemplo de superación, ya ayuda a adaptarnos a la adversidad, a trabajar la resiliencia y el cambio…”, apostilla acto seguido.

También intentó acceder a la política, siguiendo los pasos de su padre.

También probó suerte con la política, siguiendo los pasos de su padre.

Asegura estar “muy a gusto” en la organización y se nota por el entusiasmo que pone al explicarnos su trabajo, con un discurso en el que intercala frases que hacen pensar: “Diversidad es contar personas, inclusión es que todas las personas cuenten”.

Dice que le gusta, entre otras cosas, “por los valores que intentamos transmitir”. “Uno de ellos es la dignidad de las personas, de todas. Creo que las empresas van entrando por esa línea y son conscientes de que hay que valorar a todo el mundo por sus competencias, por su talento. Hace diez años, a una mujer de 35 lo primero que le preguntaban era si era madre o si pensaba tener hijos. A mí no me lo preguntaron para entrar en la fundación. Entonces no tenía familia porque he sido madre con 40 (ahora tiene dos mellizos de 4 años) y lo valoré. Me dije ‘¡ostras, predican con el ejemplo!’”. Muestra su admiración por empresarios navarros que, sostiene, destacan por su compromiso: Javier Virto, Juan Miguel Floristán, Esteban Morrás, Sixto Jiménez, el ya fallecido Manuel Torres y otros que, “con todo lo que han conseguido, que quieran seguir y pelear por los demás… son un referente”. “En casa me han transmitido el saber ser agradecida. Por eso valoro su espíritu de querer mejorar y dar riqueza a Navarra a través de la creación de empleo”.

«Mi abuela me decía ‘no dependas nunca de nadie, lábrate tu propio futuro’. Es una enseñanza que siempre he tenido presente».

Sigue hablando unos minutos de los proyectos de la Fundación Adecco, entremezclándolos con reflexiones sobre la actualidad económica, laboral y social. “Es que me lanzo y me voy por las ramas”, reconoce riéndose. Pero aún le quedaba algo por añadir: “Me he marcado un objetivo personal que igual esta entrevista ayuda a conseguir. Y es dar a conocer el fin social de nuestra organización. Somos cien por cien social, pero todavía hay personas que asocian Fundación Adecco a una fundación empresarial cuando somos una entidad sin ánimo de lucro y que, el año pasado, revirtió 15 millones de euros en la sociedad”.

Con esa conciencia social y el referente de su padre, ¿no ha tenido la tentación de volcar esa inquietud en la política? “Síííí. Lo hice, me impliqué a partir de mi mayoría de edad en Convergencia de Demócratas de Navarra, el partido fundado por Juan Cruz Alli y en el que militaron mi padre, Javier Chourraut, Javier del Castillo o Luis Ibero. Políticos valientes y honrados que se dedicaron a trabajar por los demás. Participé en su ejecutiva varios años intentando aportar mis inquietudes en varios aspectos, por ejemplo una baremación transparente en las adjudicaciones de vivienda pública. En todo lo que pude aporté mi experiencia y fui segunda en la lista al Ayuntamiento de Pamplona, pero la ciudadanía no nos votó”. ¿Decepcionada? Lo justo. Conforme a su visión positiva, se propuso trabajar por Pamplona y la sociedad de otro modo: “Así lo llevo haciendo desde hace once años”.

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