viernes, 26 abril 2024

Raquel Gascó, la más local de las directivas globales

Es la directora de la fábrica que la multinacional francesa Schneider Electric tiene en Puente la Reina. Una compañía donde entró a trabajar como becaria y a la que sigue fiel quince años después. Ingeniera industrial de formación, gestiona una planta digitalizada de casi 400 empleados que se rige por valores como la sostenibilidad o el carácter inclusivo.


Pamplona - 25 septiembre, 2021 - 00:02

Raquel Gasco dirige la planta de Schneider Electric de Puente la Reina desde marzo de 2020. (Fotos: Maite H. Mateo)

Raquel Gascó, que aún no ha cumplido 40 años, es la evidencia de que una mujer puede estudiar una carrera STEM y triunfar profesionalmente en sectores que parecen reservados a los hombres. ¿Se considera un referente? Abre mucho los ojos, duda un instante y no responde directamente: «Me gustaría que se fijaran en mí aquellas personas que no asocian la figura de un ingeniero o la de un directivo a un perfil como puede ser el mío. Me gustaría que rompiéramos con esa idea de que hay profesiones asignadas a un género o a unas características«. Algo que la Asociación de Mujeres Empresarias y Directivas de Navarra (Amedna) promovió con una serie de vídeos en los que las protagonistas son referentes… «Es que me parece un poco exagerado ese término en mi caso. Digamos que son ejemplos que rompen estereotipos. Hay una compañera que es científica, yo directiva… Intervengo en todas las charlas a las que me invitan solo por dar el ejemplo de que se puede ser mujer, ingeniera, tener menos de 40 años y dirigir una planta», indica entre risas, restando importancia a sus logros.

Con ese fin, Raquel y una veintena de voluntarios trabajadores de Schneider Electric van a acudir al colegio de Puente la Reina, en el marco del proyecto Let’s go engineering, que se extiende a centros escolares de otros lugares donde la empresa tiene factorías. «Nos vamos a colar en su agenda con actividades mensuales marcadas para descubrir la ingeniería a alumnos y alumnas de 6º de primaria, que es cuando puedes despertar esa vocación porque aún están receptivos y no tienen claro que van a hacer. Les demostramos que esto no es algo supercomplicado, que pueden hacerlo. De hecho, terminan construyendo su propio instrumento musical».

«En las aulas de Ingeniería Industrial estábamos cien personas y todas las chicas, nueve o diez, nos pusimos en la última fila».

Nació en Paterna, una localidad de 70.000 habitantes próxima a Valencia, y entre las dos ciudades transcurrió la primera etapa de su vida. Por qué eligió el bachillerato tecnológico da una idea de su carácter inquieto e inconformista: «Las letras siempre se me habían dado mucho mejor. Me encantan la historia y la literatura, y hubiese sido más cómodo seguir por ahí, pero pensé que todo eso podía dejarlo para mi tiempo libre porque sentía una gran curiosidad por saber qué te puede ofrecer la tecnología. Me veía mejor trabajando en algo que despertase nuevas capacidades que en otra cosa más plana, que era como me imaginaba que podía ser una carrera de letras».

En clase descubrió que era la única chica entre 30 alumnos -«¡me pasé de radical!»-. «Y en las aulas de Ingeniería Industrial estábamos cien personas y todas las chicas, nueve o diez, nos pusimos en la última fila. Me vi como fuera de sitio». ¿Laboralmente ha sentido lo mismo? «No, no he encontrado mayores dificultades por mi condición de mujer. De hecho, Schneider se fija mucho en que, a la hora de contratar, seamos paritarios. El objetivo es que en 2025, en los puestos de managers, tenemos que ser al menos un 40 % y el 30 % de los ejecutivos de primera línea». Añade que, ante dos currículos iguales, eligen a la mujer «no por ser lo políticamente correcto, sino porque los equipos diversos e inclusivos dan mejores resultados». «¡No queremos sentarnos en la última fila de Schneider, queremos la primera!», proclama con otra de sus cristalinas carcajadas, disipando de nuevo la carga de dramatismo que podía tener la frase.

Raquel Gascó ha desarrollado toda su carrera profesional en Schneider Electric.

FIDELIDAD

Por diversas razones, tuvimos que conectar telefónicamente varias veces con Raquel Gascó a la hora de concertar la entrevista. Los prejuicios nos decían que quizás mostrase cierta altivez derivada de ser directora con 390 personas a su cargo, pero no fue así. Con todas ellas se mostró cercana y simpática, una impresión que se confirmó durante una charla en la que se esforzó para que nos sintiéramos cómodos. El hecho de que solo se refiera a Schneider Electric no se debe al hecho de que es su actual empresa, sino a que no ha trabajado en otra. «Aquí siempre he tenido la posibilidad de continuar desarrollándome, aprendiendo y enriqueciéndome. Y cuando he levantado la mano para decir estoy preparada para hacer esto que me ha llamado la atención, he podido cambiar mi rol y se me han dado más responsabilidades. En esta compañía se trabaja muy cerca de las personas y nos dan muchas oportunidades«.

«Para venir a Puente la Reina levanté la mano y dije: ‘Me apetece hacer lo que hace mi jefe, puede ser que esté preparada'».

Por eso, nunca se ha planteado marcharse: «Me han llamado headhunters y les he dicho: ‘¿Qué me puedes ofrecer que no tenga ya? Jo, ¡y ya son más de quince años!». Entró en diciembre de 2005 para unas prácticas de seis meses en la planta de Meliana, cerca de Paterna, y ese medio año se alargó hasta 2012, primero en el departamento de Logística y luego como responsable del proyecto lean manufacturing, que se aplicó en otras sedes de la compañía e incluso a los proveedores. Un proyecto que la llevó a viajar a diversos países. «Estaba fuera tres semanas al mes». Había pasado de llevar un equipo a ser una especie de consultora, sin personas directamente a su cargo. Un cambio al que le empujó su inquietud por conocer nuevos ámbitos y no acomodarse en lo que ya dominaba, lo que también le valió para ser asignada, en 2016, al centro logístico de Sant Boi, en Barcelona, como directora de Ingeniería y Mantenimiento.

Está entrevistándose con todos los trabajadores de la fábrica para conocer individualmente sus opiniones.

Tras su experiencia al frente de la ingeniería de la enorme planta de una gran ciudad, llegó a Puente la Reina como directora de la fábrica en marzo de 2020. Un contraste muy fuerte, ¿no? «Es que… la curiosidad, ja, ja, ja. Me planteé que tal vez hubiera tomado decisiones diferentes a las que se estaban tomando en el centro logístico, levanté otra vez la mano y dije: ‘Me apetece hacer lo que hace mi jefe, puede ser que esté preparada'». Entonces se creó la vacante de Puente la Reina porque la anterior directora, Elisa Genua, había sido promovida a otras funciones. «Para mí fue un regalazo. ¿Contraste? Sí, pero no en sentido negativo porque de hecho las ciudades grandes no me van. Cuando estaba en Barcelona vivía en un pueblo de unos 2.300 habitantes, La Palma de Cervelló. No soy chica de ciudad, aquí tengo mi casa en Cizur Menor». Los desplazamientos los ha hecho junto a su pareja, también de Paterna, ingeniero industrial y empleado de Schneider, que es técnico comercial para la zona norte. ¿Está adscrito a la fábrica de Puente la Reina? «Nooooo, eso me crearía un conflicto ético, no podría ser».

«A veces tengo que decir a los de mi equipo que no hace falta ser tan competitivos, pero me contestan ‘¡Raquel, en esto tenemos que ser los mejores!'».

Sospechamos que, a la vista de su carácter, no habrá tenido problemas de adaptación. «Salgo a caminar dos veces a la semana con mi vecina, con eso digo todo… Pero sí, desde el primer minuto me he sentido muy bien acogida, me ha llamado la atención habiendo vivido en otros lugares vuestra honestidad y franqueza. Cuando un navarro te dice voy, va, no actuáis con medias tintas». Su uso del plural hace que nos sintamos halagados. Raquel Gascó añade que suele consultar posibles decisiones no solo con su equipo directo, sino también con otros trabajadores, que responden tras la lógica sorpresa inicial. «Si no les gusta me lo dicen, lo miro y si tienen razón adelante. A veces tengo que decir a los de mi equipo que no hace falta ser tan competitivos ni los primeros de la lista siempre. Pero me contestan ‘¡Raquel, en esto tenemos que ser los mejores!'». Está hablando individualmente con cada uno de los empleados: «Al principio lo hacía en mi despacho y ahora en una sala porque no quiero que hablen con la directora, sino con Raquel«.

AMIGOS DE LOS MURCIÉLAGOS

Para que su integración sea aún mayor está, además de en Amedna, en la Fundación Industrial de Navarra, en AIN y se está acercando a las universidades… «Es que, además de generar negocio y riqueza, queremos fomentar un impacto positivo en la región. Solemos decir que somos la más local de las empresas globales. Por ejemplo, mi jefe me ha puesto el objetivo de implicarme en un proyecto de biodiversidad de esta zona, no tiene nada que ver con el negocio pero sí con la cultura de Schneider. Cuando se lo trasladé a mi equipo, ¿qué dijeron? ‘¡Uno no, vamos a hacer dos…!'». El primero se ocupa de la protección de los murciélagos (fue finalista en la primera edición de los Premios RSCapital), y el otro prefiere no desvelarlo porque está en fase de preparación. También sirven como ejemplo la colaboración con el Banco de Alimentos o las máscaras faciales que fabricaron con sus impresoras 3D para donarlas a hospitales, centros asistenciales o residencias de mayores. Por cierto, la planta no cerró durante el confinamiento ni recurrió a ERTE o despidos.

Asegura que el hecho de no querer ser un agente pasivo de la sociedad puentesina «viene de la cultura y los valores de Schneider». Y cuando le insinuamos que tiene que influir también su forma de ser, baja un segundo la vista, se ríe abiertamente y responde con cierto pudor. «Puede ser, es que los directores de planta tenemos la capacidad de decidir cómo llevamos a la práctica eso de que somos la más local de las empresas globales».

Raquel, junto al arce que se ha preservado de las obras de ampliación.

Confiesa que su labor de dirección se ve favorecida porque, entre la plantilla, existe un sentimiento de orgullo de pertenencia a una firma cuyos principios, según detalla, también están muy arraigados entre los empleados: digitalización, sostenibilidad, el carácter inclusivo. Valores que están en el ADN de la compañía y forman parte de la cultura de las personas que integran la empresa. «También se premia a quienes son disruptivos e inclusivos. Creo en todo eso y está tan presente en todo lo que hago cada día que hace que mi trabajo me llene». No son simples palabras, lo dicen prestigiosos informes que la sitúan entre las más sostenibles del mundo.

«Queremos fomentar un impacto positivo en la región. Solemos decir que somos la más local de las empresas globales».

El caso es que en la fábrica reina el buen ambiente, con una plantilla que participa en iniciativas como la de ‘Corazones diversos’, desarrollada en junio de 2020. Un momento en el que todos estábamos tan preocupados por nuestra salud que dejamos de lado el bienestar. «Pensamos que si los hijos e hijas del personal dibujaban unos corazones y luego los colgábamos en al pasillo central de la fábrica podía ser una forma de reconfortarles y alegrarles. Lo hicimos el primer año, lo contamos al resto de fábricas y este año lo hemos vuelto a repetir. Han participado el doble de personas, ¡pero lo han hecho además en todas las plantas de España!».

La conversación se alarga, hablamos de sus viajes a Paterna para reunirse con su familia y amigos en cuanto puede. «Me van a matar, este verano estuvimos una semana en agosto y ya está, hacía mucho calor y en Navarra se duerme más fresco, ja, ja, ja. Nos gusta acoger y han venido familiares a pasar unos días aquí e hicimos de guías turísticos. Estamos superorgullosos de poder mostrarles esta tierra». También intercambiamos información sobre nuestras series favoritas y, al irnos, le preguntamos por un árbol que vemos a través de los ventanales. Nos llama la atención porque la pared de la ampliación de las instalaciones, de la que acaban de finalizar las obras, deja un amplio hueco para acogerlo. Se le ilumina una vez más el rostro y nos explica que se trata de un arce que crece allí desde hace muchos años, por lo que hubiera sido un crimen talarlo para cubrir de cemento el lugar.

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