La ausencia de modelos negocio claros, la desconfianza del sector privado hacia iniciativas colectivas sobre las que no tiene el control absoluto, la ausencia de una ventanilla única que centralice y simplifique los procesos burocráticos o la incertidumbre en torno a los tiempos de retorno de la inversión son algunas de los barreras que están frenando el despegue de las comunidades energéticas industriales, tal y como se explicó en la primera jornada del III Congreso Europeo de Comunidades Energéticas, celebrada este martes.
En la segunda sesión del citado congreso, organizado por el Gobierno de Navarra en Baluarte y al que asistieron este miércoles unas 300 personas, este debate continuó durante la mesa ‘El papel de las comunidades energéticas’, que reunió a Luis Molano, de la compañía Senda Sostenible; el encargado de la gestión y puesta en marcha de la Comunidad Energética IES Comes Genera, Xavi Massa; Juan Carlos Castillo, alcalde de Peralta; y la representante de la Comunidad Energética de Bufalfent, en Manresa, Montserrat Ambrós.
Dichos analistas coincidieron en añadir un problema más, el legislativo, a las tareas pendientes que todavía deben afrontar las comunidades energéticas industriales para su pleno desarrollo. «Las empresas necesitan saber porque hablamos de proyectos e inversiones que superan los veinticinco años y no tener un marco jurídico claro lo impide porque crea una incertidumbre que no beneficia», remarcó esta última.
Siguiendo esa misma reflexión, Molano quiso ver el vaso medio lleno. «La regulación que está por llegar ofrecerá las respuestas que ahora nos traslada el sector privado y que no sabemos contestar. No solo eso, permitirá a las empresas y la ciudadanía disfrutar de los beneficios medioambientales, económicos y sociales de las comunidades industriales», comentó. Esa misma visión fue compartida por Massa: «Hay que engranar muchas piezas y que todas funcionen. Cuando tengamos el modelo completo, empezando desde la propia definición jurídica, todo será más fácil aunque el reto de ponerlas en marcha seguirá siendo enorme en sí».
El intercambio de puntos de vista enriqueció la conversación, de tal forma que los participantes no dejaron pasar la oportunidad y se refirieron a otros asuntos más específicos. Por ejemplo, el de la financiación. Molano detalló los pasos seguidos por su organización para conseguir los recursos y la capacidad económica suficiente para poner en marcha su última comunidad energética en un polígono en Burgos. «Elaboramos un plan ad hoc de tal forma que, cuando cobremos la subvención, podremos liquidar parte del préstamo, mientras que el resto se irá abonando poco a poco con parte del ahorro conseguido», desglosó. «Como principal ventaja, hemos logrado traccionar e impulsar el proyecto, aunque eso ha afectado a una rentabilidad que, al final, ha sido algo menor de la prevista inicialmente», agregó acto seguido.
Xavi Massa: «Cuando tengamos el modelo completo, empezando desde la propia definición jurídica, todo será más fácil»
Ambrós, entre medias, aprovechó su turno de palabra para plantear la problemática del amianto y cómo puede afectar a la aplicación de placas solares en las cubiertas de polígonos y naves industriales. En realidad, España aún alberga más de veinte millones de productos manufacturados que contienen alrededor de dos millones de toneladas de amianto, instalados sobre todo en tejados, tuberías y bajantes, según datos del Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST) del año 2023. Es por ello que su conclusión fue clara: «La transición energética en España no será posible hasta que no se resuelva este tema».
Llegados a este punto, Molano intervino de nuevo para insistir en que, pese a todo, «las comunidades energéticas industriales son una realidad y tienen un gran futuro». Un testimonio que fue respaldado por Massa, para quien resulta inexcusable trabajar «en un mundo que no dependa del combustible fósil, algo en lo que este modelo puede jugar un papel de transformación fundamental».
A esa misma dinámica también se apuntó el primer edil peraltés: «Este tipo de comunidades son la única fórmula viable que existe para que la ciudadanía que vive en altura pueda acceder al autoconsumo, así como a otros servicios adicionales gracias a la Inteligencia Artificial (IA) y la digitalización«. «Las empresas no deben dejar esta oportunidad porque, si pueden generar y compartir su propia energía, ya no dependerán de lo que pase al otro lado del mundo y contarán con un nivel de autosuficiencia, también financiera, muy relevante», completó Ambrós.
LA IMPORTANCIA DE LA COMUNICACIÓN
Un segundo aspecto que se abordó este miércoles en Baluarte fue la capacidad para mantener el impulso que suele acompañar inicialmente a muchas comunidades energéticas. De todo esto se trató en la mesa ‘Coordinación y gestión de comunidades energéticas. Iniciativas y herramientas para garantizar su futuro’. Una de sus ponentes, Ginesta Mary, de la Agencia Local de la Energía de Osona (ALEO), destacó que el 96 % de la población ya tiene la posibilidad de formar parte de una comunidad energética, «pero el desafío es que estas comunidades no se limiten a los motivados, sino que involucren a todos». Asimismo, criticó que a menudo se prioriza la información técnica en lugar del contacto personal, «un aspecto crucial para generar compromiso», y lamentó que la lentitud de los procesos «afecta el nivel de compromiso». Por eso, subrayó la importancia de crear grupos sólidos que lideren y unifiquen voluntades.
En nombre de la cooperativa de segundo grado Som Comunitats, Marc Roselló abogó por la simplicidad y la rapidez en la implementación de comunidades energéticas, con modelos de retorno rápido. Bajo su punto de vista, «resulta imprescindible trabajar en mensajes claros y accesibles, evitando caer en la complejidad técnica que es lo que, al final, aleja a las personas». Para Rosello se necesita, por tanto, «una pedagogía que traduzca conceptos técnicos» y que conecte con los sentimientos de la gente.
Marc Roselló: «Resulta imprescindible trabajar en mensajes claros y accesibles, evitando caer en la complejidad técnica que es lo que, al final, aleja a las personas»
Unos conceptos que también hizo suyos la responsable de generación distribuida del Ente Vasco de la Energía (EVE), Natalia Díaz de Arcaya. Así, en sus intervenciones se mostró partidaria de «hacer proyectos a medida». «Hay que adaptar los modelos de comunidad energética a cada grupo», apuntó. También reconoció las dificultades que encuentran para involucrar a jóvenes y mujeres, por lo que abogó por estas dos medidas. En primer lugar, la profesionalización de agentes «que promuevan las comunidades más allá del tema técnico y poniendo el foco en el tema humano». Y, en segundo término, una formación básica y continua en los aspectos energéticos y jurídicos, «que facilite la aceptación de todo lo que supone ser parte de una comunidad energética».
Al hilo de la falta de conocimiento denunciada en el foro anterior, la siguiente mesa abordó algunos de los casos de éxito que se han desarrollado en el marco de las denominadas «mesas por el autoconsumo» para impulsar, precisamente, la formación e información. A partir de ahí, desde guías hasta programas de difusión pasando por folletos, trípticos, encuentros con instaladores, desarrollo de instalaciones piloto con fondos europeos, propuestas de financiación alternativa junto a otras iniciativas informativas y de comunicación destinadas tanto al sector doméstico como industrial fueron enumeradas por Jorge Jové, jefe del Área de Solar del ente público de la energía de Castilla y León; el responsable del Departamento de Internacionalización y Prospectiva de la Agencia Andaluza de la Energía, Joaquín Villar; y Eduardo Ryan, delegado de Iberdrola en Navarra.
ECONOMÍA SOCIAL
Previamente, los participantes en la mesa ‘Comunidades Energéticas y la Economía Social’ coincidieron en que «lo importante es empezar al margen del marco normativo». De esta forma, Nuria Albert, de la Comunidad Energética Energía Bonita, enfatizó la necesidad de un cambio de modelo económico, «ya que el capitalismo actual no es viable para frenar la crisis ambiental». En su opinión, «la Economía Social y solidaria es la solución al situar las personas y el no lucro en el centro». E insistió en que «el control de la energía otorga el poder y, por lo tanto, las comunidades energéticas son fundamentales para democratizar ese control».
La coordinadora del área de autoconsumo y comunidades energéticas de Ecoo, Laura Feijoo, remarcó por su parte que el modelo de generación eléctrica compartida «representa un cambio de paradigma». «Su participación democrática ofrece la oportunidad de transformar la forma de relacionarnos», añadió. Por eso, mantener ese espíritu es un reto fundamental «para evitar que el modelo caiga en manos de los actores tradicionales que controlan el mercado».
Nuria Albert: «El control de la energía otorga el poder y, por lo tanto, las comunidades energéticas son fundamentales para democratizar ese control»
Mientras, Juan Sacri, presidente de Sapiens Energía, apostó por una orientación del modelo «hacia una transición ecológica justa». Además, pidió atraer «no solo a los convencidos, sino ofrecer una propuesta moderna, atractiva y competente que abarque los aspectos económicos, medioambientales y sociales desde la perspectiva y los valores de la economía social». Sacri, a este respecto, compartió con sus compañeras de mesa que «las comunidades energéticas son una pieza fundamental en el cambio siempre que mantengan sus principios transformadores y no se desvíen hacia modelos tradicionales de poder».
FLEXIBILIDAD Y JUVENTUD
Finalizada esta intervención, la segunda jornada del III Congreso Europeo de Comunidades Energéticas analizó la gestión de la demanda y el rol de los usuarios de energía en una mesa de debate formada por Xabi Bou, director de desarrollo de negocio de la Electra Caldense; la directora de Flexibilidad en Octopus Energy, Anna Casas; y Cristina Corchero, CTO y fundadora de Bamboo Energy.
Según Casas, «tanto en la capacidad de generación como en la gestión inteligente de la demanda y los recursos, convertirá a las comunidades energéticas en un actor clave dentro del sistema de distribución de energía». Siguiendo ese argumento, Bou enumeró algunos de los beneficios que aporta dicha cualidad: «En el ámbito medioambiental, permite maximizar el uso de las renovables y, a nivel económico, mejora la eficiencia en el uso de los recursos generando ahorro energético y posibles ingresos adicionales a los asociados. Ahí, la coordinación resulta esencial para asegurar la garantía del proceso».
Mientras, Corchero anunció que ya existen en España 350 comunidades energéticas operando bajo el enfoque de la flexibilidad. «Los siguientes pasos deben ir por la parte de abrir la mente, entender los recursos disponibles en la red y explotarlos de manera más eficiente», resaltó. Igualmente, constató que este modelo «debe seguir evolucionando en línea con los cambios que se produzcan a nivel normativo» y reclamó «simplificar los procesos burocráticos para facilitar la inclusión de la flexibilidad en el sistema de distribución». Para finalizar, lanzó un consejo a los asistentes: «La flexibilidad va a hacer más competitiva tu comunidad. En tus manos está conocer si cuentas o no con un modelo suficientemente flexible para atender la demanda interna y responder a la necesidad externa de los generadores».
Por otro lado, al margen de las mesas de debate hubo ponencias como la de Josep María Salas, consejero de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). En concreto, este ponente destacó la coincidencia que se da entre la visión de las comunidades energéticas y las últimas iniciativas adoptadas por las autoridades europeas en materia de redes de distribución. «Ambas inciden en el desarrollo de modelos que aporten valor tanto al sistema como al ciudadano, especialmente en el caso de los polígonos industriales».
Junto a la tecnología y la recepción de ayudas, Salas hizo hincapié en la importancia que tiene la oferta de servicios, como el arbitraje o el balance de la red, «para incrementar la sostenibilidad y rentabilidad del modelo». Por eso, apostó por impulsar la eficiencia técnica y económica de los proyectos que se lleven a cabo, así como por involucrar a los más jóvenes «para asegurar la sostenibilidad de las comunidades energéticas que puedan surgir de aquí a veinte o treinta años».
Cristina Corchero: «En tus manos está conocer si cuentas con un modelo suficientemente flexible para atender la demanda interna y responder a las necesidad externa de los generadores»
Mientras, en la segunda ponencia del día, Florencio Manteca, de Centro Nacional de Energías Renovables (CENER), ensalzó el papel crucial de los gemelos digitales en las comunidades energéticas, ya que permiten «la evaluación y simulación de escenarios futuros y conocer el impacto de distintas situaciones, como las variaciones en el precio de la electricidad o el aumento de la demanda». También ayudan en la elaboración de un perfil de consumo «basado en las instalaciones existentes y las condiciones operativas, lo que facilita la creación de propuestas tecnológicas que integren la generación renovable, el almacenamiento de energía y el aprovechamiento de residuos». Y, en tercer lugar, favorecen la optimización de la inversión «gracias al desarrollo de escenarios de descarbonización, el diseño de mejores aplicaciones y el análisis de datos clave, lo que resulta fundamental para gestionar las incertidumbres y tomar decisiones informadas».
El III Congreso Europeo de Comunidades Energéticas fue calificado como «un éxito» y «un proyecto afianzado» por Uxue Itoiz, directora general de Energía, I+D+i empresarial y Emprendimiento en el Gobierno de Navarra. En su valoración final de la cita, puso en valor el trabajo de las Oficinas de Transformación Energética de la Comunidad foral, «que están apoyando a los emprendedores que han decidido poner en marcha su comunidad energética y están facilitando su diversificación a las ya consolidadas».
Al mismo tiempo, se congratuló de que estos días se haya hablado en Pamplona de un concepto tan novedoso como la segregación de la demanda. «Al convertir la energía en un activo, se convierte en un beneficio tanto para la red como para los miembros de la comunidad, que lo perciben como un posible recurso del que obtener un ingreso». Itoiz confió en que esa idea se haya desarrollado y consolidado para cuando se celebre la próxima edición del congreso, en la que ya están trabajando.