viernes, 19 abril 2024

Llegó el momento de europeizar los horarios

Los españoles somos los europeos que más cansados terminamos la jornada laboral, solo por detrás de los chipriotas, pero los cuartos por la cola en productividad. La vuelta al calendario de invierno este fin de semana y las restricciones provocadas por la pandemia están avivando el debate acerca de la racionalización de los horarios y la adaptación de nuestro país a las costumbres europeas. Ante este nuevo escenario, NavarraCapital.es quiso recoger las valoraciones de agentes económicos, sociólogos y sindicatos, que coinciden en los beneficios de dicho cambio a nivel laboral, social y familiar.


Pamplona - 23 octubre, 2020 - 07:00

La pandemia está acelerando la implantación de jornadas laborales más flexibles. (Foto: Halfpoint / Shutterstock)

En Suecia, los trabajadores terminan su jornada laboral a las 16:00 horas y en Francia, en torno a las 18:00. Pero en nuestro país, a menudo se amplía hasta las 19:00 u 20:00. Sin embargo, los españoles somos los cuartos por la cola en productividad dentro de la Unión Europea, solo por delante de Luxemburgo, Grecia e Italia, según la OCDE.

Además, somos los europeos que más cansados llegamos a casa, únicamente por detrás de Chipre. Y todos los años se repite el mismo debate cuando llega el momento de cambiar la hora en marzo y octubre, como tocará hacer de nuevo en la madrugada de este domingo. Pero con la irrupción de la pandemia, y las consiguientes restricciones de horarios que está empujando a imponer, cada vez son más las voces que abogan por europeizar los horarios tanto en el ámbito laboral como en el privado.

Los españoles somos los cuartos por la cola en productividad dentro de la Unión Europea, solo por delante de Luxemburgo, Grecia e Italia.

Los españoles madrugamos, pero nos acostamos tarde. De modo que dormimos poco y mal. Y pasamos muchas horas en el trabajo, pero también mucho tiempo sin ser productivos. Si en otros países hacen un ‘brunch’ o un ligero almuerzo a media mañana, nosotros comemos entre las 14 y las 16. Invertimos unas dos horas para ello, por lo que la jornada de la tarde empieza poco antes de que el resto de europeos vaya a finalizar la suya, sobre las cinco. Salimos de la oficina a última hora y con muchas cosas pendientes, cansados. Cenamos entre las 21:00 y las 22:00, a diferencia de nuestros vecinos, que lo hacen sobre las 19:30 o incluso antes. Y el prime time en España no ayuda, pues comienza a las 21:00 y se extiende hasta más allá de la medianoche. Así, día tras día.

Con la pandemia, el teletrabajo se está expandiendo en infinidad de empresas españolas. Y, de alguna forma, las restricciones constantes en el ámbito de la hostelería están llevando a la ciudadanía a adelantar en gran medida las horas que dedican al ocio y las relaciones sociales. Lorenzo Amor, presidente de ATA (Federación Nacional de Organizaciones de Autónomos), reflexionó al respecto en el último Capital Directo de NavarraCapital.es, patrocinado por Banco Santander: «La racionalización de horarios es un punto muy importante porque, si esto dura mucho, nos acostumbraremos a estar en casa para las nueve de la noche, las diez a más tardar. Incluso en algunos sitios, como se está haciendo en Madrid, ya se empieza a cenar a las 20:00″.

VARIOS INTENTOS

Pilar Ruiz, secretaria de Formación, Empleo, Mujeres e Igualdad en CCOO Navarra, recuerda que la Unión Europea impulsó en 2018 una consulta a la ciudadanía para saber si se estaba de acuerdo en eliminar el cambio de horario. «Y el 80 % manifestó que sí», rememora. De este modo, se apoyaba poner fin al cambio de hora estacional a partir de 2021, permitiendo a cada país elegir si quiere mantener el horario de verano o el de invierno. Los Estados miembros que decidan quedarse con el estival cambiarían por última vez el reloj en marzo de 2021, pero los que elijan el horario de invierno tendrían que volver a modificar la hora en octubre de 2021. En España, un 93 % de los ciudadanos consultados mostró su conformidad con mantener la hora de verano permanentemente. Sin embargo, conserva su huso horario actual. «Creo que se tendría que tener en cuenta lo  que manifestaron los ciudadanos europeos, cuya participación además fue muy alta», indica Ruiz a este medio.

En España, el 93 % de los ciudadanos consultados por la UE mostró su conformidad con mantener la hora de verano permanentemente.

Igualmente, Marisol Vicente, secretaria de Política Sindical en UGT Navarrarecuerda que, hace un año, un grupo de expertos presentó en España un informe a instancias del Gobierno sobre este tema. Y hace siete, la Subcomisión para el Estudio de la Racionalización de Horarios, la Conciliación de la Vida Personal, Familiar y Laboral y la Corresponsabilidad impulsó otro en la Comisión de Igualdad del Congreso de los Diputados: «Pero, desde nuestro punto de vista, no recogía medidas suficientes para el objetivo que pretendía de avanzar hacia una sociedad en la que la vida laboral y la vida privada fueran compatibles».

Luis Campos, director general del Observatorio de la Realidad Social, de Planificación y de Evaluación de las Políticas Sociales de Navarra, deja constancia de cómo la mayoría de los estudios realizados hasta la fecha apuntan que cambiar el horario para adaptarnos al resto de países europeos «tiene más pros que contras». Desde la Comisión Europea, por ejemplo, resaltan que el ahorro de energía con el sistema actual, defendido por quienes están a favor de la modificación, «es mínimo». Por otro lado, «disponer de un horario estable, sin cambios bruscos a lo largo del año, y tener más horas de luz por la tarde en los días más cortos parecen argumentos de peso a favor de mantenernos en el huso horario que nos corresponde por nuestra latitud»

TRABAJAR POR PROYECTOS 

Gozar de unos husos horarios más racionales ayudaría a disfrutar de una mayor calidad de vida, a juicio del director general del Observatorio. «Comer antes, aprovechar mejor las horas centrales del día y meternos a la cama más pronto, para poder empezar el día más temprano, mejoraría nuestra salud y productividad», incide. Así, desde el punto de vista laboral considera que deberíamos reducir «el tiempo que perdemos a mediodía para terminar antes la jornada laboral» y tener más espacios para uno mismo o la familia. «Desde el punto de vista social, eso supone cambios importantes en cuanto a usos o costumbres, pero creo que los beneficios son superiores a los perjuicios», remata.

Luis Campos (Observatorio de la Realidad Social): «Deberíamos reducir el tiempo que perdemos a mediodía para poder terminar antes la jornada laboral».

En este sentido, José María Aracama, presidente del think tank Institución Futuro, constata que muchas empresas ya están dando pasos en esa dirección «flexibilizando entradas y salidas, fomentando cada vez más el teletrabajo, sobre todo ahora con la pandemia, y otorgando más libertad a los trabajadores para que puedan organizarse la jornada según sus necesidades».

Es más, el trabajo por proyectos, donde el objetivo primordial es que la labor salga adelante en tiempo y forma, así como la creciente importancia que se está dando a la conciliación y al ocio, hacen que «quien puede elegir se acerque cada vez más a los horarios centroeuropeos». Los datos, añade, confirman que «fijar objetivos y medir los resultados funciona mejor y de manera más productiva que el control presencial y la filosofía de que cuantas más horas se trabaje, mejor».

Adriana Eransus, gerente de AJE Navarra, también se suma a esta corriente y cree que esa nueva forma de concebir el trabajo y las relaciones sociales permitiría ganar en productividad, aunque al mismo tiempo «se perdería parte de nuestra esencia, de nuestra manera de ver la vida, de entender el mundo».

José Mª Aracama (Institución Futuro): «Medir los resultados funciona mejor y de manera más productiva que el control presencial».

Según ella, este cambio facilitaría muchos aspectos de nuestra vida, pero también supondría un gran esfuerzo de adaptación para numerosos sectores de la población, por lo que debería realizarse de manera paulatina. «Habría que reorganizar nuestras vidas. Nos levantaríamos a la misma hora, pero sería una hora solar más tarde, y comeríamos y cenaríamos antes, a las 13.00 y a las 20.00 horas. Se fomentaría la jornada continua, parando solo una hora para comer», analiza. De esta manera, precisa Eransus, habría menos horas muertas, se saldría antes del trabajo y también se tendría más tiempo para dedicar a la familia, los amigos o las aficiones.

Desde CCOO Navarra subrayan la importancia de contar con una jornada laboral que permita tener una vida personal y llevar a cabo una conciliación corresponsable. «Eso implica un reparto equilibrado de tareas con el resto de personas de la unidad familiar para poder realizar actividades deportivas y culturales; atender y cuidar a los hijos, padres y madres; hacer la compra; limpiar el hogar, etc…». Marisol Vicente, de UGT Navarra, subraya que ese giro a nuestras costumbres «puede ser bueno para la salud de las personas y para su calidad de vida».

LOS EFECTOS DE LA PANDEMIA

Desde la irrupción del Covid-19, este fenómeno se está acelerando en gran medida, atestigua Pilar Ruiz: «Nos consta que muchas empresas están modificando sus horarios de entrada y salida para evitar que coincida a la vez toda la plantilla. Otras muchas están adaptando la jornada y la modalidad de trabajo a distancia. Lo importante es que esta flexibilidad se realice con el acuerdo de trabajadores y empresa, desde la negociación colectiva». A su juicio, estos cambios seguirán vigentes mientras no se consiga frenar la pandemia, pero «otra cosa es lo que pase a futuro». «Somos de una cultura mediterránea, nos gusta salir, nos gusta relacionarnos… Si volvemos a una realidad en que esto sea posible, volveremos otra vez a nuestras antiguas costumbres», reflexiona

Marisol Vicente (UGT): «Una organización distinta de la jornada de trabajo, dirigida a posibilitar la corresponsabilidad, solo será posible con un cambio de modelo productivo«.

Marisol Vicente apostilla que una organización distinta de la jornada de trabajo, dirigida a posibilitar la corresponsabilidad, «solo será posible con un cambio de modelo productivo y con la mejora de nuestro tejido empresarial». Se trata de una tarea «que tenemos pendiente y que deberíamos acometer ahora para no perder la oportunidad tras la pandemia, con la reconstrucción de un nuevo país».

También subraya que, durante esta crisis, se ha demostrado que tenemos unos «servicios públicos muy mermados, y muchas de las tareas de cuidados siguen recayendo en las mujeres». Un problema que «no se soluciona con el cambio de hora ni con cambios en las jornadas laborales, ya que en algunos casos puede empeorar la situación si no se implementan políticas públicas». Pone como ejemplo la liberalización de los horarios comerciales, «que solo ha profundizado en los graves problemas que tienen los trabajadores de estos sectores, altamente feminizados y precarizados, para conciliar la vida laboral con la familiar y la personal».

Pilar Ruiz (CCOO): «Lo importante es que la flexibilidad se realice con el acuerdo de trabajadores y empresa, desde la negociación colectiva».

Sin embargo, Luis Campos tiene claro que estos cambios no supondrían problemas técnicos a la hora de implantarlos en las empresas: «La dificultad vendrá de las resistencias personales o sociales al cambio en las costumbres». Pero las restricciones que está propiciando la crisis del Covid-19 sí provocarán, a su entender, cambios profundos. «Los perjuicios o los beneficios dependerán de la capacidad de adaptación de cada negocio», puntualiza.  

Eso sí, la modificación de los horarios laborales no se logrará si los actores implicados en el asunto «no van todos a una», tal y como señala Aracama, quien insiste en que España lleva prácticamente «dos horas de retraso» con respecto al resto de Europa. «Si el objetivo es que la entrada al trabajo sea temprano, que se dedique el tiempo justo a la hora de comer y que las salidas no se produzcan más allá de las cuatro o cinco de la tarde, esa filosofía también deberá aceptarla el sistema educativo adelantando sus horarios, las cadenas de televisión programando su ‘prime time’ más temprano y las actividades culturales, de ocio y restauración comenzando antes, etc. Es una labor conjunta y de colaboración». Es decir, «tiene que existir interés y consenso de todas las partes implicadas o seguiremos, en muchos aspectos, malgastando el tiempo».

Adriana Eransus (AJE Navarra): «El mundo es líquido y debe adaptarse y reconducir su trayectoria ante los problemas que van surgiendo«.

La solución final quizás dependa en gran medida de cuánto tiempo dure la actual crisis sanitaria, augura la gerente de AJE Navarra. «El mundo es líquido y debe adaptarse y reconducir su trayectoria ante los problemas y las situaciones que van surgiendo». Los jóvenes, en estos momentos, están viviendo unos cambios muy importantes en su manera de trabajar y de vivir. «Sí, creo que deberemos reformular nuestra manera de funcionar. Y si nos toca amoldarnos al huso horario europeo porque supone más ventajas que inconvenientes, seremos los primeros que lo apoyaremos e impulsaremos».

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