Más de 3.900 personas se quitaron la vida en España en 2020. La cifra supone un aumento del 7,35 % con respecto a 2019 y una media de casi once suicidios al día, según datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE). El suicidio fue de esta forma la principal causa de defunción no natural en el país durante ese año y la segunda causa de muerte entre jóvenes de 15 a 29 años, por encima de accidentes de tráfico y del Covid-19.

Este drama es solo la punta del iceberg. La última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) sobre la salud mental arroja que el 41,9 % de la población española ha sufrido problemas de sueño desde el inicio de la pandemia, el 38,7 % se ha sentido cansado o sin energías y un 52,2 % de los padres han notado cambios en la manera de ser de sus hijos menores de edad. El estudio también resalta el notable incremento de la prescripción de psicofármacos (más del doble de los prescritos con anterioridad a la irrupción del Covid-19), sobre todo de ansiolíticos, antidepresivos e inductores del sueño.

Son cifras que empujan a hablar de otra pandemia, tachada en ocasiones como ‘invisible’ o ‘silenciosa’, y a encontrar soluciones para frenar la ola de enfermedades mentales. Catorce estudiantes de BiotecnologíaCiencias y Ciencia de datos en la Universidad Pública de Navarra (UPNA) creen que la biología sintética puede ayudar a hacer frente a este problema de salud pública. Así lo demostrarán durante la decimonovena edición del concurso iGEM (International Genetically Engineered Machine), una competición que surgió en 2003 en el Massachussets Institute of Technology (MIT) y que este año se celebrará en París.

Álex Pascual: “Existe una relación causal entre la fisiopatología de las enfermedades mentales y el déficit de absorción de serotonina en el intestino”.

“A raíz del Covid-19 estuvimos pensando en qué podíamos hacer. En 2020, España registró la tasa de suicidios más grande de su historia y el objetivo del iGEM, al final, es resolver un problema local a través de la biología sintética que pueda ayudar al mundo entero”. Quien conversa con Navarra Capital es Álex Pascual, uno de los mentores del grupo que se medirá a más de 300 equipos de trabajo.

Integrante de la primera promoción de la carrera de Biotecnología en la UPNA, viajó a Boston en 2019 junto a otros catorce compañeros de clase para participar en el mismo certamen. La apuesta que diseñó su equipo entonces -biosensores “para detectar nitratos y metales pesados en muestras de agua, un problema en el sector agroalimentario de Navarra”- les hizo merecedores de una medalla de oro.

Ese mismo éxito es el que esperan conseguir dos años después con un proyecto que integra la recuperación y revalorización de residuos agroalimentarios. Tras “realizar macroencuestas y modelajes estadísticos”, los estudiantes intentarán recuperar triptófano -un aminoácido precursor de la serotonina y presente en alimentos ricos en proteínas- a partir de estos restos.

“Después utilizaríamos bacterias para transformar el triptófano en serotonina. Y esta serotonina la nanoencapsularíamos. Se ha demostrado que existe una relación causal entre la fisiopatología de las enfermedades mentales y el déficit de absorción de serotonina en el intestino”, desembrolla Pascual. El proyecto, a su juicio, “no solo es superimportante desde el punto de vista de la salud mental, sino también de la sostenibilidad y la estrategia S4 del Gobierno de Navarra“.

Javier Coque: “El contacto con empresas facilita que los estudiantes visualicen su futuro laboral y que las compañías tengan contacto con futuros profesionales. Es un win-win“.

Mientras aguarda la celebración del certamen, que se celebrará en octubre, Pascual tiene otros proyectos en marcha. Uno de ellos es el que lidera junto a sus futuros colegas Mario Santafé (integrante del equipo iGEM de la UPNA) y Javier Coque. Juntos fundaron la Asociación de Biotecnólogos de Navarra (NavBiotec), una entidad sin ánimo de lucro creada para promover y reivindicar esta disciplina en la Comunidad foral.

Fue la Federación Española de Biotecnólogos (FEBiotec) -compuesta actualmente por doce agrupaciones a lo largo del territorio español- la que los animó a lanzarse a la piscina. “Ellos -recuerda Santafé, secretario de la asociación- nos explicaron en qué consistía su labor y nos sugirieron la idea de unirnos”.

En junio de 2020 se pusieron manos a la obra. Empezaron “desde cero, con todo el papeleo y la gestión”, recuerda Pascual. Sin embargo, no emprendieron el camino solos. “Nuestra facultad, la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos y Biociencias (ETSIAB) y la Unidad de Innovación Social (UiS) nos apoyaron muchísimo. Juanjo Rubio, director de esta última, no solo ha sido promotor de la biología sintética en Navarra, sino también un mentor muy inspirador para NavBiotec y los equipos de iGEM”.

Con motivo del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, organizaron una mesa redonda.

Con motivo del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, organizaron una mesa redonda.

Lo que comenzó como un humilde intento de promover el desarrollo biotecnológico en la región se convirtió pronto en una agrupación que ya reúne “a casi cien socios, con un porcentaje muy alto de estudiantes de la UPNA”, y que tiene vocación de trascender el ámbito puramente académico. “También nos centramos en el después, en el contacto con empresas farmacéuticas, agroalimentarias o de cualquier otro sector que pueda ser afín. Eso facilita que los estudiantes visualicen su futuro laboral y que las compañías tengan contacto con futuros profesionales. Es un win-win”, apunta Coque, vicepresidente de NavBiotec.

Mario Santafé: “Queremos que la próxima edición del congreso BioNorth se celebre en Pamplona. Así podríamos promocionar al sector en Navarra”.

Con motivo del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, la asociación organizó la mesa redonda ‘Mujeres en la biotecnología navarra’, en colaboración con la UPNA y el Gobierno foral a través de la UiS, a la que asistieron “casi 200 personas”. Ahora, los impulsores de NavBiotec están trabajando para poder celebrar en Pamplona la próxima edición de BioNorth, evento anual que une a todos los estudiantes de Biotecnología del norte de España desde 2016. “De esta manera -sugiere el secretario del colectivo- podríamos reunir a profesionales, estudiantes, empresarios e inversores para promocionar al sector en Navarra”.

Todos estos esfuerzos, sin embargo, van encaminados a un objetivo de mayor envergadura: el de apostar por la construcción de infraestructuras “estratégicas” que permitan crear una biofoundry en la región. Es decir, un ecosistema de innovación y emprendimiento a partir de la biotecnología y la biología sintética. Como sucedió con el origen del pan, el vino, la cerveza o el yogur -alimentos en cuya elaboración participa al menos un microorganismo-, estas disciplinas “permiten utilizar seres vivos, que no perjudican a la naturaleza, para elaborar un producto o servicio de interés”, remarca Pascual. ¿Algunos ejemplos? Producción de chuletones bioimpresos, de ‘leche materna’ con propiedades de crecimiento, miel sintética, combustibles…  “Ahora puede parecer muy lejano, pero va a ser el futuro porque es una solución sostenible”, remata el presidente de NavBiotec.