La reciente visita de trabajo de la nueva Ministra de Industria, Reyes Maroto, y su equipo a nuestra Comunidad Foral ha puesto de nuevo el foco en los retos futuros que tiene el sector industrial en España, en general, y en Navarra en particular.
Que la responsable de la rama industrial del nuevo ejecutivo de Pedro Sánchez haya elegido Navarra no es fruto de la casualidad: Junto con la iniciativa de María Chivite impulsando la visita, el equipo director del ministerio tenía especial interés en acudir a Navarra como primer destino en el ámbito de la política industrial.
No en vano, Navarra dentro del conjunto de España, es la Comunidad en donde mayor es el peso de la actividad industrial en el conjunto de su economía y empleo. Solo algunos datos: Navarra, que representa el 1,6% de la economía española, suma sin embargo el 3,6% de la industria nacional; el peso del sector industrial navarro suma 4.000 empresas y supera los 65.000 empleos, el 23% del mercado laboral. Y cabe destacar que Navarra es la Comunidad española con mayor peso del sector industrial en su economía (el 33% de su PIB), superando tanto a la media española (16,4%) como de la Unión Europea (19,1% del PIB).
Las 4.000 empresas y los 65.000 empleos que concentra, entre otros datos, convierten a Navarra en el Comunidad con mayor peso industrial de toda España.
Navarra lleva más de 50 años con una activa política industrial que transformó la realidad social, económica y política de una Comunidad hasta entonces conservadora desde todos los puntos de vista. Mucho tenemos que agradecer a aquellos visionarios y pioneros que impulsaron esta transformación, como fueron Félix Huarte o Miguel Javier Urmeneta desde la entonces Diputación Foral, a través del lanzamiento del Programa de Promoción Industrial (PPI) en 1964, que atrajo inversión industrial extranjera para Navarra, promocionando polígonos industriales, la puesta en marcha de ayudas y exenciones a la implantación e inversión y que se combinó con actuaciones regionales de desarrollo de infraestructuras y el fomento de la formación profesional. Un gran ejemplo de cómo la colaboración público-privada, arriesgarse con visión y el anticiparse al futuro supone un beneficio claro para el progreso del conjunto de la población y que fueron continuados por sucesivas administraciones navarras y agentes económicos y sociales, a través fundamentalmente del diálogo y el acuerdo, ya en época democrática.
Fruto de ello y de números es una realidad industrial pujante, en donde sectores como el de la automoción, la alimentación, las energías renovables, la química o productos farmacéuticos, el papel o el caucho y plástico armaron y arman un escenario de desarrollo económico y social para el conjunto de la Comunidad Foral.
INDUSTRIA 4.0, EL RETO PRINCIPAL
No obstante, estamos en una época de grandes retos. La denominada cuarta revolución Industrial está dando paso a la “Industria 4.0”, protagonizada por fábricas inteligentes, digitales, más eficientes y capaces de adaptarse mejor a la demanda del mercado. La Industria 4.0, basada en el uso intensivo de las nuevas tecnologías con el fin de desarrollar factorías más inteligentes, más productivas, más sostenibles y respetuosas con el medio ambiente (economía circular) y con una mayor capacidad de flexibilidad para planificar una producción más acorde a las fluctuaciones de la demanda son una exigencia no ya solo de futuro sino de presente.
En este contexto, son varios los expertos que consideran que los pilares clave de esa “fábrica del futuro” podrían resumirse en estos tres:
- una estrategia industrial dirigida a lograr una robustez y agilidad extrema;
- unas tecnologías de la información que permitan alcanzar un modelo híbrido entre el mundo físico y el virtual, y
- una redefinición del papel que deben jugar las personas y las capacidades que deben adquirir a partir de una evolución de los profesionales para esta nueva realidad.
Más personalización, Más productividad y competitividad, plazos de entrega ajustados, transformación digital, interconectividad y personas, son los principales campos de batalla que se le plantea a nuestra industria.
Las nuevas exigencias en el sector industrial se centrarían por ello en la personalización en masa de los productos, la necesidad incrementar la productividad y la competitividad, la disminución de los plazos de salida al mercado, la transformación digital, la interconectividad y la necesidad de hacer evolucionar el papel del personal de planta hacia los nuevos retos.
Ya se están dando pasos en la dirección adecuada (como el Plan Industrial de Navarra 2020, dentro de la Estrategia de Especialización Inteligente de Navarra) que profundizan en la colaboración público-privada siguiendo la senda establecida en las últimas décadas y que apuesta de manera prioritaria por una serie de sectores que, tanto en el presente como en el futuro, van a seguir generando alto valor añadido a nuestra economía, como son la automoción, la mecatrónica, la cadena alimentaria, las energías limpias (eólica y renovables), la biofarmacia o la industria de tecnología sanitaria.
DEFICIENCIAS Y SOLUCIONES
En todo caso tenemos algunas notables deficiencias estructurales dentro de la industria navarra, como podrían ser:
- el poco peso comparativo de los sectores más intensivos en tecnología (es decir, los que generan más valor añadido o riqueza),
- un tamaño reducido de las empresas (que impiden beneficiarse de la economía de escala a la hora de optimizar inversiones o acometer proyectos),
- una limitada relación de medianas y grandes empresas con centro de decisión en Navarra, y
- el déficit de disponibilidad de personas con formación reglada en tareas técnicas industriales (ligadas fundamentalmente a la formación profesional, con poco peso específico respecto al conjunto de la población activa formada).
Estos factores críticos son los que, hoy en día y de cara al futuro, lastran nuestra productividad y competitividad, y por tanto nos restan oportunidades.
Incrementar el tamaño, internacionalización, inversión en capital fijo e I+D, flexibilidad, retribución atractiva ligada a productividad, son requisitos imprescindibles para lograr un tejido más competitivo y productivo.
Porque el reto de profundizar en la competitividad y productividad de nuestra industria es clave para generar, a través de organizaciones altamente eficientes, productos de alto valor añadido y con ello competir eficazmente en el mundo globalizado. Para ello, aspectos como el incremento del tamaño de nuestras empresas (o en un estado intermedio la colaboración vía cluster o alianzas estratégicas entre ellas), la mayor apertura al mercado exterior, la inversión en capital fijo y en I+D+I (facilitando para ello el acceso a la financiación), la capacidad de cambio y flexibilidad organizacional, una política de compensación y retribución atractiva y ligada a productividad y cumplimiento de objetivos, o la formación y capacitación tanto reglada como de reciclaje de las personas clave de nuestras organizaciones, son requisitos imprescindibles para su consecución. Y generarán a su vez un entorno altamente atractivo para atraer y retener talento en las mejores condiciones laborales, de alta motivación y reconocimiento profesional, y de equilibrio entre la vida personal y profesional.
Retos que sin duda exigen la colaboración tanto desde el ámbito institucional como desde las empresas y agentes sociales. Con mentalidad abierta, flexible y transformadora. El peor homenaje que podríamos hacer a los pioneros de la industrialización navarra, a aquellos que no se resignaron a lo existente, es pensar que sólo con recrearnos con lo conseguido podemos ganar el futuro. Un futuro, el del sector industrial, lleno de desafíos, cambios y transformación pero a su vez pleno de oportunidades para seguir progresando por la senda de una sociedad moderna, innovadora, emprendedora y pujante.
Javier Remírez Apesteguía
Director de RRHH y Abogado
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