martes, 19 marzo 2024

No hay muros para ellas

La construcción, según la Agencia Europea para la Mejora de las Condiciones de Vida y Trabajo (Eurofound), es el sector con menos mujeres ocupadas del continente (9 % del total). En España, el porcentaje se sitúa en el 8,8 %, pero Navarra se ha posicionado como la región con mayor presencia femenina (16 %). En ese contexto, las arquitectas técnicas siguen empujando para que las mujeres sean valoradas por su labor profesional y se les ofrezcan las mismas oportunidades que a los hombres de cara a promocionar a puestos directivos. Por eso, con motivo del Día Internacional de la Mujer, el Colegio Oficial de Aparejadores, Arquitectos Técnicos e Ingenieros de Edificación de Navarra (COAAT) reunió a un grupo de profesionales de distintas generaciones en un emotivo encuentro, del que fue testigo NavarraCapital.es.


Pamplona - 8 marzo, 2021 - 07:00

En primera fila, de izda. a dcha., Goñi, Iturria, Fernández y Zabalza. En la fila posterior, de izda. a dcha., Larumbe y Mazkiaran. (Fotos: Víctor Ruiz)

«Estaba sola en la oficina y entró un cliente. Me miró, sacó el móvil y llamó a mi jefe: ‘Oye, ¿dónde estás? Aquí no hay nadie, solo la secretaria». Habla Miriam Larumbe, miembro desde 2008 del Colegio Oficial de Aparejadores, Arquitectos Técnicos e Ingenieros de Edificación de Navarra (COAAT). «Mi anécdota es mejor», tercia Feli (Felipa) Fernández, que se colegió y empezó a trabajar en la construcción en 1979: «En los 80, el Gobierno de Navarra nos ponía coche y chófer para ir a visitar las obras que supervisábamos. Pues, en todos los sitios a los que acudí, a quien mejor recibían siempre era… ¡al chófer!» (risas). «En mi caso, siempre me han catalogado como una especie de decoradora», apostilla Nadia Goñi, la más joven del grupo y que se colegió hace una década. «En mi primera obra, pedí hacer un agujero en la pared para comprobar que todo estaba correcto según los planos. Tuve que insistir hasta tres veces y, a la cuarta, tuve que recurrir a mi padre, arquitecto, para que hicieran lo que les había pedido».

Son solo tres pequeños ejemplos recogidos en un encuentro que, con motivo del 8M, Día Internacional de la Mujer, organiza el COAAT. Una cita de la que NavarraCapital.es es testigo privilegiado. Pequeñas historias de unas profesionales que han debido sortear, sobre todo, dos grandes obstáculos en su trayectoria laboral. Por un lado, el desconocimiento de cuáles son sus competencias. Ellas mismas ya tienen asumido ese soniquete que las acompaña en su quehacer diario: «¿Para qué sirve un aparejador?». Responde, de nuevo, Feli: «A ver, Mariano (en referencia a un amigo suyo de la infancia). Yo me encargo de decirte, a partir de los planos, que la obra va a costar 2.389.425 euros… Pues como si nada».

Idoia Zabalza: «Las jóvenes tienen muy poco interés por los temas técnicos. No hemos sabido transmitir lo bonita que es una obra. Hay muy pocas vocaciones».

Por otro lado, está el hecho de ser mujer en un sector, la construcción, ya de por sí difícil para «ellas». De hecho, el estudio ‘Igualdad en cifras 2020’, del Ministerio de Educación y Formación Profesional, precisa que el porcentaje de mujeres matriculadas en grados de ingeniería, industria y arquitectura apenas representa todavía el 28,5 % del total.

Aquí interviene Idoia Zabalza, colegiada en 1994. «Cuando yo empecé, no existía nada del tema de la conciliación. Así que, cuando me vi con dos hijos pequeños, tuve que renunciar. Y eso que me encantaba mi trabajo como jefa de obra en una constructora, «adoro» la obra, pero por horarios, tareas, … Lo llevaba mal y así es imposible llegar arriba». En este punto, toma la palabra la más veterana, Blanca Iturria. Ella fue la primera en obtener la titulación de Arquitectura Técnica en 1969. También la primera colegiada con el número 147, lo que fue todo un hito porque la siguiente mujer en aparecer en los registros del COAAT no llegó hasta diez años después.

TECHO DE CRISTAL Y BRECHA SALARIAL

El debate vuelve a centrarse en las posibilidades que tienen las mujeres de progresar dentro del sector de la construcción. Opina Blanca: «No hay techo de cristal porque, como en el caso de Idoia, al final es tu decisión. Yo, por ejemplo, monté mi propio estudio y siempre me han llamado. Es más, sigo corrigiendo lo que hacen mis hijos». Replica la mencionada: «Es verdad porque, una vez entras, se nos valora igual que a los compañeros hombres».

Blanca Iturria fue la primera arquitecta técnica colegida en Navarra en 1969.

El debate se intensifica. Feli no deja pasar la ocasión para intervenir. «Todo depende más de tus aspiraciones y las prioridades que marques para tu vida. La realidad es que, en nuestro caso, se tiene muy en cuenta lo organizadas que somos. Y eso, cuando tienes que presentar una certificación de obra… Muchos hombres… ¡ni a la tercera! (más risas). Porque, como todo en esta vida, lo que más se tiene en cuenta es el resultado», concluye.

Los arquitectos técnicos, por lo tanto, ¿lo tienen más fácil o más difícil? Es el turno, de nuevo, de las más jóvenes. A Nadia no se lo parece: «La crisis nos ha igualado y ahora se valoran mucho más los conocimientos, la experiencia o la trayectoria que la cuestión del sexo». Idoia, de hecho, vivió en primera persona el cambio. «Nuestra promoción fue la primera. La Universidad de Navarra implantó los estudios de Arquitectura Técnica en el curso 91-92 y éramos treinta chicas y treinta chicos. Desde el comienzo, fuimos muy activas. Nuestra salida de la escuela (a mediados de los 90) coincidió con el ‘boom’ vivido por el sector de la construcción. Así que, en gran medida, fuimos una especie de bisagra entre un momento en el que no había mujeres y otro en el que ganamos una enorme visibilidad». «Efectivamente», confirma Feli, «antes no había ninguna dentro de nuestra actividad y ahora hay mogollón, y en las pymes ni te cuento».

Feli Fernández: «La mayor traba siempre está en que te elijan para una primera obra. A partir de ahí, te llaman y no veo mayor problema».

¿Y la brecha salarial?, les pregunta este medio. Porque el informe anual que publica UGT Navarra con motivo del Día Europeo de la Igualdad Salarial apunta a un grave problema en este sentido. Concretamente, la desigualdad por razón de género en la región supone una diferencia de 6.848,53 euros anuales.

Es decir, las mujeres ganan de media 22.697,59 euros al año frente a los hombres, que obtienen 29.546,12 euros. Además, Navarra es la cuarta región con mayor brecha salarial de España… Vuelve Miriam Larumbe: «He sido autónoma siempre y he aplicado los honorarios que consideraba adecuados a los trabajos que me han pedido, tanto del sector privado como del público. En este último ha podido haber bajas, pero ‘brecha’ como tal no conozco ningún caso concreto». El tema, no obstante, embarulla la conversación por un momento. Aunque la cosa se aclara poco después, cuando todas coinciden en que hay un ámbito que continúa siendo difícil para ellas: la propiedad de las empresas o, más concretamente, la asunción de puestos directivos y de coordinación de equipos técnicos, a los que se suma la jefatura de obras.

«Sospecho que alguna puede haber en esos cargos, pero la realidad es que para ser jefa de obra miran de otra manera. Creo, no obstante, que la mayor traba siempre está en que te elijan para una primera obra. A partir de ahí, como decía Blanca, te llaman y no veo mayor problema». La conversación sigue hasta terminar coincidiendo en que sí que se ven jefas de obra en las contratas, incluso en las grandes.

En la promoción de Idoia Zabalza, en 1994, había tantos hombres como mujeres.

«En el momento que renuncié, mi jefe me intentó convencer de que siguiera, diciéndome que había pensado en mí como socia», lamenta Idoia. A Nadia, sin embargo, le llama la atención la escasez de mujeres en su día a día. «Solo me he encontrado con una electricista y alguna pintora, de forma ocasional». «Yo con una carpintera.. Y porque su padre era su jefe», completa Feli.

PREOCUPACIÓN POR EL FUTURO

Llegadas a este punto de la tertulia, se puede decir que las cartas ya están puestas sobre la mesa. Queda un último tema para el debate: el futuro. Es el momento de Erkuden Mazkiaran, colegiada en los años 80. Bajo su punto de vista, la perspectiva es relativamente buena para las mujeres del sector.  Confía en que la llegada de nuevas leyes potencie la igualdad: «De todos modos, creo que solo será posible si se trabaja desde la educación, desde los más pequeñitos».

Nadia Goñi: «La crisis nos ha igualado y ahora se valoran mucho más los conocimientos, la experiencia o la trayectoria que la cuestión del sexo».

Precisamente, CCOO Navarra advirtió en su informe ‘Análisis gráfico de la situación de la mujer en el mercado de trabajo’, publicado hace escasos días, de que las empresas navarras «no están preparadas para cumplir la legislación en esta materia». Incluso indicó que se está dando «una cronificación de la desigualdad».

Tal vez por eso, Idoia se muestre algo más pesimista y centre su análisis en dos grandes dificultades. «Los sucesivos cambios en la denominación y la diversidad de recientes titulaciones que dan acceso a la profesión nos han hecho mucho daño. Sobre todo, ha provocado una caída de la demanda en los estudios que conducen a la Arquitectura Técnica lo que provocó la eliminación de estos estudios en varias escuelas universitarias como la navarra. Por eso, la gente no sabe a qué nos dedicamos, cuáles son nuestras funciones y cometidos. Como colectivo, nos queda mucho por hacer». Aquí interviene la moderadora y representante del Colegio en este encuentro, Ana Asensio, para asegurar que la institución comparte y hace suya esa demanda y está buscando la forma de solucionarlo.

Nadia Goñi es una de las últimas arquitectas técnicas que se han colegiado.

El segundo reto, las nuevas generaciones. Sigue Idoia. «Las jóvenes tienen muy poco interés por los temas técnicos. No hemos sabido transmitir lo bonita que es una obra. Hay muy pocas vocaciones, y la falta de salidas profesionales que ha traído consigo la crisis no ayuda en absoluto».

Es la última reflexión que queda en el aire antes de que la charla se mezcle con el pequeño ágape que comparten las invitadas, eso sí cumpliendo los protocolos de seguridad aprobados por las autoridades sanitarias.

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