La firma riojana Ramiro Arnedo quiso desarrollar hace quince años un pimiento morrón con una forma triangular, una morfología no vista en el sector agroalimentario hasta entonces. “Fue un exitazo”, valora Dionisio Leza, delegado comercial de la firma, en un vídeo de presentación publicado el pasado mes de marzo. Se trata de una planta que puede dar entre diez y doce pimientos, “vigorosa y muy tolerante al asoleado”, con una alta sensibilidad ante el agua y que presenta una “alta concentración en la maduración”. Tras comprobarse su potencial en el mercado, su fruto fue bautizado como pimiento corera, nombre también de un municipio riojano situado a escasos diecisiete kilómetros de Lodosa.
El Grupo AN lo cultiva desde 2016, cuando produjo 100 toneladas de prueba. Una cifra que creció este año hasta situarse en las 1.500 toneladas, producidas entre diez socios navarros y otros tantos en Badajoz (Extremadura). La cooperativa incluso tiene previsto incrementar esta cantidad hasta un 25 % en dos años. Aun así, esta variedad a menudo pasa desapercibida entre los consumidores frente a otros pimientos mejor posicionados en el mercado como el piquillo o la guindilla.
Eduardo Díaz (Grupo AN): “El pimiento corera puede tener un precio hasta un 30 % por encima de un morrón tipo california, pero sus costes de producción son mayores”.
“El corera es un pimiento morrón como muchos otros, pero su valor añadido está precisamente en que termina en punta”, detalló a Navarra Capital Eduardo Díaz, director comercial del Departamento de Industria de la Sección de Fruta y Verdura en Fresco.
Esta particularidad lo convierte en un fruto “muy valorado” por las conserveras, ya que permite pelar el pimiento “con mayor facilidad” después de asarlo y “sacar un mejor rendimiento” del fruto. “Hasta hace poco, los pimientos que se trabajaban eran del tipo california, pero tenían un problema: las pieles se quedaban pegadas en las cavidades que forman por su terminación. Por eso, en nuestro caso, el pimiento corera ha ido creciendo anualmente en cantidades, también porque tiene un buen color y un buen sabor“, constató Díaz.
En este sentido, esta variedad puede llegar a tener un precio “hasta un 30 % por encima” de un morrón tipo california, si bien sus costes de producción son mayores: “Por ejemplo, los gastos de recolección del pimiento corera son mayores. En la misma línea, el precio del piquillo es mayor al del corera porque la mano de obra cuesta más. Para hacer un kilo de este último, te basta con dos o tres pimientos, pero para un kilo de piquillo tienes que recolectar diez o doce”.
El pimiento corera se cultiva especialmente en el valle del Ebro, Andalucía, Portugal y Extremadura. En la Comunidad foral, un 15 % se cosecha en Tudela, y el restante 85 % entre las localidades de Caparroso y Murillo el Fruto.
El Grupo AN destina el grueso de su producción a la venta a empresas conserveras. Y, aunque no es su principal objetivo, también dirige una parte a la comercialización en cadenas de distribución nacional. Así mismo, otras industrias ensalzan también su rendimiento “para elaborar pimiento congelado en tiras”, según explicaron desde Ramiro Arnedo.
UN PIMIENTO PIONERO
Por otra parte, la variedad presenta un pedúnculo (tallo que une el fruto a la planta) “que se suelta muy fácil” a la hora de cosechar el fruto. “Esta peculiaridad convierte al corera en una de las variedades más interesantes para la recolección mecánica“, señaló Díaz. Así, el Grupo AN posee una recolectora específica para sus huertos en Extremadura, que utiliza “desde última hora de la tarde hasta primera hora de la mañana, buscando las temperaturas frescas del verano”. Eso sí, en Navarra aún se cosecha “a mano”.
Debido a la buena acogida que ha tenido esta variedad de pimiento, Ramiro Arnedo ya ha desarrollado dos subtipos de corera. En primer lugar el tipo rodiezmo, que “tiene un peso medio mayor”. Y, en segundo, existe el santacara, un corera amarillo “para aire libre y apto para congelado”.
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