La startup navarra MOA Foodtech celebra su primer año de andadura con importantes hitos. Uno de los últimos es que ha sido seleccionada, de entre un total de 366 candidaturas procedentes de 32 países, como una de las once participantes en Tastech by Sigma. Este programa de la multinacional Sigma Alimentos, cuyo portfolio de marcas incluye a Campofrío, Navidul, Oscar Mayer y Revilla, entre otras, busca encontrar a las startups y scaleups «más innovadoras y disruptivas del mundo» para colaborar con ellas. En concreto, la firma navarra trabaja desde el pasado julio para introducir su proteína alternativa en algunos productos de Sigma, que incluyen carnes envasadas, queso, yogur y otros alimentos refrigerados y congelados.
MOA Foodtech produce proteínas «sostenibles y de bajo coste» a través de la fermentación de subproductos agroalimentarios como el bagazo, la levadura, los cereales o los residuos del refinamiento del azúcar. Un proceso «muy similar» al que se utiliza para producir cerveza. «Actualmente, este material se introduce en los piensos animales. Nosotros, en cambio, nos especializamos en diseñar medios de cultivo, adaptar microorganismos y optimizar procesos para usar estos subproductos como nutrientes», explica Bosco Emparanza, CEO de la biotech, a Navarra Capital.
En el marco de la colaboración con Sigma, la startup está analizando distintas aplicaciones de su ingrediente para mejorar el perfil nutricional de los alimentos plant based y blended de Sigma. De esta manera, MOA Foodtech exportará su actividad al mercado cárnico latinoamericano: «Trabajamos en constante diálogo con la sede de Sigma Alimentos en Monterrey (México), que además nos permite acceder a sus departamentos de I+D, Negocio, Marketing y Legal». Así mismo, la empresa ha entrado en contacto con Campofrío para gestionar la iniciativa de una manera «más cercana». Los resultados de este proyecto podrían llegar al mercado «a medio o largo plazo», augura Emparanza.
Al mismo tiempo, el equipo de MOA Foodtech se encuentra inmerso en el escalado de sus procesos y en adaptar su producto a las normativas vigentes para poder introducirlo en alimentos de consumo humano. El objetivo es alcanzar una capacidad productiva «semiindustrial» a finales de este año. Por eso, la startup ha fichado a María Eugenia Cavero, especialista en procesos de upstream, y prevé incorporar a otros dos perfiles técnicos esta semana. «La idea es seguir ampliando el equipo en los próximos años. Así mismo, hemos adquirido el local que tenemos frente a nuestra sede en el Centro Europeo de Empresas e Innovación de Navarra (CEIN) para hacer espacio a nuestras nuevas incorporaciones», apunta Emparanza.
La firma ya cuenta con una lista de «más de cincuenta empresas» dispuestas a introducir esta proteína en sus alimentos. Estas compañías pertenecen a sectores como el cárnico, el lácteo, el de análogos lácteos y el de snacks, y se encuentran, sobre todo, en el norte de Europa e Italia. «Y todas las semanas, muchas empresas se ponen en contacto con nosotros para estudiar la posibilidad de trabajar con nosotros. No damos abasto», resalta ilusionado Emparanza.
Además, MOA Foodtech espera aterrizar en Asia: «En teoría, el mercado de las proteínas de consumo se disparará en 2050 un 70 %, y la zona donde más sucederá esto es el continente asiático. Por eso, hemos iniciado muchos contactos en Singapur, uno de los grandes nodos del foodtech en el mundo».
EL MERCADO DE LA FERMENTACIÓN
El mercado de las proteínas alternativas a las de origen animal podría llegar a ser siete veces más grande en 2035: un 11 % de las proteínas totales consumidas en el mundo serían alternativas y el sector alcanzaría una valoración de aproximadamente 245.000 millones de euros. Esta cifra estaría distribuida entre los proveedores de materia prima y tecnología, startups y empresas productoras, e inversores, según resalta el estudio Food for thought, publicado el pasado mes de marzo por la consultora Boston Consulting Group y el fondo de inversión Blue Horizon.
Para alcanzar este escenario, las biotecnológicas especializadas en fermentación tienen un obstáculo tecnológico que superar: la falta de biorreactores. «Los sectores vinícola, cervecero y farmacéutico tienen más infraestructuras en este sentido. Por eso, desde MOA hemos optado por una solución colaborativa. Ahora estamos analizando el tema junto a las empresas que tienen gran capacidad de fermentación para determinar cuál es la mejor opción de escalado», especifica Emparanza.
Otro gran reto del sector es la paridad de los precios entre los productos alternativos y los tradicionales. Este aspecto ya es una realidad en algunos sectores como «las cadenas de comida rápida». Y aunque es «muy difícil» determinar el momento exacto en que se logrará este objetivo en los lineales, Emparanza arriesga una respuesta: «En el próximo año vamos a tener muchas alternativas muy asequibles en los supermercados».
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