Imagina poder usar ropa nueva cada semana sin que esto suponga un gasto exagerado para el bolsillo. Tan solo bastaría con revisar cada domingo un catálogo virtual y escoger las prendas, los complementos y los zapatos que vas a necesitar esa semana. Un chándal, un look de gala, outfits del día a día… tener un armario infinito, y sin ocupar espacio es ya una realidad gracias al alquiler de ropa. Un modelo de negocio al que se adhieren cada vez más empresas de moda.
Tradicionalmente, lo normal era el alquiler de prendas de fiesta como fracs o vestidos de gala que se fueran a utilizar una sola vez en un evento especial. Sin embargo, ahora H&M, El Ganso, Tous o Nike, por citar varios ejemplos, han comenzado a introducirse en el mercado del alquiler para llegar a nuevos clientes y convertirse en la nueva revolución del concepto de compra de ropa que teníamos hasta ahora.
Incluso algunas marcas tan conocidas como Leroy Merlin o Mediamarkt se han lanzado al alquiler de herramientas y tecnología, respectivamente. En la primera, por su parte, el proceso es muy fácil: solicitar las herramientas que necesites para tu proyecto y abonar el coste del alquiler y una fianza añadida. Cuando hayas terminado, el equipo de la empresa se encargará de limpiarlas para el próximo cliente. Por otro lado, Mediamarkt pondrá a disposición este mismo 2020 el alquiler de algunos de sus productos eléctronicos, enfocado sobre todo a la gente más joven.
Sin embargo, comerciantes de Pamplona critican este nuevo modelo de negocio: “Si es un vestuario para un evento puntual me parece perfectísimo porque es un mercado con demanda”, cuenta Francisco Javier Moral, propietario del Grupo Pavana.
En la misma línea opina María Jesús Alonso, gerente de la Asociación de empresarios del Comercio, Hostelería y Servicios del Ensanche de Pamplona. Confía en que este tipo de alquileres de moda “se siga reduciendo al entorno de fiesta o ni siquiera a eso”: “Las empresas están para vender y ganar dinero para poder seguir manteniendo el empleo. Si ahora encima ponemos de moda el alquiler de prendas, entiendo que cada vez será con costes más bajos y supondrá el fin del comercio local”, concreta Alonso.
Elizabeth Corera, gerente de De Beaumont Boutique, cree que el truco reside en saber comprar bien: “Debemos de ser conscientes de lo que necesitamos en cada momento”. Es partidaria de que, hoy en día, la moda nos brinda la fantástica oportunidad de jugar y disfrutar con ella. Por ello, “lo que adquirimos para momentos puntuales podemos usarlo en otra ocasiones con diferentes combinaciones y looks”, confiesa. La moda es un lenguaje que define a las personas y debemos encontrar las prendas que nos identifican y que nos hacen ser nosotros mismos.
NETFLIX DE ROPA
La industria textil genera 1.200 millones de toneladas de dióxido de carbono al año. Todo para que el 70 % de la ropa que compramos acabe en la basura en un par de años y terminemos convirtiendo el océano en un mar de microplásticos que provienen de todas esas prendas abandonadas.
Por ello, con el fin de favorecer la economía circular y reducir los residuos de la industria de la moda, cada vez más startups se convierten en una simulación de un Netflix de armario. Con unas cuotas que oscilan entre los 30 y los 150 euros al mes, los usuarios pueden suscribirse a cambio de un surtido de ropa que pueden usar durante un mes. Una vez transcurrido el tiempo acordado, los clientes devuelven las prendas a la marca para que las lleve a la tintorería y las deje listas para enviar a otro suscriptor.
“Me parece absurdo porque creo que pagar 150 euros al mes no es accesible para todo el mundo”, destaca Moral. Augurándole poco tiempo de vida a esta iniciativa, pues cree que es “económicamente inviable”: “Si hay 100.000 usuarios registrados que necesitan cada mes cinco looks, son 500.000 outfits que tienen que acertar en talla y estilo de la persona”, cuenta mientras vuelve a recalcar que la idea es “inasumible”.
El comercio online es un campo en el que existen, según Alonso, “demasiadas trabas”. Por ello, cree que “sumar una más sería terrible para el sector”, ya que Pamplona es una zona comercial con gran “variedad y calidad que no se encuentran en otras ciudades”, comenta.
En ese sentido Moral, que ejerce como estilista de asesoramiento de moda y sabe perfectamente lo que un trabajo de esa índole supone, detalla lo siguiente: “Cuando tengo un volumen pequeño de personas a las que vestir, a veces es una locura”.
EN PAMPLONA
Como es un producto tan peculiar, la ubicación tiene que ser buena para abarcar el mayor grupo de clientes posibles: “En Pamplona posiblemente tendría viabilidad si la apuesta es a larguísimo plazo y la inversión no busca beneficio en poco tiempo”, destaca Moral.
Lo más importante para que un negocio tenga éxito reside en que exista un equilibrio entre la oferta y la demanda: “De todos es sabido que en las grandes ciudades funcionan estos negocios, pero quizá se debe al alto nivel de población. Siempre hay un cliente potencial para cada sector”, analiza Alonso.
Pamplona se define como una ciudad que cuenta con tres handicaps de los que Corera es defensora absoluta: el pequeño comercio, el trato y el asesoramiento personalizado. Quizá estos formen la magia que rodea a la moda, algo de lo que resulta difícil desprenderse para dar paso a algo más automático como el alquiler de ropa: “Supone un problema tanto de costumbre como de gusto. Creo que en Pamplona un negocio así no funcionaría, dista bastante de la realidad. Algo tan innovador, posiblemente no entre aún en nuestro pensamiento como un hábito”, finaliza.