Antxon Errea y Abel Moreno “no son mucho de contar”, reconoce el primero. “Pedro es el que nos mete en estas cosas”, señala Errea. Por “estas cosas” se refiere a entrevistas, claro. Es lo que hemos venido a hacer cuando nos adentramos en Gurpea después de que, efectivamente, le hayamos comentado a Pedro Odériz -el gerente de la firma- nuestro deseo de conocer un poco mejor a sus dos fundadores. Para superar esa barrera de timidez -o quizá de modestia- inicial, elegimos el camino fácil. Por eso, comenzamos desde el principio.
Esta es la historia de dos jóvenes que, después de obtener su título de Formación Profesional (de Electricidad, en el caso de Moreno, y de Automatismos, en el de Errea) hicieron buenas migas mientras trabajaban como técnicos de mantenimiento en una fábrica de Urroz-Villa. “Nos entendíamos muy bien. ¿Te acuerdas de aquel panel que montamos para hacer prácticas?”, rememora Moreno mirando a su socio. Pasaron dos años en aquella planta hasta que decidieron hacerse autónomos. Fueron a parar entonces a la planta de ZF TRW en Landaben, aunque terminada su jornada hacían horas extra en otras empresas. Llegó un momento en el que la carga laboral que soportaba les obligó a contratar personal por su cuenta. “No llegábamos a todo el trabajo que teníamos”, recuerda Errea.
Quizá ese fue un indicio de todo lo que llegaría después. En 2004, Moreno y Errea constituyeron Gurpea. Tenían apenas 26 y 23 años, respectivamente. Y como suele ser habitual en el caso de emprendedores jóvenes, al principio no contaban con un espacio de trabajo propio. Eso cambió cuando instalaron una caseta de obra en Mutilva, a la que posteriormente colocaron otra encima. De allí se mudaron a una nave en Ipertegui. Luego montaron otra fábrica en el mismo polígono industrial de Orkoien. “Hace tres años compramos otra nave con la idea de quitar las otras dos, pero el espacio se nos quedó pequeño”, apunta Moreno. Así llegaron a Barbatáin, donde cuentan hoy en día con dos fábricas y unas instalaciones que suman alrededor de unos 3.900 metros cuadrados.
Ese crecimiento en superficie ha ido de la mano de la diversificación del negocio dentro de Gurpea. Lo que nació como una empresa para ofrecer servicios de mantenimiento abarca ya desde el mantenimiento industrial y el montaje de maquinaria hasta proyectos de ingeniería de automatización, instalaciones eléctricas y diseño, fabricación y colocación de estructuras metálicas. Intuimos que aquellos veinteañeros que trabajaban como hormiguitas para sacar adelante esta iniciativa no sabían lo que se les venía encima. O que, dicho de otra manera, no esperaban llegar tan lejos. “No, no era ese el objetivo”, reconoce Abel. “A ver -apostilla su socio-, date cuenta de que nosotros montamos la empresa sin conocimiento. El desconocimiento es lo que te hace montar algo, ir y probar. Ni siquiera familiarmente teníamos ningún tipo de negocio… Es ensayo y error. Siempre ha sido así. Y aún sigue siéndolo”.
Abel Moreno: “El oxígeno medicinal es una nueva línea que queremos lanzar con fuerza. Y ahora necesitamos que el Gobierno nos apoye”
Queremos pensar que después de diecinueve años de trayectoria, tras haber pasado de dos a 240 trabajadores y de tener entre sus clientes a importantes multinacionales, igual ya no es tan así. Errea, no obstante, vuelve a insistir en que sí lo es. “Siempre va a ser así. Al trabajar con muchas tecnologías, tiene que ser necesariamente así. Hay que unirlas y desunirlas, ver si funcionan o no. Es nuestro día a día”, responde.
Mucho y nada ha cambiado desde los inicios. Sospechamos que ese “siempre ha sido así” es extrapolable a la faceta personal, porque quizá los actuales socios fundadores de Gurpea no distan tanto de aquellos veinteañeros que se dejaban la piel en la fábrica. “No me he considerado directivo, ni ahora ni nunca. No, nosotros venimos de trabajar. No hemos hecho otra cosa. No sé cuándo dejamos el taller, igual hace diez años…”, estima Errea.
“Bueno -replica Moreno-, si hablamos de trabajar yo creo que trabajo más ahora que antes. Hacemos más horas. Nos levantamos pensando en el trabajo, nos vamos a dormir pensando en el trabajo”. Nuestra compañera fotógrafa sugiere que, en todo caso, el hecho de haber comenzado desde abajo te da una visión diferente -y valiosa- a la hora de dirigir una empresa. “Puede que valoremos más al equipo, ¿no? -plantea el cofundador de Gurpea-. Nos hemos ido rodeando de gente a la que delegas tareas, ves que lo hacen bien. Aprecias hasta al último. El que viene a limpiar aquí por las tardes, por ejemplo, me encanta, porque siempre deja todo superbién ordenado. A esas cosas les doy mucho valor”.
La plantilla, “muy potente y en lo mejor de su carrera”, es a su juicio una de las dos causas principales que explican el éxito de la compañía. Errea le da la razón: “Lo más importante que tenemos es el equipo humano y la tecnología que manejamos. En Navarra no hay otra igual, por lo menos a estos niveles”. Quizá por eso la firma se ha expandido fuera de la Comunidad foral. Ya en 2021, Gurpea anunció que emprendía un proceso de internacionalización y comenzó a exportar a países como Estados Unidos, Australia, México, Polonia o Alemania, por citar algunos ejemplos.
NUEVOS PROYECTOS
De cara a este ejercicio, por otra parte, sus socios esperan inaugurar una delegación en Querétaro (México). “Ya tenemos a un comercial que viaja frecuentemente al país -detalla Errea-, pero prevemos tener allí un centro de producción”. ¿Qué les empujó a decantarse por México? “Su crecimiento industrial y su cercanía a Estados Unidos. Ellos van creciendo a dos dígitos desde hace casi una década. También -prosigue- porque tenemos afinidad cultural. A nivel industrial, además, muchas empresas de Navarra tienen presencia en México, por lo que trabajar con ellas nos va a resultar mucho más fácil. Ya contamos hasta con números de proveedores allí”. Este hito vendrá acompañado de la apertura de una oficina en Perú, “sobre todo centrada en acciones comerciales”.
Antxon Errea: “No me he considerado directivo, ni ahora ni nunca. No, nosotros no hemos hecho otra cosa que trabajar”
En sus instalaciones de Barbatáin, por otra parte, Gurpea planea incorporar un departamento de Inteligencia Artificial dentro de la empresa y adentrarse en el sector del hidrógeno verde. En concreto, se lanzará a fabricar componentes empleados para construir hidrogeneras. La principal apuesta de la compañía en 2023, con todo, se centrará en el desarrollo de soluciones de oxígeno medicinal hospitalario y en la fabricación de plantas de nitrógeno empleadas para la acuicultura (cría de peces) y el tratamiento de aguas residuales, tal y como adelantó Navarra Capital.
“Es una nueva línea que queremos lanzar con fuerza -remarca Moreno-. Y ahora necesitamos que el Gobierno de Navarra nos ayude y apueste por esta tecnología en los hospitales, porque en este momento no existen este tipo de infraestructuras en la región. A nosotros nos gusta la tierra y queremos que una tecnología de Navarra, desarrollada por una empresa navarra, pueda aplicarse aquí. Vamos a otras comunidades autónomas porque en casa no nos están apoyando”.
Eso que expone lo ilustra su colega con un ejemplo. “La semana pasada, vinieron unos clientes mexicanos. Bajé a Madrid a recogerlos, luego los llevé a Albacete para que vieran una planta de oxígeno medicinal y luego subimos a Pamplona. Ellos la vieron, se quedaron alucinados y nos van a encargar una planta. El lunes tengo una reunión en León, donde quieren que les ayudemos a construir hidrogeneras. Y seguramente llegaremos al acuerdo”, expone Errea. Lo dice con el optimismo de quien cree en su trabajo. Nosotras nos marchamos de Gurpea deseándole a Abel Moreno y a Antxon Errea mucha suerte en sus nuevos proyectos. Aunque, en el fondo, creemos que no la necesitan.