sábado, 27 abril 2024

El desencanto de Josep Piqué

El exministro español, que participó en los II Cursos Europeos de Verano, reivindica la modernización del país propiciada por los gobiernos de los que formó parte antes de dejar la política, en la que observa "un claro deterioro". En una entrevista concedida a NavarraCapital.es, repasa algunos de los temas que marcan la actualidad como la crisis del coronavirus, la polémica que rodea a Juan Carlos I o la situación en Cataluña, donde ya no puede pasear tranquilo en algunos lugares.


Pamplona - 29 agosto, 2020 - 06:00

Artículo patrocinado por Banco Sabadell

El ex ministro Josep Piqué participó en los II Cursos Europeos de Verano. (Fotos Víctor Ruiz)

Vaya por delante, y sirva como disculpa frente a quienes no encuentren en estas líneas algo que quizás esperasen leer, la dificultad que supone entrevistar a una persona con un currículum como el de Josep Piqué. Con cada faceta de su vida y sus actividades podrían escribirse artículos completos: ha sido cuatro veces ministro y ocupa, o lo ha hecho, cargos directivos en varias de las empresas más importantes del país. También es profesor universitario, autor de libros y artículos y habitual ponente en foros económicos y políticos, como los II Cursos Europeos de Verano que han tenido lugar esta semana, organizados por NavarraCapital.es y Diario de Navarra y patrocinados por el Parlamento Europeo, donde hizo una profunda disertación sobre geopolítica internacional.

Nació hace 65 años en Vilanova i la Geltrú y es hijo del último alcalde franquista de su localidad natal. Quizás por eso, y por aquello de la rebeldía juvenil, es conocido que militó en organizaciones comunistas -el PSUC- e incluso revolucionarias, como Bandera Roja. Pero su evolución ideológica le llevó al otro otro lado, al Partido Popular de José María Aznar. Para entonces ya era licenciado y doctor Ciencias Económicas y Empresariales y Derecho por la Universidad de Barcelona, centro al que años más tarde volvió como profesor de Teoría Económica, y había destacado en el mundo de los negocios al acceder a la presidencia de la empresa Ercros, cargo que por cierto le costó una acusación de fraude de la que fue exculpado y el caso se archivó.

«Lo importante en política es pensar en el interés general y reconocer errores cuando se producen».

Su llegada al Gobierno, aún sin ser militante del PP, fue en 1996 de la mano de Aznar, que le asignó la cartera de Industria y, dos años más tarde, también la portavocía del Ejecutivo. En la siguiente legislatura, también con Aznar como presidente, fue ministro de Asuntos Exteriores de 2000 a 2002 y ministro de Ciencia y Tecnología de 2002 a 2003, año en el que fue nombrado presidente del PP catalán. Dejó el cargo en 2007, y con él toda actividad política, tras airear discrepancias con la dirección nacional del partido, de la que se desmarcaría aún más en 2006 tras admitir que se cometieron «errores muy serios” en la invasión de Irak. Una invasión a la que el Gobierno de Aznar apoyó “políticamente, no militarmente”, recalca Josep Piqué, tras el pacto del ‘trío de las Azores’ en 2003.

Aquella polémica decisión y las consecuencias que de ella se derivaron casi borraron el resto de la gestión de ese Gobierno. ¿Qué opina de que perdure más en el imaginario popular el tema de la invasión de Irak que, por ejemplo, la activación del euro? “Al final es el tiempo el que te da la perspectiva…”, señala antes de recordar que los ejecutivos de los que formó parte “cambiaron muchas cosas y España se transformó en temas muy profundos”. Y puntualiza que vivió la guerra de Irak siendo ya ministro de Ciencia y Tecnología: “Abandoné mis responsabilidades en Exteriores en julio de 2002. Entonces no se había producido todavía la intervención anglo-norteamericana, pero asumo esa posición como miembro del Gobierno. Con esa perspectiva que da el tiempo se ha visto que ha generado muchísimos más problemas que los que pretendía solucionar, de ahí la autocrítica”.  

Tras abandonar la política, Piqué ha desarrollado una exitosa carrera en el ámbito empresarial y económico.

Tras abandonar la política, Piqué ha desarrollado una exitosa carrera en el ámbito empresarial y económico.

Es tan comedido en los gestos como en el tono de voz, y la mascarilla que le cubre el rostro oculta sus reacciones a las preguntas. No obstante, creemos intuir una leve sonrisa cuando añade que “igual es una ingenuidad por mi parte, pero espero que se me recuerde por otras cosas derivadas de mi participación en los asuntos públicos”. Y da por zanjado el asunto con el argumento de que “lo importante no es tanto la incidencia que los temas tengan en lo personal, sino pensar en el interés general y reconocer errores cuando se producen”. De paso, reivindica “lo mucho que se hizo para modernizar el país e insertarlo en el escenario internacional”.

«Tengo un interés permanente por la política, pero cada vez menos por esa política de pugna entre partidos y el debate del día a día».

Hace ya bastantes años que se desvinculó de la actividad política. Pero reconoce que «es como un virus»: «Ahora que está tan de actualidad y que a uno se le inocula, no hay vacuna posible. Tengo un interés permanente por la política, pero cada vez menos por esa política entendida como la pugna entre partidos y el debate del día a día». Aprovechamos para pedirle que nos diga cómo define a los actuales políticos. Observo un claro deterioro del nivel del debate público y en la clase política. Puede parecer una pedantería por mi parte, pero puedo decir en mi descargo que creo que lo que hemos hecho es ir bajando desde el nivel que teníamos en la Transición”. Quizás, al terminar, sus ojos claros denotan cierta amargura.

Contribuyen al descrédito institucional las sospechas de irregularidades cometidas por el rey emérito, cuyo legado ha alabado Piqué en un comunicado firmado por dos centenares de ministros y altos cargos de diversos gobiernos: “El protagonismo de la monarquía de Juan Carlos I en la Transición y el advenimiento de la democracia, que nos permitió integrarnos en Europa y recuperar nuestro papel en América Latina, es absolutamente innegable”. Precisamente como ministro de Asuntos Exteriores, tuvo ocasión de acompañarlo en numerosos viajes al extranjero. Vi su comportamiento y como defendía los intereses de España”, enfatiza. Ya, pero su honestidad está en tela de juicio ahora mismo… “Sí, pero de momento no está bajo ningún tipo de procedimiento jurídico, hay que defender su presunción de inocencia y dejar que los tribunales hagan su trabajo. Yo distinguiría claramente entre el legado, que es incuestionable, y comportamientos concretos en el ámbito privado que el futuro nos dirá qué contenido tienen”.

«El protagonismo de la monarquía de Juan Carlos I en la Transición y el advenimiento de la democracia es absolutamente innegable».

En la conversación surge, era inevitable, el ‘procés’. “Que se cuestione mi catalanidad llamándome Josep Piqué i Camps y habiendo nacido en Vilanova i la Geltrú es un sarcasmo”, señala. Y matiza que el fenómeno vivido estos años es la «auténtica naturaleza» del nacionalismo catalán. «Siempre uno puede preguntarse si no lo hubiéramos podido prever, pero yo soy muy poco partidario de la equidistancia a la hora de repartir responsabilidades. Y, en este caso, creo que la mayor corresponde a quienes han asumido que había que desgarrar prácticamente en dos mitades a la sociedad catalana para conseguir unos objetivos políticos que son claramente anticonstitucionales y que, además, lo han hecho. Así está constatado por los tribunales, a través de procedimientos sediciosos”.

Claro que se podían haber hecho las cosas de otro modo, reconoce, pero acto seguido lanza una advertencia: “No seamos ingenuos. El nacionalismo catalán siempre acaba mostrando su verdadera cara, la que vimos en los acontecimientos ocurridos hace unos pocos años”. Aboga por trabajar para ver cómo se supera esa fractura social, “que desde el punto de vista familiar, social o en los grupos de amigos resulta muy poco asumible y es uno de los episodios más tristes que he podido vivir”. Y considera necesario construir entre todos para alcanzar unos objetivos compartidos, que desde su punto de vista «pasan necesariamente por la continuidad de Cataluña dentro de España y del proyecto europeo». Porque «no hay que olvidar que Europa se construye a través de los Estados, no de las regiones”.

«Puedo pasear tranquilamente por algunos lugares de Cataluña, aunque por otros me resulta imposible».

Mientras tanto, Josep Piqué seguirá paseando solo por determinados lugares de Cataluña: «Por otros me resulta imposible. Esa generación de odio civil que ha ido alimentando el nacionalismo catalán es, probablemente, la peor de las consecuencias del llamado ‘procés'».

Cuando dejó la actividad política, inició una carrera exclusivamente empresarial, que se abrió en 2007 con su nombramiento como presidente de la aerolínea Vueling, donde permaneció hasta 2013. Mientras, en 2009, había fundado Pangea 21 Consultora Internacional, una asesoría de empresas que iniciaban su actividad exterior. Ha ocupado diferentes responsabilidades en Ercros (1988-1996), fue representante de España en el consorcio de Airbus (2012-2015) y dirigió el Grupo OHL (2013-2016), entre otras. Actualmente, preside ITP Aero; es consejero de Seat, Volkswagen Navarra, Amadeus, Abengoa, Alantra y Atrys; y fue economista titular del Servicio de Estudios de ‘La Caixa’ entre 1984 y 1985, además de vicepresidente del Círculo de Empresarios y presidente del Círculo de Economía de Cataluña.

Durante la conversación, Josep Piqué usó en todo momento una mascarilla.

Durante la conversación, Josep Piqué usó en todo momento una mascarilla.

La mascarilla nos da pie para hablar de la pandemia, sobre la que dice que “errores ha cometido todo el mundo”. Y sin personalizar, apostilla que “el principal ha sido subestimar el impacto que podía tener no solo en la salud pública, sino también en la actividad económica”, con unas consecuencias sobre las que no oculta su preocupación. Se pregunta, como lo hacemos todos, por qué España es actualmente el país en el que se producen los rebrotes más significativos y en el que se alcanzaron las cifras más altas de muertes al inicio de la plaga. Síntomas, a su juicio, de que existen responsabilidades que dilucidar como «el hecho indiscutible de que reaccionamos tarde». «Ahí está probablemente el origen de los problemas que ahora tenemos. Si hubiésemos actuado con algunas semanas de anticipación a la vista de lo que ocurría en Italia, tal vez estaríamos hablando de algo distinto”, opina.

«Es indiscutible que reaccionamos tarde ante la pandemia. Ahí está probablemente el origen de los problemas actuales».

Lo reclaman porque debe comenzar su ponencia en los II Cursos Europeos de Verano. Ha llegado a Pamplona hace un par de horas, en el avión de la mañana, y tiene su agenda milimetrada. ¿Cómo se organiza un hombre con tantas ocupaciones para llegar a todo? ¿Tiene algún minuto de tiempo libre? Ahora sí ríe abiertamente: “Es verdad que toco muchas teclas, a veces pienso que demasiadas… Bueno, si uno se organiza, saca tiempo para todo”. Por ejemplo, para leer, ya que es “un lector compulsivo”, o para hacer ejercicio, una costumbre que intentará recuperar “en cuanto sea posible”. También le gusta viajar y conocer «otras culturas, otros países». Y, sobre todo disfrutar de la familia. «Yo, que ya tengo nietas, he acabado viendo que es muy importante”, concluye Piqué, que desde mayo de 2009 y tras divorciarse de su primera pareja está casado con Gloria Lomana, exdirectora de Informativos de Antena 3.

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