viernes, 26 abril 2024

La bailarina beratarra Amaia Leiza abre una escuela de ballet en Hondarribia

Además, la bailarina vivió otra experiencia inédita durante el verano: participar en la primera edición de un programa de formación para profesores impartido por la reconocida Royal Ballet School. "Pasé las tres fases de selección y estuve en Londres haciendo la formación. Fui la única española", apunta a Capital Sport.


Bera - 10 octubre, 2022 - 06:00

Amaia Leiza es la única española en el primer programa de formación para profesores afiliados de la Royal Ballet School. (Foto: Rachel Cherry)

El primer contacto de Amaia Leiza con el baile fue a través de la Euskal Dantza. Ella venía de Bera, donde las danzas tradicionales están muy arraigadas. «En Bera todo el mundo baila, da igual chicos que chicas. Es supernormal empezar a una edad muy temprana», explica a Capital Sport.

Pero lo que llevó a la navarra a probar el ballet fue otro motivo muy diferente: «Era muy tímida y las profesoras de Infantil recomendaron a mi madre que hiciese algo relacionado con este ámbito o la interpretación porque, cuando me disfrazaba, me metía en el papel y me olvidaba por completo de las vergüenzas…».

«El ballet o te atrapa desde el minuto uno o lo odias. Conmigo fue un flechazo instantáneo».

Una propuesta ante la que Leiza no se mostró muy convencida en un primer momento. De hecho, su condición para animarse a probar fue que jamás se vestiría de rosa.

Pero para su sorpresa, pocos minutos después de comenzar la primera clase sintió una llamada interior. «El ballet o te atrapa desde el minuto uno o lo odias, pero conmigo fue instantáneo. Recuerdo un flechazo, me enganchó desde el primer momento», rememora. Lo que lo que más le gustó fue la gran disciplina que requiere, además del orden, la estructura y la intensidad del trabajo.

Así comenzó un nuevo camino que, años después, desembocaría en una profesión que llegó a amar. «Tenía muy claro que quería ser bailarina y estudiar Arquitectura. Una de mis profesoras me decía que veía mi futuro dando clase, pero entonces a mí casi me parecía un insulto porque yo estaba centrada en labrarme un futuro como bailarina». De hecho, pasó las pruebas de acceso del conservatorio de Madrid y se fue a vivir a la capital para perseguir su sueño.

Su día a día era muy duro. Acudía a clases de danza desde las nueve de la mañana hasta las cuatro de la tarde y, después, iba al instituto con los demás bailarines de la compañía hasta las diez de la noche. «Es difícil, pero se puede sacar. Tienes que manejarte los tiempos: deberes, limpiar los uniformes… En definitiva, organizarte». Ante esta apretada agenda, tuvo que cambiar la Arquitectura por el Magisterio en Educación Primaria (Bilingüe) en la Universidad Rey Juan Carlos. «Aunque estudié para ser profesora, aún no contemplaba serlo de ballet».

Tras finalizar sus estudios, regresó a casa. Tenía 22 años, y fue en ese momento cuando le surgió la oportunidad de empezar a impartir clases. «Me di cuenta de que era algo que me hacía infinitamente más feliz de lo que había pensado. Era el sueño con el que nunca había soñado. Me di cuenta de que yo había pasado a otro plano y que ahora me tocaba bailar a través de mis alumnas». Después de unos cuantos años trabajando, ahora la navarra abre su propia escuela: Basque Ballerina by Amaia Leiza.

UN NUEVO CAMINO

«El camino del emprendimiento lo he vivido con mucha ilusión y lo sigo viendo así», sostiene. A Leiza siempre le había llamado la atención la idea de emprender. Y, en esta nueva aventura, ha podido contar con la ayuda y el apoyo de su entorno más cercano. «La gente me dice que soy muy valiente, pero yo estoy muy segura de lo que estoy haciendo. Además de tener a mi familia, he contado con la ayuda de Sonagar. Parece que Navarra siempre ha estado ahí, también me dio una beca cuando me fui a estudiar a Madrid», resalta.

«El camino del emprendimiento lo he vivido con mucha ilusión y lo sigo viendo así».

El local, ubicado en Hondarribia, tiene una superficie de 340 m2, divididos en dos salas, y está perfectamente equipado para impartir ballet. «Desde el principio tenía muy claro el diseño de mi marca personal y lo que quiero transmitir. Voy a ofrecer formación de ballet, no solo para quienes quieran dedicarse a ello, sino también para sembrar la pasión por la danza en todas las personas. Voy a enseñar repertorio, clases de puntas y ballet para todas las edades», adelanta.

Hace tan solo dos semanas desde que inició la actividad de su academia de forma oficial. Y llega al comienzo de curso tras un ajetreado verano en el que no ha parado de viajar. De hecho, acompañó a sus alumnas más aventajadas a tomar clases en la Royal Ballet School y la escuela de la ópera de París. También aprovechó para reforzar su formación como profesora: «Participé en el nuevo programa de formación para profesores afiliados impartido por la Royal Ballet School. Decidí echar la solicitud por dar ejemplo a mis alumnas. Pasé las tres fases de selección y estuve en Londres haciendo la formación. Era la primera edición y fui la única española que asistió. Fue algo muy especial».

Una formación de más de nueve horas diarias durante las que, además de bailar, han asistido a charlas de marketing, pedagogía, técnicas físicas o psicología, que posibilitan dar una educación más completa a los bailarines y que, poco a poco, incluirá dentro de su escuela. «No solo es importante la técnica. Y más adelante habrá nuevas incorporaciones en la escuela con el fin de cubrir todas las necesidades que puedan surgir. Pero, de momento, hasta ahí puedo leer…», recalca.

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