Desde que nació en 1992, Almisala se dedica a una actividad muy poco común en el Pirineo navarro. En concreto, la compañía se centra en el montaje de tarjetas electrónicas, ensamblajes electromecánicos, testeo y almacén logístico. «Aquí, en Iciz, hay una serrería, una empresa de cantería y otra que construye casas prefabricadas. Lo que más choca a la gente es que estemos afincados en esta localidad y nos dediquemos al sector tecnológico», resalta el director de la firma, Patxi Sanz, a Navarra Capital.
Este vecino del valle de Salazar, donde se encuentra este pueblo que sumaba tan solo catorce habitantes en 2022 según el Gobierno foral, lidera la compañía desde 2010. Pero sus impulsores fueron tres vecinos de la zona, que no quisieron marcharse del lugar para ganarse la vida. Así, decidieron asociarse y poner en marcha este innovador negocio para la zona. «La mayoría de las compañías dedicadas a este tipo de actividad en Navarra están asentadas cerca de Peralta«, concreta Sanz.
«Lo que más choca a la gente es que estemos afincados en Iciz y nos dediquemos al sector tecnológico»
El primer cliente con el que trabajó Almisala era de Pamplona. Se trataba en una firma dedicada a la fabricación de porteros automáticos: «Los fundadores tenían el contacto y empezaron a colaborar con ellos haciendo pequeños montajes manuales de estos dispositivos».
Aunque todavía la mantienen esta línea de negocio, con el paso de los años su labor fue evolucionando al ritmo de los avances tecnológicos y se abrió a nuevos campos. En este sentido, la empresa incorporó a su actividad el ensamblaje de circuitos electrónicos, sobre todo tarjetas. «Las fábricas diseñan las piezas y externalizan su montaje. Es aquí donde entra en juego el papel de Almisala. Empezamos con ensamblajes mucho más sencillos y, poco a poco, la tecnología nos fue llevando a hacer los procesos más automatizados», especifica el director. Así, la empresa pasó de trabajar a mano a incorporar maquinaria.
AMPLIACIÓN DE LAS INSTALACIONES
Esta transformación también llevó a sus propietarios a cambiar de ubicación. La compañía se mudó a una nave más amplia dentro del polígono de Iciz en 1998: «Las instalaciones se nos iban quedando cada vez más pequeñas y no estaban dotadas de las condiciones necesarias para albergar la maquinaria».
«Añadimos los chips a las tarjetas y otro tipo de componentes a petición del cliente»
Almisala recibe los planos con el diseño que desea el cliente y se lleva a cabo el montaje del producto para sacarlo totalmente terminado al mercado. Dispone de mesas equipadas para la inserción de componentes y, antes de devolver el producto ya finalizado, su equipo realiza los test necesarios para verificar su correcto funcionamiento. «Al principio, nos suministraban el material, pero hace años que asumimos la labor de compra y después montamos el producto», indica Sanz. La firma también cuenta con un almacén logístico para contar con stock de componentes.
Las tarjetas que montan en la compañía se emplean en todo tipo de aparatos, desde televisiones a electrodomésticos, tablets…También están presentes en el sector de la automoción… «Añadimos los chips a las tarjetas y otro tipo de componentes a petición del cliente».
En la actualidad, su equipo está formado por hasta doce trabajadores. Y, desde su creación, la filosofía de Almisala se basa en facilitar a sus clientes los procesos de montaje, transporte y control de calidad de los productos. «Somos una empresa de subcontratación, no tenemos un producto propio, sino que trabajamos para terceros. Llevamos años tratando de abrirnos a otras compañías y hacemos cualquier montaje de tarjetas electrónicas para quien lo necesite. Muchas firmas no disponen de la maquinaria necesaria para su ensamblaje», señala el director.
«Legrand es nuestro mayor cliente. Casi el 90 % de lo que montamos es para ella»
A nivel nacional, su principal cliente es Legrand, multinacional afincada en la Comunidad de Madrid. También trabaja con otras compañías de Navarra y País vasco: «La firma madrileña es nuestro mayor cliente. Casi el 90 % de lo que montamos se lo entregamos a ella».
Además, opera con una empresa dedicada a la fabricación de máquinas de vending y, en muchas ocasiones, ensamblan tarjetas cuyo destino final desconocen. «Nos proporcionan planos y documentación. Nosotros solo las ensamblamos y las enviamos a cliente. Pueden ir montadas en miles de dispositivos diferentes», resalta Sanz
El director de la planta asegura que la compañía atraviesa un buen momento, con un modelo de trabajo que ha ido adaptándose a las necesidades del sector: «Llevamos bastantes tiempo con una facturación anual que puede rondar entre 1,5 y 2 millones de euros. Este año hemos realizado una fuerte inversión para renovar el taller. En concreto, hemos reemplazado las maquinas antiguas por otras nuevas, principalmente japonesas».
Entra aquí para leer más sobre empresa en Navarra.