sábado, 27 abril 2024

Las casas «sanas» creadas por varios arquitectos y empresarios de prestigio

El fundador y presidente de ACR Grupo, Javier Osés; los arquitectos Patxi Mangado y Fernando Oíza; y Pedro Cirauqui, responsable del taller de carpintería Industrias Cirauqui y de la firma Mecanización de Estructuras Poliméricas, han constituido la empresa Kenkona Ie ('casa sana' en japonés). Un proyecto con el que pretenden cambiar el modo de concebir y producir viviendas. La iniciativa, según detallan Oíza y Echeverría a Navarra Capital, se concreta ya en un nuevo tipo de alojamiento diseñado según los estándares Passivhaus, modular, prefabricado, donde el consumo de energía se reduce al mínimo y la madera es la gran protagonista (cuenta con un revestimiento de chapa que se puede reciclar).


Pamplona - 21 abril, 2022 - 06:00

La madera es la protagonista de este tipo de viviendas, que van revestidas de chapa reciclable. (Fotos: cedidas / Ana Osés)

La empresa se constituyó en marzo de 2021, se denomina Kenkona Ie -en japonés, ‘casa sana’- y su marca comercial es Woodville. De la sociedad forman parte algunos de los más reconocidos actores del sector de la construcción de Navarra: los arquitectos Patxi Mangado y Fernando Oíza; Javier Osés, fundador y presidente del ACR Grupo; y Pedro Cirauqui, responsable del taller de carpintería Industrias Cirauqui y de la empresa MEP (Mecanización de Estructuras Poliméricas).

Mangado y Oíza han codiseñado «un alojamiento que tiene algo de cabaña, bastante de casa, pero poco de la vivienda convencional porque es un concepto más abierto». «Es difícil de definir», apunta a Navarra Capital Fernando Oíza, quien indica que se trata de una iniciativa «orientada a dar soluciones a los problemas planteados en la edificación residencial tradicional, tanto en el plano social como en el de la eficiencia energética y el respeto al entorno natural».

Que la denominación de la marca sea Woodville no es casualidad. Porque, por un lado, nace con vocación internacional y, por otro, responde al hecho de que la madera es el elemento fundamental de su primera realización, el alojamiento al que han llamado Mohma. Unas siglas que corresponden a mobil home madera. «Responde al reto de demostrar que las cosas se pueden hacer de otra manera en la construcción, que ya se dan las circunstancias para hacer progresar un sector que ha quedado bastante rezagado con respecto a cualquier otro», reflexiona Oíza.

Woodville quiere contribuir a esa modernización demostrando que, «de forma industrial, se pueden hacer cosas de una calidad mucho mayor». «No voy a decir que con mejor precio, pero sí con el mismo y en mucho menos tiempo, vamos a aportar certidumbres que probablemente es lo que más echamos en falta las personas cuando vamos a comprar una vivienda».

Ese planteamiento teórico se concreta en Mohma, un proyecto del que Iñaki Echeverría, gerente de la empresa, destaca los materiales elegidos, especialmente la madera: «Posibilitan una eficiencia energética que la construcción tradicional no puede alcanzar, con todos los estándares Passivhaus. Y el otro elemento diferencial está en su diseño«. Oíza añade a todo esto que parten del «máximo respeto con el medio ambiente o, dicho de otra forma, del mínimo impacto ambiental«. «La construcción consume un tercio de los recursos energéticos y el 40 % de los materiales. Son unos datos que, si eres arquitecto o constructor, te hacen ver que tienes una responsabilidad y la oportunidad de hacer algo importante si logras reducirlos».

Fernando Oíza: «Ya se dan las circunstancias para hacer progresar la construcción, un sector que ha quedado bastante rezagado con respecto a cualquier otro».

Por esas razones, han utilizado «materiales naturales. «Es un hogar de ambiente sano, que también es sano para el ecosistema porque la madera es la máxima expresión de la sostenibilidad. Sí, utilizamos chapa metálica en la cubierta para proteger la madera, pero son unos kilos y, en su día, se reciclarán para otra Mohma o cualquier otra cosa», precisa el arquitecto.

Echeverría advierte de que no utilizan una base de hormigón, con lo que «no se modifica» el terreno. «Eso también es importante. Si la quitas, no dejas huella, mientras que cualquier edificación necesita grandes excavaciones, cimientos brutales…». «Nosotros nos posamos delicadamente en el suelo», explica gráficamente Oíza. «Esto es una caja de aire, prácticamente no pesa y por eso demanda poca energía en la generación de los materiales, en su transporte, manipulación, montaje y, si fuera necesario, en su desmontaje».

AUTOSUFICIENTES

Además de la apuesta por la construcción industrializada y el respeto de la naturaleza, la filosofía fundacional de Woodville también incluye la optimización de los recursos, la eficiencia y la reducción al mínimo del consumo de energía. Según aseguran sus creadores, el prototipo de Mohma que se expone en el estudio de Patxi Mangado, con una  estancia central de 40 m2 de planta y 20 más en los espacios logrados en altura bajo la bóveda, precisa para alcanzar y mantener un ambiente de confort, «ya sea en Burgos o en Almería», una unidad de climatización que gasta medio kilovatio de consumo eléctrico, frente a los 1.500 de un secador de pelo: «Le pones unos paneles solares y ya está, no es necesario ni conectarse a la red». También existe la posibilidad de incorporar tecnologías innovadoras para la obtención y el aprovechamiento de agua, y cabe la opción de que cuente con fosas sépticas que transforman los residuos en fertilizantes. De ahí que sus promotores aseguren que pueden ser «autosuficientes al 100%».

Fernando Oiza e Iñaki Echeverría ensalzan las ventajas de este novedoso tipo de construcción.

Fernando Oíza e Iñaki Echeverría ensalzan las ventajas de este novedoso tipo de construcción.

Mohma se comercializa en versiones que van desde una planta de 20,4 m2 y 28,5 de superficie útil hasta los 45 m2 de planta y 61,4 de superficie útil, con capacidades desde entre 2-4 personas hasta 6-8. Los precios oscilan, según la opción y equipamiento, entre los 45.000 y los 78.000 euros. En principio, se ha concebido como una residencia temporal, de fin de semana o vacaciones. «Pero puede conformar un conjunto de cabañas en un hotel de naturaleza, albergues de juventud o de peregrinos, refugio e, incluso, como equipamiento urbano».

Echeverría asegura que ya se han interesado dos empresas que proyectan destinarla a recepción de entrada y cantina para empleados. «Nos fascinaría que pudiera servir para ayudar a paliar, de alguna forma, las grandes crisis humanitarias que desgraciadamente están a la orden del día, sea por causas naturales o provocadas por los humanos», precisa Oíza.

Hay más empresas que ofrecen viviendas alternativas a las tradicionales. ¿En qué se diferencian de ellas Woodville y Mohma? «Es lo que venimos diciendo: eficiencia, diseño, materiales… La industrialización es muy importante al garantizar inmediatez. Porque sí hay productos en el mercado, algunos industriales, pero son llave en mano y a medida. Eso ya requiere más tiempo», responden ambos. «Que haya empresas que reúnan todas esas características y ofrezcan algo parecido a lo que hacemos no existen muchas», especifican acto seguido.

El arquitecto señala otro punto diferencial. «Hemos llevado al extremo todo lo que da forma al proyecto. Por ejemplo, la eficiencia energética o que, con una inversión bastante controlada, recibes un producto de mucha calidad y muy versátil, además sin apenas mantenimiento. También el diseño le da un valor añadido, hemos rescatado la bóveda como una forma extremadamente inteligente desde el punto de vista de la optimización porque, con la mínima superficie, nos da el máximo volumen habitable».

Iñaki Echeverría: «El alojamiento Mohma no está pensado específicamente para España. De hecho, tenemos patente de marca y modelo para toda Europa»

Tras un año de puesta en marcha y ajustes en los prototipos, ha llegado el momento de dar a conocer empresa y producto. «Nos hemos presentado en campings y hoteles. ¿Cuál es la acogida? La verdad es que gusta mucho, sobre todo cuando ven Mohma aquí montada, sorprenden sus dimensiones», defiende Echeverría.

Por el momento no tienen operaciones cerradas, pero sí personas interesadas. «Además de las empresas que hemos comentado, hemos estado con dos ayuntamientos que piensan en el producto como vivienda social porque es barata en comparación con la tradicional. También han venido de un campo de golf… Pero es verdad que solo llevamos un mes en ello y sin campaña promocional, todo ha sido por el boca a boca». Oíza agrega que también han recibido consultas de particulares, sobre todo de personas que tienen huertas de ocio donde no pueden o no quieren edificar una casa al uso, pero desean estar más en contacto con la naturaleza. «Es una solución muy interesante porque pueden instalarla muy rápido y empezar a disfrutarla inmediatamente».

¿Es una solución válida como vivienda para una ciudad? Fernando Oíza argumenta que en el suelo urbano hay solares de propiedad pública sin uso durante muchos años «que, en el mejor de los casos, acaban como aparcamientos». «Pero una administración más creativa y más comprometida socialmente, con sistemas como el de nuestra propuesta, podría resolver algunos problemas». En este sentido, pone como ejemplo los realojos de personas afectadas por la rehabilitación de edificios antiguos.

En Woodville son conscientes de que una sociedad como la navarra, y por extensión la española, puede no estar lo suficientemente madura desde el punto de vista inmobiliario como para asumir innovaciones tan rompedoras como Mohma. «Realmente no somos los más abiertos del mundo», comenta el gerente de Kenkona Ie. «Pero el producto no está pensado específicamente para España. De hecho, tenemos la patente de marca y modelo para toda Europa y Noruega, que va aparte. Si nuestro objetivo fuera Navarra, haríamos una versión del caserío del norte y ya está. Pero también tenemos en cuenta que están surgiendo muchas iniciativas empresariales de campings de lujo, que en realidad no son tales, donde un producto de estos sí puede encajar. O en campos de golf… Que nos va a costar un poco más que en Noruega, sin duda».

Oíza añade que Francia «tiene normalizado este tipo de residencias, con su propio condicionado técnico». «La globalización trae tendencias y tradiciones de otras partes, haciendo que seamos un poco menos reacios a coger lo que nos gusta de cada cosa», sostiene para aludir después al «fenómeno de la camperización de furgonetas». «La barrera no va a estar tanto en la mentalidad de las personas como en la administración porque le cuesta todo mucho. Sus normas siempre van detrás de las iniciativas», remata.

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