Tradición, calidad e innovación son las tres características que hacen de los pinchos unos manjares de matricula de honor. Pamplona y sus famosas calles, donde también se elaboran torreznos capaces de competir con los de Soria, deliciosos bocadillos, menús del día con una gran relación calidad-precio, interesantes propuestas para comer rico y barato, pizzerías que gozan de excelentes valoraciones por parte de los usuarios o bares que destacan por sus platos combinados, adelantan el sabor de unos bocados que son, sin duda, un pecado irresistible. He aquí solo seis ejemplos de sus delicias en miniatura con más solera:
‘Moskovita’ (El Temple)
Comenzamos con un pincho clásico de Pamplona. Se trata de la especialidad del bar El Temple, ubicado en el Casco Viejo de la capital. Un local de los de toda la vida, conocido por los pamploneses y pamplonesas por su cocina casera. Solo con pasar escasos minutos dentro del establecimiento escuchareis repetidas veces el nombre de lo más demando por los clientes: “El Moskovita”. Un frito de huevo, jamón serrano y queso. A simple vista sencillo, pero su sabor es… ¡espectacular!
‘Erizo’ (Bar Gaucho)
En un enclave privilegiado entre la Plaza del Castillo y la famosa calle Estafeta, el Bar Gaucho reforma la cocina tradicional dándole una vuelta de tuerca. Está considerado un referente pamplonés de la alta cocina en miniatura y podemos asegurar que cada pincho es una obra de arte. Resulta difícil decantarse solo por una de sus especialidades, entre las que destacan el pincho de foie o el huevo trufado. Pero esta vez ensalzamos el Erizo relleno con txapela de algas marinas por su singularidad. Elaborado con aceite de oliva, ajo y algas marinas, una combinación vanguardista con la que estimular las papilas gustativas, resulta ideal para los amantes del mar.
‘Ajoarriero de mi abuela’ (La Barra del Goloso)
¡Donde nada es casualidad! En este caso, la tapa estrella de este establecimiento, ubicado en la calle Aoiz de Pamplona, es El Ajorriero de mi abuela, cazuelica que rinde homenaje a la receta tradicional que realizaba la abuela de Bernardo Pérez, responsable de La Barra del Goloso. “Era una receta que hacía mi abuela, luego mi padre y ahora yo. Cuando la pruebo, es inevitable acordarme de mi infancia”, rememora. Además, recibió el galardón al mejor guiso en la XVIII Semana de la Cazuelica y el Vino de Navarra en 2019, maridado con un rosado Palacio de Sada. La mezcla de productos de toda la vida, unidos a la innovación, siempre dan buenos resultados. Este es un ejemplo. Un guiso tradicional en miniatura de patata y bacalao, junto a un torrezno de la propia piel del pescado, clara de huevo crujiente y yema de huevo emulsionada.
‘Frito de huevo’ (Vermutería RÍO)
Sin duda, hablamos del pincho insignia del local. Tanto es así que hasta disponen de un contador para enumerar cada vez sirven uno. Algo que diferencia a Pamplona es su afición por acompañar los vermús con una buena croqueta. Y uno de los clásicos que no puede faltar es el frito de huevo del Río. Medio huevo cocido envuelto en una suave besamel y su crujiente tempura acompañado de un exquisito vermú de grifo de Martini (único en el norte de España). Tras más de medio siglo desde que los fundadores del bar crearan esta receta secreta, los nuevos propietarios siguen manteniéndose fieles a la fórmula original. Desde los fogones del local señalan que el éxito se debe al cariño con el que los realizan.
‘Capricho de Escombro’ (Bodegón Sarría)
Un local típico en una de las calles más top de Pamplona (la Estafeta). Nada más entrar, su extensa barra repleta de delicias y el aroma a ibéricos te embriagarán. Entre sus especialidades despunta un mollete tostado al momento y relleno de virutas ibéricas de jamón, chorizo y lomo conocido popularmente como Escombro. Un capricho indispensable para los fans de los embutidos de calidad. ¡Delicioso!
Tortilla de patata (La Navarra)
Ubicado muy cerca de la Plaza de Toros, La Navarra es un local que siempre tiene ambiente. Desde sus inicios a esta tortilla le precede una fama indiscutible entre los habitantes de la ciudad. Jugosa, semicuajada y con un punto salado. Sin lugar a dudas, ¡un pincho jugoso e irresistible!