viernes, 29 marzo 2024

María Ibáñez exporta sus alfombras andinas a cuatro países europeos

Esta pamplonesa de 37 años descubrió la originalidad de las frazadas andinas en el desierto de Atacama, cuando se mudó a Chile en 2014. Y, un año más tarde, decidió convertir en alfombras estas mantas que los indígenas usan para protegerse del frío. Así nació su empresa Alfombras Étnicas, que también comercializa muebles y accesorios indígenas y cuyas ventas crecen a un ritmo anual de "entre el 40 y el 50 %". La firma, que abrió un 'showroom' en Madrid hace año y medio, ya exporta el 10 % de sus productos a Alemania, Noruega, Suecia y Austria y ha despertado el interés de medios como 'Vogue' o 'El País Semanal'. "El 90 % de nuestras ventas se hacen a través de Instagram", apunta Ibáñez a Navarra Capital.


Pamplona - 22 diciembre, 2021 - 06:00

El nuevo 'showroom' de Alfombras Étnicas se inauguró en junio de 2020. (Fotos: Jake Jakab / cedidas)

A 3.500 metros de altura, en la cordillera de los Andes, los campesinos tejen con telares amarrados a sus cinturas mientras cuidan las chakras (huertos) o pastorean los rebaños. La tela, hecha a partir de lana de oveja, llama o alpaca, luce los vistosos colores de tintes naturales elaborados con las cochinillas, la cáscara de la cebolla morada, los arándanos o la flor del chilco. Estas mantas les protegen contra el clima inhóspito de las montañas.

Sus colores atrajeron a María Ibáñez durante una visita a un pueblo del Altiplano chileno. Esta pamplonesa, que había vivido también en Washington y Shanghái, aterrizó en el país sudamericano junto a su marido. Y lo hizo con la ilusión de descubrir la cultura a través de uno de sus principales “tesoros”: la artesanía. De entre las doce frazadas que le mostraron los locales, escogió una de vibrantes tonos rosas que se intercalaban con diseños geométricos negros. De regreso a la ciudad, manejando por “las carreteras solitarias y blancas del desierto de Atacama”, pidió al conductor que se detuviera unos instantes. “Me bajé con el sol abrasador, coloqué la alfombra en el camino arenoso y me eché al suelo para fotografiarla”, relata a Navarra Capital.

La tienda ya suma más de 400 referencias, entre las que también hay muebles, accesorios de moda y objetos decorativos.

Poco a poco, Ibáñez, de 37 años, fue adquiriendo más telas para decorar su casa y, cuando ya no le quedaba más espacio, para regalarlas a familiares y amigos de España. “Siempre veía una más bonita que la anterior, y mi marido me decía muy ‘mosca’ que dejase de comprar tantas”, rememora. Pero pronto constató el éxito que tenían aquellas mantas y vislumbró una oportunidad empresarial. De esta manera fundó Alfombras Étnicas, un negocio que dirigió durante dos años desde Chile y que, tras su vuelta a España en 2017, empezó a crecer a mayor velocidad. De hecho, su facturación ha aumentado “entre un 40 % y un 50 %” cada año. Y lo ha logrado con una particularidad: usando las frazadas como alfombras.

La firma, que inició sus actividades apoyándose solo en una cuenta en Instagram, inauguró en junio de 2020 un showroom en Madrid, donde recibe a sus clientes con cita previa. No obstante, la red social sigue siendo su “principal escaparate”, ya que el “90 %” de sus ventas se realizan por este canal.

María Fernández es la mano derecha de Ibáñez en la firma Alfombras Étnicas.

María Fernández es la mano derecha de Ibáñez en la firma Alfombras Étnicas.

“Instagram nos ha permitido crecer orgánicamente, sin tener que recurrir a  la publicidad. Ahora contamos 60.000 seguidores”, apunta esta licenciada en Publicidad y Relaciones Públicas. Su proyecto ya ha llamado la atención de medios nacionales como la revista Vogue o El País Semanal, que le han dedicado amplios reportajes: “Es un orgullo enorme pensar que, dando valor a través de las redes al trabajo del artesano, hemos conseguido convertir un objeto tan humilde como la manta de un pastor en un producto de lujo digno de Vogue, el icono de las revistas de moda”. 

En estos momentos, la tienda suma “más de 400 referencias”, que incluyen también muebles, accesorios de moda y objetos decorativos. Ahora, sus productos más demandados son los cojines étnicos (“se venden como churros”); los bancos tapizados; y, “como novedad en este invierno”, las frazadas de alpaca bordadas con iniciales. La primera de todas las alfombras, inmortalizada en el desierto de Atacama, preside la web desde su creación. “Aún la tengo guardada en mi casa. Me la han intentado comprar muchísimas veces porque todos la ven cuando entran a la tienda online. Y les digo: ‘Esa sí la tengo, pero no se vende'”, explica entre risas. 

LA RELACIÓN CON SUDAMÉRICA

Ibáñez solía viajar cuatro veces al año a Sudamérica en busca de mercadillos. “Así entro en contacto con nuevos proveedores y puedo ver sus productos”, detalla. Cuando identifica una novedad, suele comprar una cantidad pequeña para probarla en España. Y, una vez constatado su potencial, empieza la relación comercial con los artesanos, que incluye un proceso para garantizar la calidad de las artesanías: “Considero los gustos de aquí y las capacidades de allá para crear un producto que funcione. Por ejemplo, les envió diseños que han triunfado aquí para que los tengan en cuenta al bordar las nuevas telas”. Además, Ibáñez adapta algunos productos junto a los profesionales locales. “Hemos hecho pendientes que toman como punto de partida posavasos de paja toquilla”, ejemplifica.

“Los colores de las telas pueden salir más o menos intenso. Pero es la magia de trabajar con lo artesanal: no es un proceso lineal”.

Alfombras Étnicas trabaja, por el momento, con diez proveedores peruanos y chilenos. Ibáñez pretende incrementar esta cifra en los próximos años, pero la irrupción del Covid-19 ha supuesto un gran obstáculo en esa tarea. “Tengo pendiente un viaje a Perú, pero no va a ser posible por el momento. Las medidas siguen vigentes en estos países, y más en las zonas en las que se encuentran mis proveedores”, lamenta.

Así mismo, muchos de los artesanos aún no han podido volver a sus talleres tras el inicio de la pandemia. Por eso, tienen dificultades para fabricar las telas y cumplir los plazos de entrega. “Además, los colores pueden salir más o menos intensos. Pero es la magia de trabajar con lo artesanal. Hay algunos colores que mejoran el diseño, otros no tanto, pero no podemos pretender que sea un proceso lineal”, sostiene.

A pesar de las dificultades, Alfombras Étnicas mantiene su objetivo de ser un “negocio sostenible”. Esta máxima se traduce en “respetar los precios del comercio local para procurar dar trabajo a los talleres y que ellos reciban salarios dignos”. Una característica que, defiende la emprendedora, les ha permitido seguir creciendo en este contexto de incertidumbre.

“La pandemia nos dio mucho vértigo, pero nos ha ido muy bien. Entre otras cosas, ha cobrado mucha importancia el preguntarse por el origen de las cosas que compramos. Y el producto de Alfombras Étnicas no es barato, pero está hecho a mano en un lugar muy remoto y es una pieza única. Cada uno de los productos cuenta una historia, y la gente lo agradece cada vez más, sobre todo para hacer regalos“, precisa.

UN FUTURO INTERNACIONAL

Los productos de Alfombras Étnicas se venden sobre todo en el norte de España, destacando algunas regiones como País Vasco, Galicia y Cataluña. “Y, para lo pequeña que es Navarra, vendo muchísimo. Pero entiendo que responde al boca a boca porque es mi casa”, comenta.

El 90 % de las ventas de la firma se materializan gracias a Instagram.

El 90 % de las ventas de la firma se materializan gracias a Instagram.

Pero, al mismo tiempo, el 10 % de las ventas de Alfombras Étnicas ya se realiza en países nórdicos como Suecia y Noruega, así como en Alemania o Austria. Y eso que la página web todavía no está traducida al inglés ni otros idiomas. “¿Cómo nos encuentra una sueca de un pueblo pequeño y nos compra 2.000 euros en productos? Solo me lo explico por las redes sociales y porque la imagen es superimportante en este negocio”, valora Ibáñez.

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