viernes, 26 abril 2024

Oleada de nuevos negocios de estética y nutrición en los pueblos

Durante la pandemia, más de una decena de negocios relacionados con el mundo de la estética y el bienestar personal han abierto sus puertas en el mundo rural. Muchas de estas emprendedoras coinciden en que establecerse en un pueblo les ha ayudado a tejer una red de clientes gracias al boca a boca. Además, les ha facilitado el acceso a un local. Navarra Capital ha hablado con nueve de ellas para conocer sus historias.


Pamplona - 9 noviembre, 2021 - 06:00

De izda. a dcha. y de arriba a abajo: Santos, Donlo, Cardoso, Leiva, Zabaleta, Silvestre, Lapeña, Vasconcellos, Ramos.

Los pueblos navarros están viendo cómo los negocios de estética y bienestar proliferan en sus calles en el último año y medio. Más de una decena de mujeres han encontrado en ellos la opción de emprender y ofrecer nuevos servicios dentro del entorno rural, tras una época en la que, con la crisis de 2008, el sector se vio fuertemente afectado. De norte a sur, toda la Comunidad foral ha sido testigo de este fenómeno, que responde al creciente interés por el cuidado personal y la puesta en valor de lo local. Leitza, Elizondo, Alsasua, Roncal, Ablitas, Burgui, Funes o Cascante son algunas de las localidades que cuentan con nuevos emprendimientos. Navarra Capital ha hablado con sus propietarias para conocer su historia.

Leitza cuenta con una nueva nutricionista desde el mes de septiembre. Se trata de Itxaro Zabaleta (Izate Dietista Nutricionista), una joven vecina de la localidad que ofrece sus servicios de forma online o presencial en su casa. Acabó los estudios de nutrición el año pasado y decidió emprender. «Los nutricionistas tenemos muy complicado ser contratados en otros centros y, si queremos dedicarnos a pasar consulta, no nos queda otra opción que montar la nuestra», analiza.

Por el momento no cuenta con un local y reparte su tiempo entre Leitza y Zaragoza. Al compararlas, tiene la sensación de que el interés por la nutrición todavía no ha llegado con la misma intensidad al municipio navarro. «De momento, no he notado mucha demanda», reconoce. Pero se muestra optimista: «En el pueblo hay otra nutricionista y creo que le va bien».

Itxaro Zabaleta (Leitza): «Si puedo ayudar a la gente del pueblo, estaría guay».

En el futuro, le encantaría establecerse al 100 % en Leitza. «Me gusta la naturaleza y disfruto mucho aquí», asegura. Pero, además, le llena profesionalmente poder ofrecer un servicio al pueblo: «Si puedo ayudar a la gente del pueblo, estaría guay». De hecho, ya tiene alguna idea. Quiere colaborar con el colegio para hacer llegar la nutrición a los alumnos y sus casas.

Ella no es la única que ha decidido establecerse en el mundo rural de forma parcial. Aurora Lapeña (Centro de masajes Berpiztu), en Burgui,y Beatriz Santos (Beti Beauti), en Elizondo, también han optado por empezar de forma parcial por miedo a no llenar su agenda.

Lapeña vivió entre los siete y los 16 años en Burgui. Un tiempo que le sirvió para darse cuenta de la falta de muchos servicios. Ahora, con 21, esta técnico de laboratorio, que reside entre semana en Pamplona, ofrece sus masajes en el valle los fines de semana.

Aurora Lapeña (Burgui): «Aquí, quieras que no, nos conocemos todos».

Hoy por hoy, ve complicado establecerse exclusivamente el pueblo, donde tiene alquilado un local desde agosto de 2020. Eso sí, se ha planteado que, si todo va bien, podría operar cuatro días por semana y trabajar tres en la capital navarra. Es más, no se arrepiente de haber montado su negocio en el medio rural porque es más fácil tejer redes de contacto. «Aquí, quieras que no, nos conocemos todos», pone en valor en referencia al poder del boca a boca.

Beatriz Santos (Elizondo): «Estoy contenta. Al principio la agenda estaba un poco floja, pero se ha ido llenando».

Por su parte, Santos, que lleva más de doce años trabajando de esteticista, valora de forma positiva los primeros meses de su negocio. En su caso no tiene local, pero ofrece sus servicios en otros centros de estética ya establecidos en la zona. En concreto, en Elizondo y Betelu.

«Me siento en casa porque me conocen desde que nací», sostiene. Y, aunque no descarta residir de forma definitiva en la zona, por el momento combina su faceta emprendedora con un trabajo por cuenta ajena en Pamplona. «Estoy contenta. Al principio la agenda estaba un poco floja, pero se ha ido llenando», señala.

DE CASA AL LOCAL

El caso de Aroa Ramos es diferente. Esta joven de 24 años trabaja exclusivamente en Alsasua, donde recientemente ha abierto su centro Aroa Estética. Lo inauguró en junio de este año, aunque en 2019 empezó la actividad en su propia casa.

Aroa Ramos (Alsasua): «Al trabajar en Alsasua, me ahorro muchos desplazamientos».

Durante ese tiempo, ha centrado sus esfuerzos en conseguir y afianzar la clientela. Y le ha ido bien: «Incluso viene gente de Pamplona o Vitoria». Ha emprendido en el pueblo por la cercanía y la comodidad que le ofrece trabajar en su lugar de residencia. «Al trabajar en Alsasua, me ahorro muchos desplazamientos».

Más al sur, en Fustiñana, Cascante y Ablitas, otras tres mujeres han abierto sus centros, a los que dedican todo su tiempo. En el primer municipio, se encuentra el de Ana María Donlo (Centro de Nutrición y Bienestar Ana María Donlo), que centra su actividad en el ámbito de la nutrición. Esta vecina de Fustiñana llevaba desde el año 2004 ejerciendo como nutricionista «colectiva» cuando irrumpió el Covid-19. «Elaboraba dietas para colegios», especifica.

Ana María Donlo (Fustiñana): «Me decidí a emprender en el pueblo porque ya tenía el local».

Pero llegó el confinamiento y le llegó un ERTE. Después, en junio, el despido. Recuerda esos momentos con angustia: «No salía nada de lo mío». Fue entonces cuando empezó a preguntarse por los servicios que faltaban en el pueblo. Finalmente optó por seguir con la nutrición. Un servicio que se complementa con una máquina de presoterapia y otra para quemar grasa. «Me decidí a emprender en el pueblo porque ya tenía el local», explica. Además, le permite pasar más tiempo con sus hijas, de seis y ocho años. Y está satisfecha porque «a la gente le ha gustado».

En Cascante, Sonia Cardoso (Sonnails) ha montado su centro de estética dentro del garaje de casa. «Siempre me ha gustado el mundo de la estética», confiesa. Tanto que se encargaba de «arreglar» a sus amigas, pero nunca había pensado dedicarse a ello de forma profesional. «Tengo tres hijos. Y cuando dos de ellos fueron más mayores, empecé a planteármelo». Primero probó suerte en Tudela, donde trabajó en una franquicia, pero buscaba algo más. Le gustaba trabajar las uñas con meticulosidad y el ritmo de su puesto de trabajo se lo impedía. Por eso, decidió emprender y abrir su negocio en abril de 2020. Algo que no pudo ser por el estallido de la pandemia. 

Sonia Cardoso (Cascante): «Si me fuese muy bien me platearía trasladarme a Tudela, pero muy bien me tendría que ir».

«Tenía mucho miedo porque, al final, tengo tres hijos y si me iba mal les podía afectar a ellos», apunta. Pero precisamente ellos se convirtieron en su principal motivación. Decidió empezar «en pequeñito». Y hoy está contenta en Cascante. «Si me fuese muy bien me plantearía trasladarme a Tudela, pero muy bien me tendría que ir».

A pesar de que el balance es positivo, incide en que el sector «está creciendo mucho». «En los pueblos, por el momento, no tienes tanta competencia, pero no sé si la tendré en el futuro». A su negocio acude todo tipo de públicos, algo de lo que se muestra especialmente orgullosa. «Cada vez más hombres se interesan por estos servicios. Muchos vienen a sanearse las uñas o eliminar cutículas». 

Cuando Karina Miranda Vasconcellos llegó a España procedente de su país natal, Brasil, comenzó a trabajar en sector del transporte. «Era camionera», atestigua con orgullo. Pero no estaba del todo a gusto con su nueva profesión: «Pasaba mucho tiempo fuera de casa y lejos de la familia». Y, de vez en cuando, añoraba los años en los que trabajó de esteticista en Brasil.

Karina Miranda Vasconcellos (Ablitas): «Antes era camionera, pero pasaba mucho tiempo fuera de casa y lejos de la familia».

Un día, su hijo la animó a perseguir su sueño porque el mundo de la estética siempre había sido su pasión. Desde entonces, ha realizado más de treinta formaciones y, hace un año y medio, abrió su propio centro en Ablitas (Miranda Unas Beauty). «Mis cuñados tienen negocios allí y conocen a mucha gente», detalla. Por eso, pensó que era un buen lugar para empezar. Y así ha sido. Tiene «mucho trabajo» y ya se ha expandido a Tudela, donde ofrece sus servicios de manicura, podología, tratamientos faciales y corporales en una peluquería: Nordika.

Begoña Leiva, vecina del valle de Salazar, también dedica todo su tiempo a su nuevo negocio de manicura y pedicura a domicilio. En su caso, está enfocado hacia las personas mayores. Y ofrece sus servicios en el valle, pero también en la comarca de Roncal y Aezkoa. Después de años en la hostelería, vio que el trabajo le quitaba mucho tiempo para estar con la familia. Además, se dio cuenta de que la población de la zona envejecía poco a poco. «Pensé que tenía que hacer algo para ellos», rememora.

Begoña Leiva (valle de Salazar): «Estoy encantada, me pongo mis horarios y puedo estar con mis hijos».

La acogida fue «muy buena», a pesar de que se dio de alta en marzo de este año y con la idea de visitar a sus clientes a domicilio en un momento en el que el miedo por el coronavirus todavía estaba patente. Eligió esta modalidad porque muchos de sus vecinos no tienen cómo desplazarse. «Estoy encantada, me pongo mis horarios y puedo estar con mis hijos», subraya.

La experiencia de María Victoria Silvestre, vecina de Funes, es diferente. Tras más de veinte años ligada al mundo de la estética, en 2020 culminó el ciclo formativo de grado superior de Estética Integral y Bienestar. Entonces, decidió emprender y creó A Flor de Piel con la aspiración de poder vivir de este centro, que ofrece tratamientos faciales y corporales. Ahora, se ha dado un tiempo para valorar si le conviene seguir con el negocio.

María Victoria Silvestre (Funes): «Me he formado donde el resto y las máquinas y cosméticos los he adquirido en los mismos sitios con igual coste».

Al instalarse en un pueblo, ha encontrado pros y contras. Por un lado, agradece que se puede acceder con más facilidad a un local y, además, la gente se hace eco de sus servicios. «Son lugares pequeños en los que todos nos conocemos».

Sin embargo, percibe que sus clientes creen que en Pamplona les ofrecen un mejor servicio y están dispuestos a pagar más. «No es así. Me he formado donde el resto y las máquinas y cosméticos los he adquirido en los mismos sitios con igual coste», reivindica.

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